Halloween (2): de festividad pagana a elemento de consumo
El experto argentino Roberto A. Federigo, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), ha escrito un artículo sobre la festividad de Halloween. Lo reproducimos a continuación, extraído del boletín Info-RIES nº 175 (suscripción gratuita en www.ries-sectas.tk).
Calabazas, brujas, calaveras, duendes, jóvenes con cuernos rojos y tridentes, ¿Quién no los vio alguna vez? Pero en Madrid, Barcelona, Buenos Aires, México D.F., y otras grandes ciudades iberoamericanas es un fenómeno relativamente nuevo y en constante crecimiento. No es la meta de este informe hablar ampliamente sobre sus orígenes, pero sí realizar una breve descripción del porqué de su implante y desarrollo en lugares culturalmente diferentes a los de su origen.
Se dice que la globalización es: un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. La globalización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo democrático o la democracia liberal y que han abierto sus puertas a la revolución informática, plegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones internacionales.
Este proceso, como fenómeno, despierta críticas de las más diversas y opuestas; están los que la consideran una amenaza a las estructuras de las naciones o estados, como los que opinan que terminaría con las diferencias individuales. El compendio de la doctrina social de la Iglesia también se ha referido en: V. Las “Res Novae” en economía (y sucesivas), Capítulo Séptimo “La vida económica”.
Otro fenómeno, casi inherente a la globalización, y para muchos uno de los posibles motivos de su aparición, sería la “democracia liberal”. La democracia liberal es una forma de gobierno que entre otras cosas se caracteriza por garantizar los derechos de la propiedad privada, motivo que lleva a que se considere a la globalización como una consecuencia de esa política y por ende una cara nueva de otras ya aplicadas, reconvertidas en neocolonialistas y postmaterialistas.
La década del 90 se caracterizó por el asentamiento de esas políticas neoliberales y el desarrollo del fenómeno de la globalización. Los pueblos hispanos quienes en mayor parte provenían de sistemas políticos autoritarios, dictatoriales o tiránicos, vieron en sus florecientes democracias y sus rápidas recuperaciones económicas, una apertura a nuevas tecnologías, y fundamentalmente a una irrestricta información. Pero la apertura de nuevos mercados, significaría también la llegada de nuevos productos y también de una gradual asimilación de costumbres. Tantos años de de dilaciones tecnológicas y de vacios industriales, generarían una lógica fiebre de consumo producida por las reconversiones monetarias y las importaciones, que se verían reflejadas en algunos cambios de hábitos o en algunos sincretismos.
Esos productos, por supuesto, en varios países necesitaban de una adecuada distribución que en gran parte de los casos fue lograda gracias a la apertura de grandes cadenas de tiendas multinacionales. Así en las bateas de los hipermercados no solo habrían de encontrarse productos más o menos exóticos para la mayoría de los hispanos como: mantequilla de maní, malvaviscos, bates de baseball y árboles navideños sin pesebres ni “Belén” entre otras cosas. Pero hacia finales de octubre, podían verse entre el predominio de colores negros y anaranjados, algunos objetos de espanto, que casi todos, solo conocíamos de las películas hollywoodenses ¿Qué había ocurrido?
Simple: gente con bienestar económico y ávida de consumo; las multinacionales saben de eso. Halloween, la fiesta pagana celta es un buen negocio, en estos tiempos promovida no solamente por sus precursores sino por otros oportunistas como fabricantes de trajes, mascaras, juguetes y golosinas y empresarios de locales nocturnos que incitan a los jóvenes a una imitación foránea de esa “diversión de los exitosos”.
Para finalizar diré que este tipo de festejos no solo atacan y ponen en peligro los tradicionales de nuestros pueblos, sino que además en los últimos tiempos puede verse la transformación de algunas simpáticas y casi inocentes calabacitas, virando hacia el ocultismo, la brujería y la simbología satánica, aunque este será tema para una investigación mucho más profunda.
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