Acerca del artículo de Juan Manuel de Prada sobre las sectas evangélicas.
Juan Manuel de Prada ha escrito un artículo interesante sobre las sectas evangélicas en Hispanoamérica. El mismo habla de los canales de televisión de "telepredicadores saca-cuartos", que son todo un espectáculo de manipulación espiritual y emocional encaminado a obtener pingües beneficios que, cual bola de nieve -y esto no lo cuenta De Prada pero lo digo yo-, suelen re-invertirse para extender esos canales a cada vez más sitios.
Y lo peculiar del caso es que el método funciona. Cual versión moderna y patética de lo peor de los abusos del sistema de indulgencias medieval, esta gente ofrece la prosperidad, la bendición de Dios y la solución a todos los males, a cambio de que les llenes las sacas de dinero. Y son decenas de miles los incautos que pagan por recibir la bendición del cielo. Han convertido a Dios en una máquina tragraperras en el que tú introduces una monedita y te puede salir el premio de un buen puesto de trabajo, un matrimonio resuelto, un hijo perdido que vuelve al buen camino, etc.
Lógicamente detrás de todo ese tinglado hay una parte de verdad. Es cierto que la Escritura dice que Dios prosperará al que es justo y generoso. Tan cierto como que eso no es una fórmula matemática, como que a veces el Señor permite pasar por todo tipo de pruebas a su pueblo y como que Cristo dice que para los ricos es bastante difícil entrar en el Reino de los cielos. Es cierto que el Antiguo Testamento habla de la ley del diezmo y que es necesario que los fieles contribuyan al sostenimiento económico de la Iglesia. Tan cierto como que es una salvajada pedir el diezmo a quien apenas tiene para comer, y usar como elementos disuasorios la promesa de recibir inexorablemente el ciento por uno de lo que se ha dado o de sufrir consecuencias negativas si no se aporta ese dinero.