En el corazón del Padre
Hoy quiero escribirte a vos.
Sí, a vos, que cada día entregás tu vida gota a gota…
Que siempre pensás primero en los demás y luego en tus propias necesidades.
Que siempre ponés el oído, que sabés compadecerte, que sos capaz de sacrificarte para que el otro esté bien.
Que intentás siempre sonreír, siempre animar, siempre levantar al caído, siempre comprender.
Quiero escribirte a vos que una y otra vez volvés a elegir el amor y el servicio.
Que a pesar de que los otros no siempre te valoran, no te cansás de amar.
Que algunas veces llorás en silencio ante las ingratitudes de extraños y sobre todo de los propios.
A vos, mamá, papá, hermano, amigo, consagrado, servidor o simple ciudadano, quiero decirte, ya hasta tendría ganas de gritarte jubiloso:
TU VIDA ES GLORIOSA
TU VIDA ES GRANDE A LOS OJOS DE DIOS
TODO EL BIEN -PEQUEÑO O GRANDE- QUE HACES O INTENTÁS HACER ESTÁ GRABADO INDELEBLEMENTE EN EL CORAZÓN DEL PADRE DIOS.
Porque “las profecías terminarán, el don de lenguas pasará…
pero EL AMOR NO PASARÁ JAMÁS”
¡¡¡Ánimo!!!
Tu caridad y el fuego que hay en tu corazón mantienen este mundo con vida y esperanza.
El brillo de tu mirada y la fuerza de tu sonrisa -porque provienen de Dios- son una palanca capaz de mover el mundo.
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