Después del año de la misericordia, el año de la conversión

Conversión

Como el 2017 no fue señalado por el Santo Padre ni los obispos de Argentina como orientado hacia algún tema en especial, acabo de declararlo para mí mismo, y de decidir contagiarlo como el año de la conversión.

Porque tanto nos ama el Padre, tanto, ¡tanto!, que seríamos ingratos si siguiéramos iguales que antes, frente a tanta bondad. ¿Cómo no vamos a aceptar su llamada?

¿Es que existe acaso una manera diferente de acoger su misericordia que convirtiéndonos por completo a Él?

CONVERSIÓN, es, por otro lado, el mensaje clave del acontecimiento de Fátima, cuyo centenario estamos ya viviendo. No otra cosa ha pedido María, cada vez que se ha manifestado: conversión y oración.

Meditando sobre lo que implica para mí y para al menos algunos de nosotros la conversión, he querido plasmarlo en algunas palabras, que me resuenan con enorme potencia en el corazón por estos días.

Es tiempo de CONVERTIRNOS.

Tiempo de radicalidad.
De decisión, de valentía, de arrojo.
No es tiempo de componendas, ni de hábiles camuflajes con el entorno. No es lógico que nos mimeticemos con el aspecto y la realidad del podrido follaje del mundo, para no ser notados.

Ni tiene sentido aprender e imitar el “paso de baile” de un mundo que se encamina, entre sonoras carcajadas, hacia el abismo.

Es tiempo de aprender, de una vez para siempre, el “paso” de Dios.
De moverse al “ritmo” de Cristo.
De aferrarse a las refulgentes certezas que emanan de su Corazón y de sus Palabras, y no soltarlas ni un instante.
No es tiempo de dudar, ni tampoco de entenderlo todo. Es tiempo de escuchar con corazón humilde, y obedecer con prontitud y confianza.

No es tiempo para elaborar complicadas teorías en abstrusos lenguajes, ni de “ablandar” las pétreas palabras del Maestro o trocarlas por buenismos arenosos.

Es tiempo de abrazarse a la Cruz, y al Crucificado. De abrazar al Viviente, y beber sólo de su abierto Costado nuestra agua y nuestro aliento.
Es tiempo de arrodillarse y caminar, o quizá, de caminar de rodillas. 
Es tiempo de abrir las manos y los brazos y el corazón, para recibirlo todo del que es el Todo, y entregar el infinito tesoro que es Cristo al mundo vacío y enfermo.
Es tiempo de decir la Verdad, bien fuerte, sin matices, sin tapujos, sin glosas ni eufemismos. De decirla tal cual es y nos ha sido dada, se entienda o no, confiando en su ínsita eficacia fecundante.

Es tiempo de sanpablear, tiempo de sanfranciscojavierear, tiempo de donbosquear y de sanmaximilianokolbear. Y tiempo de santateresear, como en Lisieux o Calcuta, o en Auschwitz o Ávila.

Es tiempo de afirmarnos en nuestra identidad. De cancelar todo intento de aguar nuestro ser. De clausurar toda puerta abierta por la cual pueda estar escapándose nuestra esencia.
De vigilar para que la sal que somos no pierda su sabor, y de mezclarnos sabiamente con quienes necesitan ser salados.
Es tiempo de sonreír ante la incomprensión, y cantar con todas nuestras fuerzas, alternadamente, el Miserere y el Aleluya. Tiempo de iluminar al mundo con la única alegría que perdura: la que emana del Calvario y el Sepulcro abierto.

Es tiempo de cobijarnos en el regazo de María para no perder el calor de la caridad, De meternos en su Inmaculado Corazón, confiando en que allí vuelva a encenderse siempre el fuego del celo apostólico.
Meternos una y otra vez, para luego lanzarnos, ardientes y entusiastas, a irradiar a Cristo.

Es tiempo de DIOS, así, sin eufemismos, sin cuidadosos prolegómenos ni complicadas justificaciones.

Porque sólo Dios basta. Sólo Dios sacia.

Porque solo DIOS es la vida, la libertad y la plenitud.

7 comentarios

  
Martín
Padre

Necesito, como un enfermo necesita medicinas, convertirme. Sé que el Señor y su Madre me llaman, pero mi maldita carne... ya no quiero seguir igual.

Le pido al Espíritu Santo la gracia necesaria para renunciar me

Escribo esto con la confianza en la misericordia y con el dolor que produce el pecar de palabra, obra, omisión y pensamiento

Viva Cristo Rey y la Virgen María
17/02/17 7:19 AM
  
Miguel Antonio Barriola
Es tiempo de unir: "Yo tampoco te condeno" con "vete y no peques más" (Jn 8, 11)
17/02/17 11:16 AM
  
claudio
Tienes razón Padre. La conversión precede a la misericordia, es el caso de San Pablo, San Juan El Precursor. Primero convertíos........pero en qué ?, con qué objetivo ?. La conversión es la Fe ?, es la caridad ?. La conversión implica una desaparición del hombre en Cristo, una fusión donde ya nada importa más. Ahora pregunto, con todo lo que está pasando dentro de la Iglesia, dónde se advierte esa conversión ?........
17/02/17 4:06 PM
  
Gabriela
Soy testigo de la misericordia de dios y he comenzado mi camino de conversion por eso este año segun lo propuesto seguire trabajando en ello
17/02/17 6:39 PM
  
María de las Nieves
Misericordia ,Dios es Amor, fin supremo, queda convertirse al Amor Jesucristo Muerto y Resucitado, tomar la cruz , la que no nos gusta ,de lo que huimos ,de lo que criticamos y amar al AMOR ,muerto por Amor a todos El Amor que todo nos lo dio ,en su infinito Amor no es amado ,somos unos ingratos ,deberíamos estar inmensamente agradecidos por lo dado, ahora es entrar en la puerta estrechísima para la vida eterna por el arrepentimento, la confesión, propósito de la enmienda. lo que siempre nos han enseñado
18/02/17 9:57 PM
  
Silvia
Si la situación de la iglesias sigue así, la conversión será al protestantismo.....
Es usted optimista y necesitamos sacerdotes verdaderamente católicos.
18/02/17 11:10 PM
  
Marisa
"Es tiempo de decir la Verdad, bien fuerte, sin matices, sin tapujos, sin glosas ni eufemismos. De decirla tal cual es y nos ha sido dada, se entienda o no, confiando en su ínsita eficacia fecundante."
Tal cual.
19/02/17 5:39 AM

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