La muerte no se lleva bien con la vida
Forum Libertas y 21RS se hacen eco de un estudio de la Universidad Abat Oliba, en el cual aparecen los siguientes datos (cito de la información de FL):
Los que se declaran ateos, que serían estadísticamente el 14% de la población catalana adulta, suman el 27% de los separados o divorciados, casi el doble de lo que les correspondería. Además, son el 30% de los catalanes en estado de cohabitación (pareja de hecho): de nuevo, el doble de lo que les correspondería a su número.
También los agnósticos, que son el 9,6% de la población, suman el 17,7% de los divorciados o separados. De nuevo, casi el doble de lo que les correspondería.Los católicos practicantes serían en 15,8% de la población (unos pocos más que los ateos, y muchos menos que la suma de ateos y agnósticos). Su índice de divorcios y separaciones es 2 puntos menor de lo que les correspondería (13,8). Sin embargo, destaca su rechazo al status de pareja de hecho: sólo el 2% de las personas en pareja de hecho es católica practicante.
Los ateos, que sólo son el 14% de la población, representan uno de cada cuatro catalanes sin hijos. En cambio, de los catalanes con familia numerosa (con 3 ó más hijos) sólo un 4% son ateos, es decir, menos de un tercio de lo lógicamente esperable.
Los agnósticos se animan más a tener algún hijo, pero pocos. Sólo el 4,2% de las familias numerosas son de agnósticos, la mitad de lo que correspondería según su porcentaje social.
Por el contrario, los católicos practicantes y los católicos no practicantes son la fuente de hijos de la sociedad catalana: juntos suman casi el 68% de los catalanes, pero son casi el 80% de las familias numerosas.
No creo que estos datos sorprendan a nadie. Quien está espiritualmente muerto no suele tener mucha querencia a engendrar vida. Y la inmensa mayoría de los hogares que engendran mucha vida pertenecen a familias de fe. Es obvio que hay otros factores, mayormente económicos, que influyen a la hora de tener o no tener hijos, pero en situaciones similares el creyente los tiene y el ateo/agnóstico no.
Al claro avance de la cultura de la muerte, uno de cuyos principales arietes es el ataque a la institución familiar tradicional, sólo se le puede plantar cara con éxito desde la fe y la familia. La muerte solo trae muerte mientras que la vida llama a la vida. Por tanto, tengamos muy claro que el aborto, la eutanasia, el matrimonio gay -estéril por naturaleza-, la educación en favor de un laicismo anticristiano, etc, sólo traerán males a la sociedad que les da cobijo. La sociedad que no tiene hijos acaba desapareciendo o siendo conquistada desde fuera por aquellos que no tienen reparos en engendrar vida. Por tanto, lo lógico, lo normal, lo de sentido común, es que se hicieran campañas no en contra de la vida y a favor de la irresponsabilidad en las relaciones sexuales, sino a favor de los hijos, de las familias y de los valores que hacen que esos hijos y esas familias sean estables y felices. Pero ya sé que esto es pedir peras a un olmo que además está seco y podrido por dentro.
Luis Fernando Pérez Bustamante