España cuenta con unos 5.000 neopaganos y practicantes de brujería
El diario español El Mundo ha publicado un reportaje titulado “Son psicólogas, son maestras… son brujas (y viven en España)”, en el que Fernando Alonso, redactor y fotógrafo, se acerca a la realidad del neopaganismo en este país. Tal como introduce el artículo, asiste a un aquelarre secreto en el suroeste de Madrid para conocer a las brujas de hoy. “La brujería es una cosa muy seria”, dicen. Está reconocida como religión desde 2011. Reproducimos el reportaje a continuación.
Relato de un ritual
«La caza de brujas llegará otra vez», explica la mujer mientras termina de disponer el altar. «Porque el sistema rechaza a las personas libres. Y la brujería es libertad». Ahora todo está preparado para el conjuro. El santuario de la bruja es un búnker de silencio. El único sonido proviene del chisporroteo minucioso y verde de las hierbas quemándose en el caldero, del que se estira un humo áspero y floral. La bruja hunde una vara de endrino en el pote. El humo se agita y huye. Pero ella lo atrapa entre las manos y lo empuja hacia la cara, como si se lavase con él, mientras le susurra unas palabras.
De pronto, los espasmos de las velas, que trazan un círculo alrededor de la bruja, iluminan con más fuerza la estatuilla, negra como la noche detrás de la ventana. La estatuilla que, apoyada en una piel de gacela, preside el conjuro. Es Hécate. La diosa del inframundo. La reina de las brujas y de los muertos. La dadora de vida y de muerte. La Gran Diosa.
La bruja también tiene nombre. Se llama Guadalupe Cuevas y ni su físico ni su personalidad coinciden con el arquetipo brujesco. No come niños, no viaja en escobas, no sujeta entre la boca carcajadas histéricas, no tiene tratos con el diablo y, por no tener, ni siquiera le abulta en el mentón una verruga indefensa y malvada. A sus 57 años, Cuevas, que lleva más de 30 viviendo profesionalmente de la brujería, reconoce con una sonrisa: «Es verdad que las brujas damos miedo, sobre todo a los hombres. Pero es un miedo fundamentado en prejuicios, en el propio miedo del hombre al poder de la mujer».Popularidad cultural
Series televisivas, novelas, películas, estudios universitarios… La brujería está de moda. Aunque ya han transcurrido más de cuatro siglos desde la quema de las hechiceras de Zugarramurdi (noviembre de 1610), el miedo sigue con las brujas. Por eso prefieren fingir que no existen. Aunque haberlas, haylas. Viven, en efecto, más acá de las páginas de Harry Potter y de los legajos fanáticos de la Inquisición.
Guadalupe Cuevas atravesó una profunda crisis personal y espiritual en la adolescencia que le puso la vida patas arriba. Fue entonces cuando leyó un libro que hablaba de la Diosa (los brujos lo escriben con mayúscula). «A partir de ese momento empecé a caminar», recuerda. La Diosa a la que se refiere Cuevas es el principio cósmico femenino del que todo nace y al que todo regresa, incesantemente. Es Hécate en la mitología griega; Inanna, en la sumeria; Kali, en el hinduismo; Cerridwen, en la tradición precristiana galesa.
Sirviendo a la “Diosa oscura”
«Para englobar a todas estas deidades, yo prefiero decir que sirvo a la Diosa oscura», resume Cuevas. «Porque la oscuridad no es algo negativo. A mí de la Diosa oscura sólo me llega amor. Y es que durante cientos de años de mentalidad patriarcal no habremos ganado el cielo, pero en cambio sí hemos perdido el submundo, el poder generatriz de la oscuridad. La bruja se conecta con ese principio. El suyo es un camino de transformación espiritual en el que los rituales son solo símbolos para llamar al inconsciente».
Visto así, la brujería es una religión de poesía. El caldero, sin ir más lejos, encarna el útero de la Diosa. Las velas aluden a la comunión del mundo visible con el invisible. La calavera de cabra es la representación de la muerte y el renacimiento, así como de la diosa celtibérica Ataecina. La vara mágica personifica la razón, que ayuda a transmutar la oscuridad del inconsciente en luz. «Nada de esto tendría sentido si no hubiera luego un trabajo personal de meditación y atención constantes», aclara Guadalupe Cuevas. «¿Ritos satánicos? Yo no sé quién es Satán».
Una presencia plural
No existen censos exactos sobre este fenómeno en nuestro país. Desde la sede española de Pagan International Federation calculan, sin embargo, que aquí hay unos 5.000 neopaganos, entre druidas, odinistas, reconstruccionistas, helenistas y otras seis minorías religiosas.
La rama más extendida, con todo, es la de la brujería contemporánea, a la que muchos, para esquivar las connotaciones peyorativas del término, prefieren llamar wicca, del anglosajón wic (sabio) o del gaélico wick (flexible). No hay acuerdo en la etimología. ¿Qué es la wicca? «Una amalgama de magia ceremonial, misticismo, teosofía, prácticas masónicas, religiones orientales e incluso cuentos de hadas, mitologías y adivinación», la define Martha Clover Jones, estudiosa del fenómeno wicca.
Según la opinión mayoritaria, se trata de una religión neopagana fundada a mediados de los años 50 del siglo XX por el ocultista británico Gerald Gardner. Para unos, un iluminado; para otros, un farsante. Sea como fuere, la gran mayoría de las corrientes (una veintena casi) de la brujería actual surge de las enseñanzas gardnerianas.
Todas las ramas wiccanas comparten, sin embargo, ciertos principios: concepción de la naturaleza como teofanía o manifestación de los dioses; politeísmo y animismo; creencia en la reencarnación y en los espíritus; negativa a instituir una ortodoxia; rechazo del proselitismo; respeto a otras confesiones religiosas; celebraciones litúrgicas siguiendo los ciclos naturales; ausencia de libros sagrados o revelados. «Haz lo que quieras, mientras no perjudiques a nadie» y «todo lo que hagas, bueno o malo, vuelve a ti multiplicado por tres» son sus normas éticas.
“La Diosa es todo”
Silvia Sandalwood, que prefiere esconder su identidad civil bajo su nombre iniciático, tiene 30 años. Es psicóloga, esbelta y bruja. «¡Claro que existe la magia! Sólo que la magia es una recompensa por conectar con tu espiritualidad. Para recibir ese don, tu ética tiene que ser intachable», advierte.
Durante algunos años, Silvia estudió brujería a solas, hasta que el año pasado fue iniciada en la corriente correlliana, una tradición fundamentalmente panteísta que privilegia la espiritualidad. «A diferencia de otras ramas de la brujería, nosotros adoramos por igual al Dios y a la Diosa». Silvia calla. «Vámonos», ha ordenado la voz que precede la comitiva.
Hace rato que ha caído la noche en estas parameras del suroeste de la provincia de Madrid. Una veintena de personas avanza en fila. La mayoría, mujeres. Todas se han pintado en la frente el símbolo de la Diosa, una media luna azul. Visten de un negro unánime. En el pecho les tiembla el chisporroteo de plata de los amuletos sagrados. Las capas, que les rozan los pies, son murciélagos de terciopelo y luna que se agitan en el sendero. Los celebrantes pertenecen a la escuela de misterios de Iberia, un movimiento que pretende resucitar los cultos precristianos de la Diosa en la península.
«Para nosotros la Diosa es todo. Subordinado a ella, está el Dios», informa Jana, la sacerdotisa, una profesora de instituto que nació hace 37 años con el nombre de Cristina Perales. «Nuestra escuela es radicalmente ecofeminista. Pero también hacemos activismo mágico, conjuros en que invocamos a la Diosa de Iberia para que nos ayude a propiciar el tan necesario cambio social. Porque ser bruja es hacer que el mundo cambie. Y no vale con mudar de partido político. Hay que cambiar el paradigma actual, basado en la dominación y el poder, por otro en que el placer y la cooperación sean sus principios».
Jana asegura haber tenido éxito un par de veces con su activismo mágico: «Pero no se puede contar. Es algo entre la Diosa y nosotros». Después de 20 minutos de caminata campo a través, las linternas del grupo se detienen frente a dos cuevas. Aquí es donde va a celebrarse una de las fiestas más importantes del año para las brujas. La fiesta en que los límites del mundo de los vivos y de los muertos se adelgazan. La fiesta del 31 de octubre, Samahin o el año nuevo, cuyos orígenes algunos retrotraen al neolítico.
Un ejemplo de aquelarre
Comienza el aquelarre. Los participantes, encabezados por Jana, se cogen de las manos trazando el llamado compás de las brujas, un círculo de poder dentro del cual se pronuncian las palabras sagradas para invocar los nueve rostros de la diosa Iberia, los puntos cardinales y los cuatro elementos de la naturaleza. Y todo ello escoltado por unas pocas velas y el tambor chamánico que golpea el sacerdote.
«Se trata de un ritual catártico en que los asistentes pueden llegar al trance, como les sucedía a las ménades de la Grecia antigua, en una explosión de emociones diversas: risas, llanto, gritos…», había explicado previamente Jana. El momento cumbre de la celebración tiene lugar poco después.
En la cueva aledaña, la sacerdotisa se ha transformado. Sentada en la roca, rígida entre las velas y cubierta de la cabeza a los pies por un velo negro, la figura de Jana es majestuosa, imponente, como el tótem de un matriarcado de historia y piedra. Un cruce entre una viuda de pueblo y la sibila de Cumas. Alguien frente a quien los participantes, uno a uno, se arrodillan para escuchar las palabras oraculares que pronuncia la Diosa a través de la voz –demudada y paleolítica– de Jana. «Caigo en trance y no recuerdo nada de lo que dice la Diosa», revelará unos días después la propia Jana en una ceremonia de danza y bosque con otras sacerdotisas de la hermandad.
La tradición celtíbera
No es fácil asistir a un aquelarre de ninguna de las diferentes corrientes de la brujería. Pero si hay una que se distingue por su hermetismo, ésa es la rama celtíbera, hasta el punto de que otras tradiciones de la brujería ignoran todo sobre sus ceremonias, pese a que es la única reconocida como religión desde 2011 por el Ministerio de Justicia.
«Fue un gran alivio para nosotros», rememora Paloma Luna Crespo, 59 años, novelista y una de las tres sumas sacerdotisas de la tradición celtíbera. «En nuestros rituales utilizamos espadas, cuchillos, hachas… En definitiva, armas blancas. ¿Y cómo vamos a decirle a la Guardia Civil, si nos para, que vamos a una ceremonia religiosa con todo eso en el maletero?».
Luna es menuda, pálida, cordial y remota. Tiene el alma de hormigón armado, como una Juana de Arco de la brujería, y por eso no teme al qué dirán. «Soy bruja desde hace 3.000 años. Escríbelo así». ¿Qué es ser bruja? «Ser bruja me ha confirmado que los cuentos de hadas de Disney existen, que hay otras dimensiones de lo real. Percibirlas y actuar sobre ellas, eso es la brujería». ¿Cómo? «Ah, eso es secreto».
Paloma Palma, otra suma sacerdotisa –naturópata y tarotista–, asiente. Se defiende con el silencio de las preguntas sobre las prácticas de su orden. Sólo dice: «La gente cree que ser bruja es coger una varita y hacer hechizos. La hechicería es a la brujería lo que un ayudante de cocina a un chef».
Se les exige la apostasía
Los miembros de la rama celtíbera, más de 200, son algo así como los boinas verdes de la brujería. Un cuerpo de élite, iniciático y mistérico. Por de pronto, y a diferencia de otras corrientes, en la celtíbera se les exige a todos los adeptos un certificado oficial de apostasía de su religión anterior antes de entrar en la orden. Fernando González, 50 años, sumo sacerdote, historiador de vocación y fundador de la wicca celtíbera, se justifica: «Si no se hiciera así, creo que sería un mal ejemplo para ti, para las creencias que has profesado y para la nueva religión a la que te acercas».
Otro rasgo que diferencia a los brujos celtíberos de los demás es que el nombre sagrado no lo elige cada cual, sino que es el sumo sacerdote quien se lo impone al neófito susurrándoselo al oído en el rito de iniciación. Un nombre que está prohibido revelar fuera de la hermandad. Por otra parte, tampoco existe la autoiniciación. «La iniciación sólo la puede llevar a cabo un corro de brujos», puntualiza González. «Nadie puede iniciarse a sí mismo. Es como si alguien, después de leer unos libros de Medicina, se proclamase médico. Ser brujo es algo muy serio. La brujería es una religión».
“No hemos creado nada nuevo”
Para los brujos celtíberos, hay dos divinidades principales: Cernunnos, el dios astado o cornudo, símbolo de la regeneración y la fertilidad, y la Diosa oscura en su triple faceta de doncella, madre y anciana. «Creemos en los dioses indoeuropeos, pero decir que somos neopaganos es ofendernos», interviene Luna. «Porque no hemos creado nada nuevo. Nuestro tronco es el del árbol de la brujería ancestral, el que hunde sus raíces en tiempos inmemoriales, anteriores al cristianismo, y que fue desmochado por Constantino primero y por la Inquisición después. Un tronco que ha rebrotado otra vez».
Y precisamente en un cerro apartadizo, entre encinas que sujetan la luz del atardecer, Luna, solemne y sacerdotal, oficia al sur de la provincia de Madrid el hospitium, la ceremonia de bienvenida a la hermandad de Susana, una administrativa de 39 años. «Un rito que nadie ajeno a nuestro culto o a la familia del neófito ha presenciado jamás», dice González. En el hospitium –el paso previo a la iniciación–, Luna presenta a Susana a la comunidad, formada por 12 individuos entre hombres y mujeres, todos vestidos con los ropajes ceremoniales de los antiguos celtíberos.
En determinado momento, Susana accede al círculo sagrado trazado con piedras, inclina la cabeza, arrodilla la blancura del hábito, jura fidelidad al culto. Los demás miembros pronuncian una invocación en la arcaica lengua de los dioses, levantan las manos y Luna hunde en el cielo aldeano la espada inofensiva y ritual. Después, en medio de un silencio inmóvil, Luna consagra a Susana a las divinidades y les suplica que la escondan de peligros y la guíen en su nuevo camino.
La ceremonia ha concluido. Luego, abrazos, risas, un ágape comunitario. Luna acompaña con la vista el vuelo de un pájaro, que se lleva hacia el sur la última luz de la tarde. A Susana se la ve feliz. Dentro de un año y un día volverá a ser protagonista de otro ritual, el definitivo, el que la convertirá para siempre en bruja.
25 comentarios
Pues eso.
Saludos cordiales.
Y tan seria. Te lleva sin remisión al infierno.
Yo con 18 años cuando salí de una psicóloga, meses después, ya en verano, tenía sueños bastante raros que, me despertaba y parecía que estaba caída de la cama, viendo la luz del día y el póster de jean Dean.
Saludos cordiales.
Esto de religión no tiene nada, es seguir los poderes diabólicos, a eso yo no le llamaría religión sino secta.
Jesucristo Señor Nuestro, pedimos que por tu inmensa misericordia, les des nuevamente a estas personas encadenadas por su propia voluntad al maligno, la oportunidad de ver brillar tu Verdad y tu Luz; la única Verdad y la única Luz.
Pedimos la intervención del Santo Espíritu para que reprenda a los que corresponda y del Santo arcángel Miguel en defensa de quien merezca ser defendido.
Damos gracias al Padre, Santo y Bueno; que siempre está presto a escuchar, socorrer, ayudar y proteger a todos los que le llaman 'Padre' a través de Su Hijo y Su Espíritu.
También ruego a la Santa Virgen María que ruegue por nosotros pecadores, y por las almas de las personas que están lejos de Dios con más fuerza, para que puedan conocer al Hijo, Nuestro Hermano y Salvador... ¡Nacido de mujer! (no olvidéis esto último 'brujas'; ni vuestra dignidad como criaturas de Dios; porque Dios no clama venganzas contra ustedes; se entristece como un padre que ve perderse a una hija y la espera en casa con la misma esperanza y amor con que lo hizo el padre del 'hijo pródigo').
También ruego por las oraciones y la intercesión de los santos, en especial de San Martín de Porres y de San Benito; el enemigo sabe porqué; como sabe que el día que sus hijos crean que han ganado esta batalla, les sobrevendrá la derrota definitiva porque ésta ya ocurrió hace mucho tiempo.
El mundo, el pecado, el mal, la oscuridad... ¡Ya fueron derrotadas! Su sentencia ya se dictó y será ejecutada el día que sólo Dios Padre conoce.
"Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
El hijo le dijo: 'Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo'.
Pero el padre dijo a sus siervos: 'Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.
Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado'. Y comenzaron la fiesta".
San Lucas 15; 20 al 24
Saludos y bendiciones
Sólo cabe rezar para que su efecto maligno no se extienda.
Gracias por su sitio que trae a la luz artículos como este!!!
Voy a reponder algunos de los mensajes que alegremente se ponen por aqui.
A Nestor y a Madre: La Wicca esta reconocida como religión y amparada por la constitución. Repito, es una religión.
Maria: No se moleste, no quiero ser catolico y no quiero ser convertido.
Ricardo: Comprenderas que si llamas repugnante a un culto religioso, la gente que profesa ese culto se puede sentir ofendida. Que tal si tu te diriges a la gente con respeto a su religion y yo hago lo propio.
Gustavo y Maria Teresa Campos: Las raices y la historia de las gentes que habitaron la peninsula iberica son anteriores al dominio romano y al cristianismo, es decir, antes del cristianismo ya vivia gente por aqui y eran paganos.
Luis Fernando, Nestor, Angeles: En la wicca no se adora a ningun diablo, no creemos en el.
Angeles: De verdad, deja la television.
Que no crea en su Dios no significa que yo no crea en lo Divino , y entiendo que en mi libertad religiosa no le ofendo a Ud con ello. Por lo tanto mía creencias no son cualquier cosa son tan sagradas para mi como para Ud por lo que pido respeto lo mismo que yo respeto sus creencias.
La brujería en el Estado Español como en el portugués si esta legalizada lo cual si es una confesión religiosa.
Confesión Religiosa Wicca, Tradición Celtíbera, inscrita en el Registro de Entidades Religiosas con el Núm. 2560-SG/A
Y tan sería pero por nuestra dedicación y nuestro empeño por ser religiones minoritarias que no nos hacen no válidas , defendemos nuestros derechos como todas las religiones.
En nuestro caso no adoramos al diablo ni creemos en el infierno lo cual dudo que podamos terminar en el.
Los poderes de un brujo ni proceden de Dios cristiano ni del demonio porque para empezar un brujo no cree en el diablo, satanás, Lucifer o como lo quieras llamar , son paganos y adoran a divinidades porque son politeistas , y los paganos que to sepa históricamente y antropologicamente vienen de una religión mucho más antigua de que se escribirse la biblia.
No hace falta rasgarse las vestiduras y gritar porque en un akelarre se célebre lo que se tenga que celebrar como vosotros lo hacéis en vuestra eucaristía.
Con fuego te quemas y con agua te ahogas ya lo sabemos.
Ricardo
Lo que lo hace repugnante es ver como alguien condena a otro que procese su fe si esta no es la suya , eso sí es repugnante.
En relación con la noticia de la que se han hecho eco en su página, leo en los comentarios unas alusiones que entiendo debo responder como representante de la Confesión religiosa Wicca, Tradición Celtíbera, por lo que me parece pueda atentar contra mi/nuestra Libertad Religiosa.
Ruego tengan a bien publicarla y perdonen si por descuido pueda ofender sentimiento religioso alguno, que ya les adelanto no es ni mucho menos mi intención.
Permítanme que me presente. Mi nombre es Fernando González y les escribo como Sumo Sacerdote y máximo representante de esta Confesión, Culto legalmente reconocido como tal en España e inscrito en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia con Núm. Ref. 2560-SG/A.
Siguiendo el hilo de comentarios, decirles que nuestro sentimiento religioso y Devoción, es tan sincero como el de cualquier otro creyente, y que no creer o adorar su Dios no nos hace reos de seguir cualquier otra cosa que lo sustituya, porque no es por sustituir, sino por llenar lo que nos ha llevado a seguir este Camino.
Frente a la duda si somos o no una Religión, que por lo leído mantiene alguna persona, reitero que nuestro Culto, además de serlo, está reconocido pública y legalmente como religión y eludir esta realidad de hecho y de derecho, no hará que sea de otra forma.
No eludimos y es más, estaríamos encantados poder confraternizar con cualquier persona y Confesión religiosa, lo único que pedimos es respeto.
Agradecemos el buen ánimo de quienes sientan misericordia por nosotros, un gesto que les honra, pero créame no estamos en esa situación de necesidad espiritual, sino de búsqueda y enriquecimiento espiritual en virtud de nuestra fe y convicciones. Lo que no es óbice que como seres humanos no pasemos por momentos de incertidumbre.
En cuanto a que nuestra creencia religiosa nos inhabilite para cualquier trabajo o función o nos haga menos profesionales en nuestras respectivas ocupaciones laborales que cualquier otro creyente de otra religión, ateo o agnóstico, debo recordarles, como fieles que les supongo, que cada uno de Uds. tiene su credo, sin que por ello nadie les pueda afear su trabajo.
El respeto a la libertad individual es tan importante para nosotros como para cualquier persona de bien y precisamente uno de los pocos dogmas que nos caracteriza es el de no hacer proselitismo de nuestra fe.
Es imposible que demos Culto a una figura mitológica en la que no creemos, como la del Diablo, y si bien Uds. están en su derecho de creerlo así, ni nos obliga ni nos sentimos más aludidos que en la necesidad de desmentirlo. Y que su Confesión haya identificado ciertos rasgos o atributos totémicos con alguna divinidad cananea demonizada por la fe judaica, como el caso de Baal Zebuth, ni de lejos significa que demos Culto a la misma.
No somos quién para decidir quiénes tienen la potestad de tenerse por Religión, pero si lo llega a ser o no en España el Satanismo, no es un tema que nos interese en absoluto.
Efectivamente, como apunta alguna persona, el número de 5000 creyentes es muy engañoso e irreal, siendo muchas más las personas afines a las creencias paganas, si bien es un número muy prudente debido al resquemor, precisamente, frente a una opinión pública mediatizada por secuelas medievales, como la de quien entiende “repugnante” nuestra existencia.
Reconstruir y seguir una Religión ancestral no nos hace menos que nadie, tampoco más, y por supuesto ni por asomo empáticos en cuestiones de fe con el Islam, como Uds. comprenderán. No entiendo este símil pero si buscan una referencia más cercana en cuestión de fe y creencias, sería la Cristiana en todo caso.
Que no seamos católicos no nos hace ignorantes en cuanto a historia de las religiones y de nuestras raíces. Es más, son a nuestras raíces por decenas de miles de años precristianas a las que hemos recurrido y en donde nos hemos encontrado. Creernos “estúpidos” o “fáciles de manipular” por haber elegido libremente una creencia religiosa, es más un exabrupto gratuito que una opinión fundada.
La intelectualidad se adquiere, se desee o no, y haber decidido libremente y en nuestra mayoría de edad la Religión que deseamos profesar, no es producto de ninguna serie de “idioteces” (disculpen tanta salida de tono pero se corresponde a opiniones dichas y aprobadas aquí), sino de convicciones. Aquí solo se acepta, y con reservas, a quien en perfecto uso de sus facultades SOLICITA entrar, ni tan siquiera nuestros hijos tienen ese derecho por serlo.
Tampoco elegimos entrar por “soberbia” y por supuesto estamos en las antípodas de ISIS, partiendo de que somos politeístas e idólatras. Acudir a nuestras raíces paganas en modo alguno nos hace permeables ni proclives a amparar ninguna creencia fundamentalista y menos de quienes la sufrimos en el pasado, que por respeto a Uds. prefiero no sacar a colación. Y por supuesto que no ser católicos no significa que no sepamos en lo que creer, solo que no creemos en lo que creen Uds., ni que no lo defendamos al menos con la misma tenacidad.
Sin otro particular y pidiendo excusas anticipadas por la extensión de mi escrito, sólo proporcional a las alusiones, reciban nuestra gratitud por la de seguro, atención que recibiremos.
Fretarnalmente
Fernando González
Confesión religiosa Wicca, Tradición Celtíbera
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