La todología y sus contraindicaciones
Debo estar un poco nostálgico de mis tiempos de estudiante, pero en estos días recordé la “cargada” con la que solíamos referirnos a un compañero, elocuente en exceso:
“Oh, nn, que sabes de todos los temas, y que si no sabes, inventas”
“Todólogo”, le solíamos decir, claramente en lugar de teólogo.
Aunque ya en el ministerio sacerdotal, muy pronto, y especialmente desde que participo en las redes sociales, algunos de los fieles más cercanos me han acusado con toda justicia, diciéndome, por ejemplo: “a ver vos, que opinás de todo, qué pensás de tal o cual cosa”
Por lo que puedo colegir que uno de los defectos más recurrentes en nuestro “gremio” clerical –al menos en Argentina- es la inclinación persistente a ser “todólogos”, a querer opinar sobre todos los temas y abordar cualquier cuestión, y hasta hacerlo con ciertas “ínfulas”.
Indudablemente, el estudio de la Filosofía brinda a los clérigos una natural y razonable aspiración a la totalidad porque, como ciencia de las causas últimas, nada queda fuera de su incumbencia: Dios, el mundo, el hombre… Y ambién hay una tendencia a la totalidad en la Palabra revelada y en la ciencia de la fe, desde la certeza de que Cristo es “la medida de todas las cosas".
Pero esta tendencia juvenil a constituirnos en “todólogos” es reforzada y con frecuencia distorsionada por la misma vida pastoral. Al menos en mi país, un número elevado de fieles laicos suelen tener la falsa impresión de que los sacerdotes “estudian y saben más que nadie” sobre la faz de la Tierra.
Así, erróneamente, somos constituidos en “oráculos” clarividentes de la vida entera, y consultados sobre la más amplia variedad de temáticas y –aquí está lo más inquietante- nuestras opiniones personales son tenidas a veces por “palabra santa”, como si gozáramos de un permanente carisma de infalibilidad.
Indudablemente hay sacerdotes que han consagrado su vida al estudio y la investigación no sólo de la filosofía y las ciencias sagradas, sino también de las ciencias humanas, de la historia, la sociología, la psicología; pero incluso en esos casos resulta conveniente mantener la mesura.
Porque si nos dejamos llevar por esta sensación de infalibilidad, es probable que en más de una ocasión… quedemos en offside.
Así sucedió, sin ir más lejos, el pasado domingo, cuando el Papa Francisco tuvo la oportunidad de dejar un mensaje para el Super Bowl. No dudo que era una oportunidad única para llegar a millones de personas, y que San Pablo hubiera aprovechado esa ocasión sin vacilar. Y la verdad es que leí sus palabras, y me parecieron bastante parecidas a las anteriormente enviadas para el mundial de fútbol en Brasil, o para los Juegos olímpicos, e incluso similares a una ya clásica reflexión de Benedicto XVI sobre el fútbol.
Por eso me impresionó que un joven y aún poco conocido periodista deportivo argentino, en un par de párrafos emitidos casi con descuido, señalara que las palabras del Papa no se aplican especialmente al Fútbol Americano.
“Muchos –señala Sebastián Fest- se quedaran boquiabiertos ante el elogio del Papa a uno de los deportes más cuestionados del planeta. Un deporte en el que, una vez retirados, el 43 por ciento de sus jugadores muestra daños cerebrales. Un deporte en el que explota el doping. Un deporte en el que, “si no hubiera reglas, los jugadores se matarían los unos a los otros””
Personalmente, y más allá del “fuera de juego” de Francisco –que, al fin y al cabo, es sacerdote argentino-, me queda una importante enseñanza para mi ministerio sacerdotal: que debo ser enormemente cauteloso frente a realidades que no conozco suficientemente. Para evitar que mis oyentes “levanten el banderín” y digan, parafraseando a los atenienses, “otro día te escucharemos”.
Y, por si hiciera falta, este “offside” nos ayuda a ver que si bien sólo el Romano Pontífice goza del carisma de la infalibilidad, no lo ejerce siempre y en cualquier circunstancia. Aunque a algunos todavía no les quede claro.
11 comentarios
www.lifesitenews.com/news/lady-gagas-halftime-show-to-promote-inclusion-spirit-of-equality
Y además dejarse ver la cara después de haberse alineado indirectamente (él y la jerarquía católica progre) con los derrotados Hitlary, demócratas, mundialistas, abortistas y libertinos e izquierdosos de todo pelaje en un país polarizadísimo y casi en estado preguerracivilista, no ha estado nada acertado. Lo que tocaba era mantener un perfil bajo y sosegante después de la gran metedura de pata diplomática, lo que incluye no dejarse ver mucho por un tiempo.
Me da que esta idea luminosa proviene del americano Greg Burke, que aquí no ha ido nada fino: ¿a quién le importa la Superbowl y el rollazo del fútbol americano fuera de EEUU? ¡Si lo único interesante son las cheerleaders!
A saber si ese comentarista argentino le echará la culpa al Papa del doping en el deporte, de los problemas de salud que causa el esfuerzo físico extremo y los deportes de contacto, y hasta de las reglas de los deportes.
Mejor quedarse con que San Pablo también lo hubiera hecho.
No nos engañemos, van a por francisco haga lo que haga con toda la artillería pesada. Es impresionante la caña que se le está dando al Sumo Pontífice.
Y los deportes de contacto Alfredo, no son lícitos. es más, si los ves irás al infierno y ya no serás católico porque visto lo visto últimamente ya hay quien decide dar los carnés de catolicidad no ya en función de la fe íntima y personal sino de las aficiones de cada cual.
¿Cómo se puede hacer semejante pregunta? Por Dios Alfredo, que ya debe ser mayorcito para realizar semejante pregunta. Un poco de criterio.
Apañados vamos.
Dejar un comentario