2.05.17

Yo soy el pan de vida

Evangelio del martes de la tercera semana de Pascua:

Le replicaron: «¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás»
Jn 6,30-35

¿Estamos hambrientos y sedientos de Dios? Cristo nos sacia. Solo Él es verdadero maná divino. El mundo entero se puede derrumbar en derredor nuestro, pero permaneceremos firmes si tenemos acceso a la comunión plena con nuestro Señor y Salvador.

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1.05.17

Ésta es la obra de Dios: que creáis en quien Él ha enviado

Evangelio del lunes de la tercera semana de Pascua:

Al día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar vio que no había allí más que una sola barca, y que Jesús no había subido a ella con sus discípulos, sino que éstos se habían marchado solos.
De Tiberíades otras barcas llegaron cerca del lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias al Señor. Cuando la multitud vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún buscando a Jesús. Y al encontrarle en la otra orilla del mar, le preguntaron: -Maestro, ¿cuándo has llegado aquí?
Jesús les respondió: -En verdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis no por haber visto los signos, sino porque habéis comido los panes y os habéis saciado. Obrad no por el alimento que se consume sino por el que perdura hasta la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre, pues a éste lo confirmó Dios Padre con su sello.
Ellos le preguntaron: -¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?
Jesús les respondió: -Ésta es la obra de Dios: que creáis en quien Él ha enviado.
Jn 6,22-29

Creer en Cristo, pan que baja del cielo y se nos da la vida eterna. Esa es la obra que Dios nos pide. Y es la obra que Dios nos concede hacer.

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30.04.17

Habéis sido rescatados de vuestra conducta vana

Segunda lectura del tercer domingo de Pascua:

Y si llamáis Padre al que sin hacer acepción de personas juzga a cada uno según sus obras, comportaos con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra conducta vana, heredada de vuestros mayores, no con bienes corruptibles, plata u oro, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha, predestinado ya antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos para vuestro bien; para quienes por medio de él creéis en Dios, que le resucitó de entre los muertos y le glorificó, de modo que vuestra fe y vuestra esperanza se dirijan a Dios.
1ª Ped 1,17-21

Buena parte de lo que enseñan los apóstoles está dirigido a fieles conversos, aquellos que durante buena parte de sus vidas no habían sido cristianos. Puede que quienes fueron bautizados desde pequeños y han llevado una vida más o menos estable junto al Señor no se sientan especialmente aludidos cuando se habla de conductas erróneas pasadas. Craso error. Todos, sin excepción, tenemos mucho de lo que arrepentirnos, mucho de lo que ser rescatados.

San Pedro nos recuerda algo elemental, que tira por tierra cualquier doctrina herética que reste importancia al papel de las obras en relación a nuestra salvación. A saber, que vamos a ser juzgados conforme a como obremos.  No podemos obrar conforme a la voluntad de Dios sin creer, pues de Él nos viene el poder obrar bien. Pero si creemos y no obramos, morimos. Por eso el príncipe de los apóstoles nos exhorta a comportarnos con temor. Es muy grande el don que hemos recibido como para que actuemos neciamente.

Señor, ten paciencia con nosotros cuando actuamos como si no nos hubieras rescatado de una vida desordenada. No permitas que nos alejemos definitivamente de ti. Rescátanos siempre.

Luis Fernando

29.04.17

No es conveniente que abandonemos la palabra de Dios para servir las mesas

Primera lectura del sábado de la segunda semana de Pascua:

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, se levantó una queja de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas estaban desatendidas en la asistencia diaria. 
Los doce convocaron a la multitud de los discípulos y les dijeron: -No es conveniente que nosotros abandonemos la palabra de Dios para servir las mesas. Escoged, hermanos, de entre vosotros a siete hombres de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, a los que designemos para este servicio. Mientras, nosotros nos dedicaremos asiduamente a la oración y al ministerio de la palabra.
La propuesta agradó a toda la asamblea y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía.
Los presentaron ante los apóstoles y orando les impusieron las manos.
La palabra de Dios se propagaba, y aumentaba considerablemente el número de discípulos en Jerusalén, y gran cantidad de sacerdotes obedecían a la fe.
Hch 6,1-7

Todos somos necesarios en la Iglesia, pero más necesario es que cada cual se ocupe en aquello para lo que el Señor le ha llamado. No tocaba a los apóstoles ocuparse de la “intendencia", de la organización del día a día. No porque ese servicio fuera indigno o menor, sino porque les quitaba tiempo para su verdadero ministerio, que era la predicación del evangelio.

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28.04.17

No cesaban de enseñar y anunciar el Evangelio de Cristo Jesús

Primera lectura del viernes de la segunda semana de Pascua:

Pero un fariseo llamado Gamaliel, maestro de la Ley y estimado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín y mandó hacer salir un momento a aquellos hombres.
Y les dijo: -Israelitas, tened cuidado de lo que vais a hacer con estos hombres. Porque hace poco se levantó Teudas, que decía ser alguien, y se le unieron unos cuatrocientos hombres; lo mataron y todos sus seguidores se disgregaron y quedaron en nada. Después de él se levantó Judas el Galileo en los días del empadronamiento, y arrastró al pueblo tras de sí; murió también y todos sus seguidores se dispersaron.
Así pues, os digo ahora: desentendeos de estos hombres y dejadlos, porque si este designio o esta obra procede de hombres se disolverá; pero si procede de Dios no podréis acabar con ellos; no sea que os vayáis a encontrar combatiendo contra Dios.
Ellos se mostraron de acuerdo con él. Entonces llamaron a los apóstoles, los azotaron, les ordenaron no hablar en el nombre de Jesús y los soltaron.
Ellos salían gozosos de la presencia del Sanedrín, porque habían sido dignos de ser ultrajados a causa del Nombre. Todos los días, en el Templo y en las casas, no cesaban de enseñar y anunciar el Evangelio de Cristo Jesús.
Hch 5,34-42

Gamaliel dio nombre a una escuela teológica dentro de la secta de los fariseos (la más importante junto con la de Hilel). De hecho, fue maestro de San Pablo (Hch 22,3). Una tradición cristiana tardía habla de su posible conversión y bautismo a manos de san Pedro y san Juan. En todo caso, su intervención ante el Sanedrín fue llena de sabiduría. Su argumento, convincente: si esto es de los hombres, finalizará; si es de Dios, no tiene sentido prohibirlo. Veinte siglos después parece claro que era de Dios.

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