¡Que vienen los zombis!
Fragmentos de apocalipsis (16)
A pesar de lo que parece, no se trata de una broma, ni el tema estaba para el cachondeo del personal. Hace dos meses, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, sus siglas en inglés) de los Estados Unidos tuvieron que aclarar públicamente que no había una epidemia zombi en el país. ¿Cómo pudo llegarse a esta situación? En primer lugar, hay que tener en cuenta la figura de los zombis en la cultura popular norteamericana, que se ha visto más difundida en los últimos tiempos con los cómics y, sobre todo, la serie televisiva The Walking Dead, además de algunos videojuegos. Todos estos productos coinciden en poner a la humanidad ante una situación límite, de carácter apocalíptico, provocada por una epidemia que convertiría a las personas en muertos vivientes que, además de inspirar el consabido terror, resulta que contagian su estado a aquellos a los que muerden.
¿Y esto es suficiente para provocar una alarma social? No; falta el segundo factor: algunos episodios de canibalismo en los Estados Unidos y en otros lugares que coincidieron cercanos en el tiempo y que se asociaron, en el imaginario colectivo, al fenómeno zombi (el ataque de Rudy Eugene, en Miami el 26 de mayo, Alexander Kinyua en Baltimore el 4 de junio, y Luka Rocco en Montreal el 24 de mayo).
Quizás hay que añadir un tercer elemento a la hora de valorar lo que pasó: los CDC no habían tenido mejor ocurrencia que, para llamar la atención, dedicar un apartado sobre la prevención en su página de Internet a los zombis. Bajo el título “Preparación zombi” los responsables de los CDC señalaban que si un ciudadano está preparado para resistir un “apocalipsis zombi”, lo estará también para hacer frente a huracanes, epidemias, terremotos o ataques terroristas. Es decir, no era más que una estrategia comunicativa que aprovechaba la popularidad de los muertos vivientes para animar a la gente a la preparación ante posibles catástrofes.