La mujer del cura quiere ser cura
Se llama Cristina, se apellida Moreira, y se ha convertido en la primera mujer católica española excomulgada por razones doctrinales en mucho tiempo. El motivo de la posible excomunión es simple. Se puede consultar en este documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe:
Decreto general relativo al delito de atentada ordenación sagrada de una mujer
La relación de doña Cristina con el sacramento del orden sacerdotal es, como mínimo, complicada. Y viene de atrás. Está casada por lo civil desde hace años con Victorino Pérez Prieto, sacerdote de la diócesis de Mondoñédo-Ferrol. Hasta donde yo sé, y aunque está suspendido, el proceso canónico para su secularización no se ha cerrado, lo cual es ciertamente peculiar. Obviamente no puede celebrar Misa. Hay quien aseguró que lo hacía aunque él lo negó.
No es este el lugar para contar algunos detalles de las relaciones entre la señora Moreira y el señor Pérez Prieto, pero créanme que la historia da para hacer un buen guión de cine, con víctimas colaterales de por medio.
En realidad doña Cristina tiene en común con don Victorino su alejamiento de la fe católica. Pérez Prieto fue una figura del progresismo eclesial en Galicia. No llegaba a la altura y notoriedad heterodoxa de un Torres Queiruga, pero, como se suele decir, “tenía un nombre". Digo que fue, y no es, porque me aseguran que ya no le quieren ni los que eran compañeros de desidencia eclesial. Eso no es óbice para que una universidad franciscana colombiana, la de San Buenaventura, le tenga contratado. Le presentan como “Especialista en misterio de Dios, diálogo interreligioso y ecoteología". Sí, han leído ustedes bien: ecoteología. Ahí queda eso. Pero la culpa no es suya, señores. La culpa es de la orden religiosa que decide tenerle entre sus formadores. Saben perfectamente quién es. Y también con quién está casado.