25.04.20

Secuestrada, casi invisible

Del Oficio de Lecturas de hoy, sábado 25 de abril:

La Iglesia, habiendo recibido, como hemos dicho, esta predicación y esta fe, aunque esparcida por todo el mundo, la guarda con diligencia, como si todos sus hijos habitaran en una misma casa; y toda ella cree estas mismas verdades, como quien tiene una sola alma y un solo corazón, y, en consecuencia, las predica, las enseña y las transmite, como quien tiene una sola boca. Porque, si bien en el mundo hay diversidad de lenguajes, el contenido de la tradición es uno e idéntico para todos.

Y lo mismo creen y transmiten las Iglesias fundadas en Germania, así como las de los iberos, las de los celtas, las del Oriente, las de Egipto, las de Libia y las que se hallan en el centro del mundo; pues, del mismo modo que el sol, creatura de Dios, es uno e idéntico en todo el mundo, así también la predicación de la verdad brilla en todas partes e ilumina a todos los hombres que quieren llegar al conocimiento de la verdad.
Contra los herejes, San Ireneo de Lyon

Así era la Iglesia en el siglo II. Una misma fe, una misma predicación independientemente de dónde estuviera. Así ha sido la Iglesia duante 20 siglos. Ciertamente ha sufrido el embate de cismas y herejías, pero dentro de ella la fe era la misma. 

Hoy esa Iglesia prácticamente se ha desvanecido. No digo que haya dejado de existir -los mártires dan testimonio de su existencia-, pero no es visibile en amplias zonas del mundo. Basta ver lo que predican buena parte de los obispos alemanes y lo que predican los polacos. No profesan la misma fe. Y dentro de la propia Iglesia en Alemania no es igual lo que predica el cardenal Kasper que lo que predica el cardenal Woeki. No es lo mismo lo que predica el cardenal holandés Eijk que lo que predican la mayoría del resto obispos holandeses. Etcétera.

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24.04.20

Sujetadme a la vieja para poder matarla bien

La escena debió ser digna de una película de terror. Una anciana con Alzheimer, que años antes había pedido recibir la eutanasia, se resistía, quizás por instinto o quizás porque le quedaba un hálito de lucidez, a que le pusieran la inyección letal. Entonces el doctor pidió a los familiares presentes en la habitación que la sujetaran. Una vez sujeta, le inyectó el cóctel mortal y la anciana murió.

Según el más alto tribunal de Holanda, aquello fue un acto legal, precisamente porque esa mujer había dejado por escrito su deseo de no seguir viviendo si llegaba a una situación médica irreversible.

Estamos ante un ejemplo más de porqué no hay que creer a los que dicen que las leyes de eutanasia quedarán limitadas a casos muy extremos. Lo mismo pasó con el aborto. Una vez que abres la puerta al mal,el mal lo ocupa todo y actúa como agujero negro, consumiendo la poca luz de decencia moral que le quede a una sociedad.

El componente pedagógico de las leyes es indudable. Cuando el mal se castiga, el personal se lo puede pensar dos veces antes de cometerlo. No desaparece, pero su alcance se limita. Cuando el mal no solo es consentido sino que se convierte en un derecho -caso del divorcio, el aborto, la eutanasia, la ideología de género, etc-, el bien y los que lo defienden pasan a ser objeto de persecución.

Los países otrora cristianos son un claro ejemplo de las consecuencias de la apostasía. El cóctel es perverso: el divorcio masivo provoca destrucción del concepto de familia como institución básica y permanente de la sociedad. El sistema político-económico impide la independencia de los jóvenes, que tienen que esperar años y años para poder formar una familia, que además tiene pocas posibilidades de éixto. La mentalidad antinatalista, que se sustancia en el uso masivo de anticonceptivos y del aborto, provoca un envejecimiento brutal de la población. Y entonces entra en juego la eutanasia, para quitarse de en medio los ancianos sobrantes.

En medio de todo eso, la Iglesia, cuya labor de asistencia social es innegable, lleva tiempo dedicada a hablar de ecología y a proponer la solidaridad, la fraternidad y la igualdad entre todos. El discurso que sale de las altas jerarquías es sospechosamente parecido al de los paladines del Nuevo Orden Mundial y de los viejos y nuevos populismos izquierdosos. Llevamos décadas promoviendo un humanismo en el que Dios no pasa de ser un elemento más, y a veces ni eso, de la ecuación. Incluso el Cristo que se predica es un Cristo solamente humano, desposeído casi por completo de sus atributos divinos. Un Cristo que ni reina ni impera.

Todo ello lleva a la irrelevancia casi absoluta de la propia Iglesia. Da igual el peso mediático que tenga si el mensaje que transmite está más cerca de la Nueva Era y el hippismo pacifista y buenista del siglo pasado que el de la denuncia profética del evangelio. Cristo empezó su vida pública predicando la conversión. Gran parte de la Iglesia huye de la denuncia del pecado personal y de advertir de las consecuencias de apartar a Dios de la vida pública. Cosa lógica, ya que hace décadas que se entregó en manos del liberalismo que durante dos siglos luchó para acabar con el Reinado Social de Cristo. De tal forma que han hecho que parezca que dicho Reinado es una reliquia inútil, cuando no despreciada y atacada, del pasado.

Y no contentos con eso, hemos visto profanar la Sede de Pedro con cultos idolátricos paganos, sin una reacción significativa del episcopado mundial, que a veces parece más el cuerpo de élite que sigue al líder de una secta que el verdadero colegio de sucesores de los apóstoles, todos ellos vicarios de Cristo en sus diócesis. Que no se les olvide que una autoridad canónica que no va acompañada de autoridad moral y de fidelidad al evangelio, lo cual implica combatir el error, no vale para nada.

Si no fuera por la promesa de Cristo de que las Puertas del Hades no prevalecerán, caeríamos en la desesperación de creer que esa anciana que se resistió a morir representa a la Iglesia. Y que los responsables de la misma son la que sujetan sus brazos para que el médico de la muerte ponga fin a su vida. 

Nuestra esperanza es Cristo. Él salvará a su Iglesia. No podemos albegar la menor duda de ello. Por pura gracia, debemos y podemos ser fieles a Él en medio del horror que nos rodea. 

Santidad o muerte

Luis Fernando Pérez Bustamante

23.04.20

Los obispos españoles, el Papa y el bocachanclas de Pablo Iglesias

Tras leer lo que ha dicho hoy el vicepresidente del gobierno de España, Pablo Iglesias, sobre la renta mínima, los obispos españoles y el papa Francisco, he llegado al convencimiento de que el político comunista no ha escuchado las palabras de Mons. Argüello ni leyó lo que escribió el Pontífice a los movimientos y organizaciones populares. 

Por tanto, vayamos primero con lo que dijo el Papa. Resulta que Francisco enmarca su escrito en la crisis provocada por el coronavirus Covid-19 y la necesidad de que la población esté confinada. Es en ese contexto en el que habla de los «vendedores ambulantes, recicladores, feriantes, pequeños agricultores, etc,… que no tienen un salario estable para resistir este momento y las cuarentena se les hacen insoportables. Tal vez sea tiempo de pensar en un salario universal (*) que reconozca y dignifique las nobles e insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos»

Parece evidente que Francisco habla de una medida a tomar mientras dure la pandemia y no de forma definitiva, pues una vez que toda esa gente pueda salir de sus casas para volver a trabajar, tendrán de nuevo la capacidad de ganarse la vida. De hecho, ese fue el sentido de nuestro titular en InfoCatólica.

¿Y qué fue lo que dijo Mons. Argüello, portavoz de la Conferencia Episcopal Española? Esto:

«es urgente y necesario en este momento [proporcionar] una renta básica para esas personas que han perdido su empleo u otras personas que ya se encontraban en situación de verdadera necesidad, cuya subsistencia tenía que ver con actividades de salir a la calle que ahora no se pueden hacer».

O sea, prácticamente lo mismo que el Papa. Eso sí, don Luis añadió que esa renta mínima no puede ser “eterna", porque lo que necesitamos no es que el Estado nos dé una migajas para poder comer sino que trabaje a favor de que existan condiciones favorables para que encontrar un empleo con el que ganarnos la vida:

«La necesidad perentoria de una renta básica en este momento no debería ser una coartada para una especie de subsidio permanente que retire del horizonte de las personas todo lo que el trabajo representa… no es deseable para el bien común de la sociedad pensar en grupos amplios de ciudadanos que vivan de manera subsidiada».

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22.04.20

La estafa de Masiá es la estafa de la Compañía de Jesús y de la Santa Sede

Allá por febrero del año 2009 escribí un post titulado “Masiá no puede continuar ejerciendo el sacerdocio ni un minuto más”. La razón era que el jesuita había manifestado públicamente su apoyo a dejar morir a Eluana Englaro retirándole la comida y la hidratación.

Han pasado, pues, más de 11 años -más de seis millones doscientos mil minutos- y este señor sigue siendo sacerdote y jesuita. La lista de herejías y barbaridades que ha sostenido en público desde entonces no ha hecho sino crecer. Es proabortista radical, pro-eutanasia, pro-divorcio y gusta de arremeter contra los dogmas marianos.

Sin embargo, todo eso palidece ante lo último que nos ha revelado este señor. Resulta que ha presumido de dar los sacramentos a moribundos a través de un teléfono móvil. Lo ha hecho varias veces en los últimos años.

Ni que decir tiene que no hubo sacramento en ninguna de esas ocasiones. Y ahí es donde está el problema. Esos fieles, que estaban ante el trance de abandonar esta vida, fueron literalmente estafados por este sujeto, al que ni su orden religiosa ni la Santa Sede han tenido la decencia de retirar del ministerio sacerdotal a pesar de saber quién es, qué cree y qué difunde a través de los medios de comunicación. Ahora también saben lo que hace con los sacramentos. 

Creo sinceramente que el Señor no habrá dejado de su mano a esos fieles estafados. Supongo, aunque no lo sé con certeza, que se les podrá aplicar lo del bautismo de deseo pero en relación a esos sacramentos. Lo que sí es seguro es que cada minuto que pasa con este señor ejerciendo el sacerdocio, se ponen en peligro muchas almas. Y eso es responsabilidad directa tanto de la Compañía de Jesús como de la Congregación para la Doctrina de la Fe (que ayer recibió cumplida información de esta nueva hazaña de Masiá) como de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, al frente de las cuales están, respectivamente, el también jesuita Cardenal Luis Ladaria y el focolar Cardenal João Braz de Aviz.

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20.04.20

El Espíritu Santo y el cumplimiento de los mandamientos

Se dice, y no sin razón, que el Espíritu Santo es el gran desconocido para muchos cristianos. Como si fuera el invitado callado del gran banquete de la Redención. Y, sin embargo, sin Él nada entenderíamos, nada podríamos hacer para salvarnos.

Cristo mismo explicó a los apóstoles su papel:

… pero yo os digo la verdad: os conviene que me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros. En cambio, si yo me voy, os lo enviaré.  Y cuando venga Él, acusará al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Jn 16,7-8

Y:

Todavía tengo que deciros muchas cosas, pero no podéis sobrellevarlas ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de la verdad, os guiará hacia toda la verdad
Jn 16,12-13

Es absolutamente necesario que los redimidos vivan no ya conforme a la carne sino al Espíritu:

Así pues, no hay ya ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús. Porque la ley del Espíritu de la vida que está en Cristo Jesús te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Pues lo que era imposible para la Ley, al estar debilitada a causa de la carne, lo hizo Dios enviando a su propio Hijo en una carne semejante a la carne pecadora; y por causa del pecado, condenó al pecado en la carne, para que la justicia de la Ley se cumpliese en nosotros, que no caminamos según la carne sino según el Espíritu.
Los que viven según la carne sienten las cosas de la carne, en cambio los que viven según el Espíritu sienten las cosas del Espíritu.  Porque la tendencia de la carne es la muerte; mientras que la tendencia del Espíritu, la vida y la paz.
Puesto que la tendencia de la carne es enemiga de Dios, ya que no se somete -y ni siquiera puede- a la Ley de Dios. Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
Rom 8,1-8

¿Cuál es la diferencia entre vivir en la carne o en el Espíritu?

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.

Gal 5,19-25

Se engañan todos aquellos que creen que pueden salvarse si viven en una vida de pecado sin arrepentimiento. No hacen caso a la advertencia del apóstol San Juan:

Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
1 Jn 3,7-9

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