¿El Papa ha muerto?
Si al leer el título han pensado –como es natural, por otra parte– que me refiero a Benedicto XVI, no se preocupen, porque no voy a hablar de él. El mes pasado recibí por correo electrónico una noticia que me sorprendió porque hablaba de la muerte del Papa. Leyendo la información descubrí que sí hablaba de un fallecimiento reciente, pero de lo que en la Historia de la Iglesia se ha llamado, técnicamente, un “antipapa”. El Diccionario de la RAE nos resume así el concepto: se trata de un “hombre que no está canónicamente elegido Papa y pretende ser reconocido como tal”. Y una de dos: o nos referimos a épocas pasadas en las que algunos disputaban al obispo legítimo de Roma su potestad (como nuestro Pedro Martínez de Luna allá a finales de la Edad Media, que se mantenía “en sus trece” ya fuera en Aviñón o en Peñíscola), o hablamos de ciertos personajes contemporáneos que de forma más o menos estrafalaria montan su propio “vaticano” autodeclarándose sumos pontífices (y por seguir con los ejemplos del solar patrio, pensamos en el cisma del Palmar de Troya y el solio ocupado por el célebre “Papa Clemente” y su línea sucesoria).
El último antipapa que el pasado 31 de diciembre de 2011 ha sido devuelto a la tierra de la que fue formado se llamaba Jean-Gaston Tremblay de toda la vida (en el siglo, como dicen los religiosos), aunque ha sido conocido después como Juan Gregorio de la Trinidad y, con la tiara puesta, Gregorio XVII. Un nombre papal, por cierto, utilizado también por Clemente Domínguez en el Palmar de Troya, pero que curiosamente no han coincidido en usurpar otros integrantes de la docena larga de antipapas que campan por el mundo a día de hoy. Pero para evitar malentendidos con el español, Jean-Gaston cambió su nombre y se autodenominó Juan Gregorio XVII. Tremblay nació en Quebec en 1928 y en su juventud fue hermano de San Juan de Dios, orden que dejó cuando empezó a planear la fundación de una nueva congregación, aunque más tarde, en 1961 abandonó también la Iglesia católica para hacerse seguidor de un grupo cismático peculiar, la Iglesia Renovada de Cristo.