Diario de María, Viernes santo por la noche
“…desde que tuve uso de razón, mis ojos buscaban algo, una realidad tan desconocida entonces como ciertamente real. Yo fui feliz desde siempre, y sin embargo algo faltaba en mis primeros años.
Comencé a intuir lo que llenaría mi anhelo luego de la visita del Ángel. Sin poder aún verte, te sentí cada vez más cercano, y comencé a imaginarte.
Fue en una gruta, en Belén, donde al fin comprendí. Supe que mis ojos habían sido creados sólo para contemplar los tuyos. Desde entonces me sentí completa, nada más ya me hacía falta.
Mirarte y sentirme mirada por tus ojos de Niño, de Adolescente, de Joven, de Hombre adulto, me bastaba. Incluso cuando te fuiste a predicar, cuando sólo de tanto en tanto podía verte, me era suficiente unos segundos ante tu semblante para sentirme en el Cielo.
Siempre supe que tu final sería duro, que Simeón no había hablado sólo por hablar, ni de manera simbólica. Pero jamás imaginé que lo sería tanto…
No quisiste que te acompañara al Huerto, pero te seguí desde el momento en que te prendieron. Seguí tus ojos hasta el final, los busqué y encontré en las callejuelas entre el Sanedrín y el Pretorio, te miré y me miraste durante la flagelación, y sé que me viste cuando todos gritaban “crucifícalo". Nos miramos por última vez muy de cerca en el momento en que te levantabas, luego de tu primera caída. Fueron sólo unos segundos que tuvieron sabor a eternidad.
¿Cómo iba a imaginar yo que estando ya en la Cruz, en esas largas horas en que el sol se eclipsó y la oscuridad lo cubrió todo, casi como haciendo un esfuerzo supremo, evitaste que nuestros ojos se cruzaran? Me hablaste, sí, pero con los ojos cerrados. Y mirabas al Padre, y a los hombres que te crucificaban, pero no a mí. No lo llego a comprender del todo, pero es que tal vez debías atravesar esa hora, cruzar ese umbral, completamente solo. Quizá era necesario que el abandono, el despojamiento, la pobreza, fueran tan absolutos que ni a tu Padre del Cielo ni a tu Madre de la Tierra sintieses cerca. Tu último grito fue tan impactante, que no logro acallarlo en mi interior.
Cuando te bajaron de la Cruz, tuve tu Cuerpo en mis brazos, te besé, te acuné, te acaricié… pero ya no estabas allí. Tus ojos estaban cerrados; los míos ya no encuentran descanso.
Te hablo en esta noche, en este sábado, y aún sin saberlo con precisión, tengo como una minúscula certeza de que tu alma está en algún lugar. Que tu misión y tu viaje, tu descenso al mar del dolor humano aún no ha terminado, que este sábado, precisamente este sábado, es el punto culmen de todo lo que hasta hoy has hecho.
En esta noche y en este sábado, en que mis ojos no se cierran ni descansan, sólo hay un consuelo, sólo una palabra, sólo una pequeña llama que permanece encendida: el tercer día. Lo mencionaste más de una vez, y yo sólo vivo anhelando que llegue, y que amanezca, y que el resplandor de la aurora lo inunde todo. Y volver a contemplar tus ojos, ya para siempre.
Con el cariño y la adoración de siempre. Mamá.”
4 comentarios
También oyó de su hijo quién era su Padre Eterno y Jesús en su humanidad clama ¡Padre! ¿ Por qué me has abandonado? Jesús baja a la tumba sin la vida del Padre, su alma sigue viva, no visible, escondida de nuestra mirada.
María le queda el dolor y el amor es madre .Dolor por la crueldad sufrida en la carne y alma de su hijo y dolor al ser arrebatado de su mirada materna .
Y le queda su inmenso Amor de madre que guarda en su interior.María recuerda y medita desde la Encarnación de su hijo toda su vida, la Palabra eterna, hecha palabras humanas en la vida de su Hijo ,el amor que se profesaban, las despedidas, la huida a Egipto , en ese dolor también sabe que no pudo salvarle de los enemigos ,el dolor se va transformando en alegría al recordarlo ,pero mirando y buscando su alma en la tumba allí lo dejó, vive en esperanza y en su recuerdo que nadie le puede arrebatar ya a su amado hijo
María mira dentro de si, allí encuentra la vida de su hijo y su alegría en espera. Hoy discípulos acompañamos a María y a Jesús en espera silenciosa y consolando su dolor con amor.
A partir de ahí trate de ver la vida de distintas vértices.
Hoy tuve mi primer viernes Santo después de muchos años.
En unió n verdadera con mis hijos
Dejar un comentario