22.11.11

Thetahealing, o el curanderismo vestido de secta (1)

Reproducimos a continuación la primera parte del artículo que acaba de escribir el sacerdote español Julio de la Vega-Hazas, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), sobre el movimiento conocido como “Thetahealing”, después de varias consultas que se han recibido en la RIES sobre su terapia.

Un vendedor ambulante de un mágico elixir que cura todas las dolencias no constituye, desde luego, una secta. Si forma una red de venta del elixir con unos cuantos compinches, tampoco. Pero si su puesta en escena va adoptando tintes religiosos, entonces ya entra en ese ámbito de religiones extrañas que se suelen denominar sectas. Thetahealing, como su propio nombre indica –“sanación Theta”-, es un curanderismo contemporáneo, pues pretende tener la clave de la curación de todos los males al margen de la medicina científica. No se trata, claro está, de un elixir; tiempo atrás, el elixir se presentaba como lo más avanzado, pero ahora lo vanguardista son técnicas complejas que permiten actuar a fuerzas ocultas. Eso es lo que propone la organización creada por la norteamericana Vianna Stibal. Y Stibal se presenta cada vez más nítidamente como una visionaria religiosa, y su grupo como una religión.

En cierto modo esta deriva religiosa resulta inevitable. En otros tiempos el charlatán del elixir podía huir a tiempo en su carromato a otro lugar en donde no le conocían. Hoy el simple poner distancia de por medio no permite escapar de las acusaciones de fraude y las amenazas de acciones judiciales –hay variedad en los distintos códigos penales, pero todos coinciden en considerar delito el intrusismo profesional y la comercialización fraudulenta-, y el refugio que les queda a los pretendidamente milagrosos remedios es transformarse en entidades religiosas, más protegidas por las leyes que las llamadas medicinas alternativas.

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21.11.11

Japón ratifica la condena a muerte a un adepto de la Verdad Suprema

El Tribunal Supremo de Japón ratificó el pasado 18 de noviembre la pena de muerte para Tomomasa Nakagawa, uno de los responsables de la secta Verdad Suprema, autora, entre otros, del atentado con gas sarín en el metro de Tokio que en 1995 causó 13 muertos y más de 6.000 intoxicados.

Según la agencia local Kyodo, en una noticia de la que se hace eco Efe, el Supremo desestimó el recurso interpuesto por Nakagawa, de 49 años, al que se le imputan en total 25 muertes en once atentados perpetrados entre 1989 y 1995, algo por lo que fue condenado a la pena capital en octubre de 2003.

A Nakagawa, un licenciado en Medicina que entró en la secta la Verdad Suprema poco después de graduarse, se le considera uno de los autores del atentado de Tokio de 1995 y también de los ataques del año anterior con el mismo gas en unos apartamentos de la provincia de Nagano (centro), en los que murieron siete personas. Además, se le acusa de estar implicado en el secuestro y asesinato en 1989 de los tres miembros de la familia de un abogado que preparaba un pleito contra la secta.

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18.11.11

La masacre de Guyana: ¿suicidio o asesinato en masa?

El 18 de noviembre de 1978, se suicidaban en Guyana 914 integrantes de una secta religiosa de origen norteamericano, la Iglesia del Templo del Pueblo. Treinta y tres años después, el diario La Vanguardia recuerda la masacre en un artículo firmado por Teresa M. Amiguet.

Tachada como la masacre del siglo, causó gran conmoción. Con el paso del tiempo el suceso continúa siendo un misterio. No debemos olvidar que se trata probablemente de la primera ocasión en la que los medios audiovisuales de comunicación desempeñaban un papel determinante en un suceso de estas características.

Tras los acontecimientos del día 18 y el primer recuento de víctimas, el 20 de noviembre de 1978 el Departamento de Estado de EE.UU. confirmaba los hechos y cifraba en 400 el número de muertos. En San Francisco, familiares de los miembros, dominados por el pánico asaltaban las comunas de la secta reclamando información sobre el posible fallecimiento de sus hijos o hermanos.

El 28 de noviembre, soldados norteamericanos enviados a Guyana descubrían nuevos cadáveres y se notificaba la cifra definitiva de víctimas: 919, entre ellas más de 300 niños. Jim Jones, líder y creador de El Templo del Pueblo, se hallaba entre ellas.

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16.11.11

El asalto de los mormones

Escritores y cantantes de éxito, dos aspirantes a la Casa Blanca y hasta un musical en Broadway… Más publicidad que nunca para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IJSUD). Así se encabeza el artículo que ha escrito Emili J. Blasco, corresponsal en Washington del diario ABC, y que se ha publicado el pasado 13 de noviembre.

Un gran cartel en Times Square de Nueva York, el mayor escaparate de anuncios del mundo, proclamaba «I’m a mormon» (Soy mormón) hace unos meses. Coincidía con el estreno del musical «The Book of Mormon», el gran éxito de Broadway de esta temporada, crítico con los mormones, pero ocasión para la Iglesia de los Santos de los Últimos Días (LDS, según el acrónimo en inglés) de darse más a conocer y superar viejos prejuicios. Al fin y al cabo, la mayor objeción puesta contra los mormones es la poligamia, y eso es algo que la LDS Church abandonó en el siglo XIX.

Lo mormón, en general, provoca recelo, comenzando por EE.UU., donde se discute que realmente sean cristianos (se les tilda de culto [cult, en inglés, es el equivalente del término castellano “secta], no de religión). Pero cuando se sabe que Stephenie Meyer, la creadora de la saga «Crepúsculo», pertenece a la LDS, como también Ryan Gosling, que acaba de estrenar «Los idus de marzo» (coprotagonizada con George Clooney), o Brandon Flowers, líder de «The Killers», entonces a los mormones se les ve de otra forma. Eso es precisamente lo que pretendía la campaña «I’m a mormon»: poner cara y ojos a sus fieles, rompiendo el estereotipo de los chicos que por parejas, con sus camisas blancas y chapita negra, recorren países extranjeros durante dos años de misión proselitista.

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15.11.11

Nostradamus y el fin del mundo en 2012

Fragmentos de apocalipsis (4)

Volvemos al visionario francés, que nos sigue proporcionando materia para escribir. Quién sabe si no le dedicaremos más artículos… pero como yo no tengo el don de la profecía, no puedo asegurarlo. Así que retomamos la figura de Michel de Nôtre-Dame, el célebre médico y agorero del siglo XVI que ha dado juego a lo largo de su posteridad para atribuirle mil y un aciertos en su libro de las Centurias. Después de presentarlo en el artículo anterior, ahora nos toca ver qué relación tiene Nostradamus con las predicciones que apuntan al año 2012.

En 2007, ya pasados y olvidados los furores milenaristas del año 2000, el canal de televisión History Channel emitió un documental titulado El libro perdido de Nostradamus, y que consta de dos capítulos. Es el típico producto posterior al hallazgo de un documento histórico antes oculto cuya veracidad se afirma sin contemplaciones y cuyo valor se magnifica sin medida –algo así como lo que sucedió hace unos años con el Evangelio apócrifo de Judas–. A mediados de la década de los 90, la periodista italiana Enza Massa descubrió un libro peculiar en la Biblioteca Nacional de Italia, y se dio cuenta de que se le atribuía al visionario francés (así que de perdido, nada). Dicha obra, bajo el título de Códice de vaticinios de Nostradamus, tiene ochenta ilustraciones atribuidas al famoso profeta provenzal. A partir de este hecho, el reportaje televisivo en dos entregas elabora un interesante argumento que intentaré sintetizar a continuación.

El mundo está muy mal –no hay mejor inicio para estas cosas– y cobran actualidad las profecías de Nostradamus. “Ha habido otros profetas, pero ninguno tan increíble” como él, dice uno de los expertos consultados por History Channel (que, por cierto, no son otros que videntes, estudiosos del agorero, especialistas en profecías y gente del estilo). Puesto el marco, llega la historia del hallazgo del códice por parte de la periodista italiana, que en cuanto vio la acuarela con una torre en llamas “se dio cuenta” de que anticipaba, varios siglos antes, los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York de 2001. ¡Cómo no! Los expertos del documental constatan cómo después del 11-S “todo el mundo pensó en Nostradamus”, que habría aludido en sus Centurias a este lamentable suceso.

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