28.07.08

Razones históricas del desencuentro actual entre Patriarcas

Corría el mes de agosto del año 449 de nuestra era cuando la ciudad de Éfeso asistió a lo que prometía ser un nuevo concilio ecuménico, que habría de ser el segundo celebrado allá, pero que acabó convirtiéndose en una infamia que pasaría a la historia con el nombre de “latrocinio de Éfeso". Las controversias cristológicas estaban en plena efervescencia y la idea era resolverlas a través de un nuevo concilio. Un tal Eutiques, archimandrita de un monasterio cercano a Constantinopla, sostenía la teoría de que en Cristo “antes de la encarnación había dos naturalezas y después de la unión, una". No es plan de que analice en profundidad esa teoría, que no sólo era herética al señalar que el Logos encarnado no era hombre porque su naturaleza divina había “anulado” la humana, sino que era absurda al dar por hecho que pudo haber una naturaleza humana en el Logos antes de la propia encarnación.

El caso es que un concilio local, bajo la presidencia del Patriarca Flaviano de Constantinopla, le condenó. Y como era habitual en aquellos tiempos, el condenado apeló al Papa, que entonces era San León Magno. Por supuesto, como había ocurrido en su día con Pelagio ante el Papa Zósimo, Eutiques le contó al Papa León las cosas de tal manera que León se puso en un primer momento de su lado, de tal forma que escribió a Flaviano una carta pidiéndole explicaciones sobre la excomunión de Eutiques a la vez que enviaba un legado para informarse sobre el terreno de lo ocurrido. Y de la misma manera que Zósimo ratificó la condena a Pelagio cuando los obispos africanos le explicaron en detalle sus herejías, León confirmó la condena a Eutiques cuando el Patriarca Flaviano y el legado papal le dieron cumplida cuenta de la verdad.

Pero hete aquí que Eutiques contaba para entonces con el apoyo de la Corte imperial y de Dióscoro, Patriarca de Alejandría. Habiendo un patriarca por medio, se consideró que la cuestión debía de ser tratada en un concilio ecuménico. San León no era precisamente feliz ante lo que estaba ocurriendo pero aun así decidió enviar a sus legados al concilio junto con una carta en la que se condenada la herejía eutiquiana, a la vez que le daba la oportunidad a su autor de reintegrarse a la Iglesia si se retractaba. Lo cierto es que el concilio era una trampa mortal, en el sentido literal del término, para los defensores de la ortodoxia. Para pasmo de los legados papales, primeramente se produjo la rehabilitación de Eutiques y su doctrina. Pero es que además Dióscoro, que se había presentado con una multitud de monjes monofisitas radicales y una fuerza armada, ordenó a ésta que entrara en la iglesia donde se celebraba el concilio. Derribaron, pisotearon e hirieron al Patriarca Flaviano, que murió tres días después. Los legados papales huyeron de la escena como pudieron pero luego fueron apresados y obligados a firmar en blanco lo que habría de ser la condena del concilio al mismísimo Flaviano. No contentos con eso, Dióscoro excomulgó al Papa y consiguió que el Emperador Teodosio promulgara un edicto aprobando la decisión del concilio.

La cosa era más seria de lo que parecía. La totalidad de la cristiandad oriental había aceptado en el año 449 una herejía que pretendía apelar a los Padres, al Credo y a la Escritura. Y además, había sido promulgada por un concilio que profesaba ser ecuménico. Todos los patriarcados de Oriente -una vez “sustituido” el asesinado Flaviano- aceptaron dicho concilio. Pero hubo alguien que se opuso a aquella infamia: el Obispo de Roma.

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26.07.08

Javier Tebas

He de reconocer que cuando se me propuso que Javier Tebas realizara para Religión en Libertad una especie de crónica o diario de su peregrinación a la JMJ de Sidney, no lo tuve claro. Siendo un chico de 17 años y visto el nivel “redaccional” de gran parte de los jóvenes de su edad en este país, más dados a escribir SMS que artículos para medios de comunicación, corría el peligro de tener que dedicarme a editar dos de cada tres frases y tres de cada cuatro palabras. Hablé con él telefónicamente y le pedí que me enviara un primer artículo de prueba, previo a su salida hacia tierras australianas. Cuando lo recibí se me despejaron todas las dudas. No sólo escribía bien en la forma sino que además apuntaba muy buenas maneras en el fondo. En realidad ya me lo había advertido un cura que le conoce bien: “el chico vale y sabe escribir".

Hoy he publicado su último artículo de la serie sobre la JMJ de este año 2008. Tan bueno como el resto. Es realmente sorprendente leer de un muchacho de su edad cosas como esta: “Se echa de menos el uso del latín para rezar todos juntos, y se sustituye por lo que llaman “rosario internacional” donde cada Ave María se reza en un idioma; no me convence“; o esta: “Se palpa una tendencia a la protestantización de la Iglesia católica sobre todo en Hispanoamérica, donde se tiende al gusto por las formas que utilizan esos extravagantes predicadores embaucadores televisivos, a base de gritos“. Vamos, que no parece que Javier vaya a acabar en la Asociación de Teólogos Juan XXIII ni en una “comunidad de base” de esas cuyo catolicismo consiste básicamente en oponerse al magisterio en prácticamente todo, a la vez que reivindican el Vaticano II.

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24.07.08

¿Es ortodoxa la catequesis cristológica de Pagola?

Jesús, distinto del Padre

Jesús es un hombre que no puede ser confundido con Yavé, el Dios de Israel. En los escritos de las primeras comunidades cristianas, Jesús aparece siempre como alguien claramente distinto de ese Dios a quien Jesús llama Padre, a quien ora con fe y confianza en sus largas horas de silencio y soledad (Mc 1, 35; Lc 5, 16), a quien obedeció hasta la muerte (Mc 14, 36) y en cuyas manos abandonó su vida al dar el último aliento (Lc 23, 46).

Si alguien se piensa que eso está sacado de un libro o folleto de los Testigos de Jehová, se equivoca. Aunque cualquier miembro de esa secta diría amén, lo cierto es que está escrito por un sacerdote y teólogo católico. Su nombre, José Antonio Pagola. Y en este caso no se puede alegar que ese texto forme parte de una aproximación histórica sobre la figura de Jesús. No, eso es una catequesis cristológica de Pagola tal y como aparece en Mercaba.

En definitiva, lo que Pagola enseña es que Jesús no es Yavé. Marción ya decía lo mismo pero más a lo bestia. Arrio también. Tamayo, idem. De nada vale que luego Pagola quiera hacernos creer que él enseña que Jesús es Dios. Si no es Yavé, si no es el Dios de Israel, entonces no es el Dios de la Iglesia, no es el Dios de los cristianos.

Ahora que, con motivo de la nota de la comisión episcopal para la doctrina de la fe, han salido a defenderle una treintena de “reputados” teólogos, no estaría de más pedir a la Iglesia que analice en profundidad la teología de Pagola y no sólo la de su “best-seller".

Repito, por si no ha quedado claro: Pagola afirma en una catequesis cristológica que Jesús no es el Dios del Antiguo Testamento, no es el Dios de Israel, no es Yavé. A ver con qué argumentos pretenden defenderle sus “colegas".

Luis Fernando Pérez Bustamante

23.07.08

Mirando hacia el futuro

Acostumbrado como estoy a escribir casi a diario desde hace más de dos años en “Cor ad cor loquitur", estos últimos diez días han resultado una especie de parada obligada en un camino que, a decir verdad, me ha llegado más lejos de lo que nunca pensé. Gracias a Dios, y a vuestras oraciones, hoy han dado de alta a mi mujer -la enfermedad sigue pero controlada- y todo vuelve a la “normalidad".

En este tiempo ha tenido lugar la JMJ de Sidney, que a su vez nos emplaza ante la próxima JMJ en Madrid. El Papa ha estado magistral, cosa que ya no puede sorprender a nadie. La semilla está plantada y sólo queda esperar si se cumple las buenas condiciones de las que habla la parábola de Cristo. Para muchos jóvenes las Jornadas no suponen un gran cambio porque van a las mismas como el que va a ver a los Rolling Stones o un partido de fútbol. Muchos son “tocados” por la experiencia pero el paso del tiempo les devuelve a una vida que no se diferencia gran cosa de la que llevaban antes. Y otros, ojalá también muchos, realmente ven transformada su existencia ya ser porque reciben o confirman el llamado a una vocación de servicio a Dios y su Iglesia, ya sea porque llenan su alma de la gracia que sin duda Dios derrama en actos de esta naturaleza.

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22.07.08

España: ¿simple crisis o juicio divino?

Pablo Blanco es un protestante evangélico español que no se prodiga mucho en escribir pero que cuando lo hace casi siempre va a la raíz de los temas que trata. Este “mega-artículo” suyo merece mucho la pena. Salvo algún matiz de poca importancia lo suscribo totalmente:

España: ¿simple crisis o juicio divino?

Este es un artículo largo. Tómese su tiempo y léalo a trozos si es preciso. Es un artículo escrito para creyentes, y para creyentes españoles particularmente. Para personas que tienen temor de Dios y de Su Palabra, aunque contenga muchas consideraciones actuales que pueden encontrarse en los periódicos. Esta aclaración me permite no tener que extenderme en muchos aspectos que si fuese dirigido a incrédulos tendría que explicar con mucho más detalle y argumentos, que por otro lado ni entenderían ni los aceptarían aunque los entendieran.

Los creyentes que consideramos las Sagradas Escrituras, como una fuente inspirada para ser instruidos (2Ti. 3:16), sabemos que las guerras y los conflictos sociales provienen de las pasiones humanas pecaminosas, de las codicias, la envidia y las frustraciones humanas que dan ocasión al empleo de la violencia, como acertadamente dice St. 4:1,2; y de las maldades del corazón de los violentos, como dice el salmista (Sal. 140:1,2). Pero en determinadas ocasiones Dios decide aprovechar esa maldad humana para que sea un instrumento de su justicia. Y, así en algunas ocasiones permite que estas circunstancias actúen como un instrumento de su justicia, para castigar la corrupción y maldad de los pueblos. Cuando el mal, la injusticia y la rebeldía contra Dios llegaban a determinados límites, Dios utilizaba las condiciones militares y económicas del mundo para disciplinar y castigar la impiedad y la maldad. Podríamos extendernos cuanto quisiéramos para considerar esta realidad en cuanto a ejemplos concretos sobre numerosos pueblos tanto del pasado como hasta nuestros días, y hablar de Egipto, Amalec, de los cananeos, de Israel y Judá, de Babilonia, del Israel de los tiempos novotestamentarios, de Roma, pero también de la España imperial, de Francia, de Alemania, etc. De tal manera que es muy interesante analizar en ocasiones si las cosas que acontecen forman parte del desarrollo propio del caminar de la humanidad o aún encuadrados en ese marco general corresponden a un juicio y son días de venganza como los denominó Jesús (Lc. 21:22).

La libertad con la que nos movemos a la hora de hacer un análisis de los acontecimientos alejados en la historia se nos suele antojar una osadía cuando tratamos del presente. Pero Dios que ha aplicado juicios a las naciones como consecuencia de sus malos actos colectivos, seguro que también sigue haciéndolos hoy en día.

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