La Pascua, según los masones
Seguimos con el tema tratado en el pasado programa “Conoce las sectas” del Sábado Santo en Radio María España. Después de abordar cómo se entiende la Pascua de Jesús en los testigos de Jehová, los mormones y el neopaganismo germánico, ahora Vicente Jara, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) se acerca al tratamiento del tema en la masonería.
Hoy el turno es para los masones. Si bien la sociedad de la Masonería no celebra la Pascua realmente tal y como el cristianismo la concibe, hay abundantes elementos dentro de esta sociedad secreta ligados al sentido de pascual de “paso”. Veamos algunos de ellos, recordando antes algo. Pascua viene del hebreo “pésaj”, que significa paso. Para el cristianismo, como fiesta central y principal sin la cual no tendría sentido de ser, es el Paso de Cristo, vencedor de la Muerte, el paso de la Muerte a la Vida.
Jesús de Nazaret dio un sentido definitivo y pleno al sentido que tenía para el pueblo de Israel. Para los judíos, pueblo nómada al principio, antes de constituirse como un pueblo verdaderamente asentado en un territorio, ganadero por lo tanto, transhumante, y luego agrícola, ya asentado en la Tierra Prometida, tenía un sentido de salida de la esclavitud de Egipto y de paso del Mar Rojo, de paso del Señor de los Ejércitos, Yahweh, que hiere al pueblo egipcio del faraón y salva a su pueblo, y ligada a esta fiesta, sus elementos sacrificiales del cordero y de los panes ácimos, aspectos ganaderos y aspectos agrícolas. Veamos ya los elementos de “paso” de la masonería.
La situación en el calendario de la fiesta pascual es siempre primaveral, con exuberancia en el florecer y la fertilidad. La masonería ve en el cambio de la tiniebla a la luz, que es la vida, el peregrinaje en esta vida, la complementariedad de los opuestos, la muerte y la vida. Toman una variada simbología para significar el pasar por el camino de la vida, por la ascensión de los grados masónicos, y el sentido de la muerte del maestro, la muerte de Hiram Abif, que ellos consideran como el maestro constructor del Templo de Salomón. Este es el centro de la masonería. El cuerpo de Hiram fue escondido por los asesinos, que los masones llaman Jubelon, Jubelas y Jubelus (y unen con la palabra Juwes).
Hay muchas leyendas sobre la muerte de Hiram Abif dentro de esta sociedad secreta. Unas dicen que fue enterrado en el monte Moria por sus asesinos y sobre la tumba de arena recién excavada se colocó un ramo de acacia para no aparentar una tumba y no fuera descubierto su cuerpo. Los emisarios del rey Salomón buscaron sin descanso el cuerpo, y cuando ya estaban agotados, un maestro arquitecto, de manera casual se sentó cerca de la tumba y del ramo de acacia y asiéndola percibió que apenas tenía las raíces profundas, por lo que intuyeron que esa era tierra recién removida. Así encontraron el cuerpo de su maestro constructor.
Otra versión dice que los maestros del templo buscando a su maestro encontraron un montículo de tierra que había sido hacía poco removida, y que parecía indicar que cubría un cuerpo muerto, plantando allí un ramo de acacia para reconocer el sitio. En una tercera versión los masones cuentan que la acacia brotó del cuerpo muerto del maestro Hiram Abif, anunciando así su resurrección.
La acacia es símbolo para la masonería de la resurrección, del verdadero maestro de la sociedad, del conocimiento de los profundos arcanos y de la verdadera posesión de la maestría. Su perenne verdor y su dura y recia madera muestran para los masones este sentido simbólico.
Los grados dentro de la masonería son sucesivos, progresivos, en ascensión, secretos y no aptos para los no iniciados. Al llegar al tercer grado de la masonería, el grado de la muerte y de la resurrección de Hiram Abif, se adentra el masón en el momento de la unidad fraterna y del ágape hacia los demás hermanos masones. Es el paso de la oscuridad de la muerte a la resurrección del justo, pasando del polvo a la luz de la inmortalidad. Hiram Abif es modelo de fortaleza y paciencia que en la prueba ha de ayudar al masón a vencerse.
Es símbolo del pasar de la muerte a la vida, algo que desde el inicio en esta sociedad secreta queda claro, como es el primer grado de iniciación, donde el recién llegado es invitado a realizar su testamento filosófico, pues esta primera prueba es la prueba de la tierra donde el neófito ha de meditar sobre la muerte y la vida, sobre los sentidos de la sal, el sulfuro y el mercurio (elementos alquímicos), sobre el sentido del agua, que es la vida, y sobre el sentido del grano de trigo, el cual ha morir para dar vida, y ello ante un esqueleto o una calavera y ante una guadaña, entre otros elementos previos a la entrada al templo masónico.
Para alcanzar la vida el masón ha de acceder al conocimiento, a los principios y leyes de la masonería, y vivir según esos principios. Aquí también tenemos la importancia en sus rituales de las llamadas “palabras de paso”, “palabras de pascua”, pues por ellas se sube en la pirámide masónica, progresando, realizándose interiormente, tal y como ellos lo entienden. Y de ahí la importancia en la masonería del Lucifer, al ángel que quiso ser como Dios, el lucero del alba, Venus, que es Eblis, el cual quería progresar, ascender, ser como Dios. Ese es símbolo también de la masonería. Este es su sentido de su “Pascua".
7 comentarios
Así pues, antes de hablar documentarse mejor, quizás así aprendáis la realidad y la mentira sobre los masones. Ni son tan buenos como dicen ni tan malos como creéis.
Aunque me comenta que ha leído todos los libros de Ricardo de la Cierva (imagino que sólo los que tratan de la masonería, porque este escritor lleva escritos más de ciento cincuenta libros), le recomiendo, por si no lo ha leído todavía, el último libro de este autor sobre la masonería; lo publicó a fines del año pasado y se titula precisamente: "Masonería, satanismo y exorcismo" (Ed. Fénix).
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