27.02.07

Cuaresma de la alegría, por Monseñor Sánchez Monge

Manuel Sánchez Monge, obispo de Mondoñedo-Ferrol, nació en la localidad palentina de Fuentes de Nava el 18 de abril de 1947. Ordenado sacerdote el 9 de agosto de 1970, permaneció con sacerdote incardinado en la diócesis que le vio nacer, hasta que fue ordenado obispo el 23 de julio del 2005.

Sin desmerecer lo más mínimo a los textos episcopales sobre la cuaresma que han precedido al que vais a leer, y que al menos a mí me están sirviendo para apreciar más la riqueza de este periodo del año litúrgico, no puedo por menos que decir que la carta de Don Manuel me ha dejado impresionado. Y además me ha hecho recordar el comentario de una de las personas asiduas a este blog: Sofía. Esta hermana en Cristo nos felicitaba la Cuaresma en el post de Monseñor Jiménez Zamora. Alguno pensará que lo que se felicita es la Pascua y que no es "normal" felicitarnos por la Cuaresma. Pues leed, leed a Monseñor Sánchez Monge y sed conscientes de que estamos en un tiempo de vida, de alegría, de oportunidad para ser mejores cristianos y, por tanto, más felices.

Cuaresma de la alegría

¿Cuaresma y alegría? Parece pura contradicción. Y sin embargo la cuaresma es el camino que nos conduce a la Pascua, la gran fiesta cristiana, la fiesta de la alegría por excelencia. Faltan cuarenta días para la Pascua, se nos anuncia al comenzar el itinerario cuaresmal. No es un tiempo de tristeza, sino de alegría. Hemos de prepararnos sin tardanza para la gozosa resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Nada menos que cincuenta días de alegría pascual. Porque un día es poco para tanta dicha. Hay que descubrir el gozo que perdura. La Pascua cristiana no termina nunca, no tiene ocaso. Lo primero no son, por favor, mortificaciones y culpabilidades. Vivir la Cuaresma en negativo sería casi blasfemo. No mortificaciones, sino vivificaciones; penitencias para la conversión; no culpa, sino gracia. Los sacrificios son para la generosidad. Las mortificaciones nos llevan a una vida mejor.

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Cuaresma 2007, por Monseñor López Martín

Monseñor Julián López Martín, obispo de León, fue ordenado sacerdote el 30 de junio de 1968. Recibió la ordenación episcopal el 25 de septiembre de 1994, pasando a pastorear la diócesis de Ciudad Rodrigo, de la cual pasó a León el 28 de abril del 2002.

Don Julián nos pide que al mismo tiempo que examinamos nuestra condición personal para eliminar lo que nos impide ser más santos, nos dediquemos en esta cuaresma a meditar sobre la situación en nuestro país. Recomienda la lectura de la última Instrucción pastoral de los obispos españoles y nos anima a que seamos capaces de vivir nuestra fe coherentemente y con disposición a dar razones de la misma, para testimonio de vida en una sociedad que se muere.

Cuaresma 2007

Queridos diocesanos:

La Cuaresma está a las puertas. Es tiempo que precede y dispone a la celebración gozosa de la Pascua, ocasión para escuchar más abundantemente la Palabra de Dios y oportunidad de conversión, de actualización de lo que significa haber sido bautizados, de reconciliación con Dios y con los hermanos, y de recurso a las armas de la penitencia cristiana: la oración, la mortificación corporal y la limosna (ver Mt 6,1-6.16-18).

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26.02.07

Hacia la Pascua 2007, por Monseñor Piris Frígola

Turno de Monseñor Joan Piris Frígola, obispo de Menorca. Fue ordenado sacerdote el 21 de septiembre de 1963 y obispo el 28 de abril del 2001. En su carta pone especial énfasis en la necesidad de perdonar para ser perdonados. Su llamamiento a la reconciliación es muy necesario en una sociedad tan crispada como la nuestra. Y aunque es obvio que los cristianos no somos los que hemos provocado dicha crispación, sí debemos ser agentes activos para acabar con ella.

Hacia la Pascua 2007

Hace unos días, en Honduras, fui testigo de cómo nuestros misioneros laicos (Oscar y sus compañeras) trabajaban el tema de la "no violencia" con niños de la calle, educando al buen entendimiento entre diferentes y hasta entre contrarios.

Cordialmente agradecido, recordé el gesto de Jesús Resucitado que nunca quiso que se rompieran los vínculos de amistad y fraternidad que se habían creado entre El y los suyos y, a pesar de su traición, les busca y les ofrece incondicionalmente "la paz" (Shalom): una paz que comporta benevolencia y misericordia.

Ahora que iniciamos el camino cuaresmal, y estamos preparando con esperanza una nueva actualización de la Pascua de Jesús, creo que haríamos bien profundizando en esa actitud de no violencia activa que alguien ha llamado "un perdón ilustrado".

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La Cuaresma, deporte del Espíritu, por Monseñor Jiménez Zamora

Obviamente no puedo traer a "Cor ad cor" todas las cartas que los obispos escriben estos días sobre la Cuaresma, pero a menos que surja algún imprevisto en forma de noticia merecedora de ser comentada, dedicaré dos o tres días a copiar los textos cuaresmales de algunos prelados españoles. Sin duda el lector habitual de este blog encontrará algo que le pueda ayudar a vivir mejor y más santamente este tiempo litúrgico.

Inaugura esta serie Monseñor Jiménez Zamora, obispo de Osma-Soria, diócesis de la que fue sacerdote durante 24 años hasta su ordenación como obispo el 17 de julio del 2004.

La Cuaresma, deporte del Espíritu

Con el rito significativo de la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas iniciamos los cristianos la Cuaresma. Un tiempo litúrgico fuerte, un momento de gracia, una llamada a la verdadera conversión del corazón.

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25.02.07

Profesores de religión: me preocupa más su ortodoxia que su ortopraxis

Estos días hemos asistido a un gran revuelo causado por la sentencia del Constitucional, en la que se daba la razón a la Iglesia en el tema de la designación de los profesores de religión. El Tribunal afirma que "ha de corresponder a las confesiones la competencia para el juicio sobre la idoneidad de las personas que hayan de impartir la enseñanza de su respectivo credo". Y añade que esaa elección no tiene por qué ceñirse a "los conocimientos dogmáticos o las aptitudes pedagógicas", sino puede extenderse a la conducta de los profesores "en la medida en que el testimonio personal" supone para la comunidad religiosa "un componente definitorio de su credo", hasta el extremo de que este supuesto es "determinante" de la cualificación para la docencia.

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