24.09.08

El cardenal que no quiere ser boxeador

“Así como pinta de boxeador no tiene uno". Esa es la forma en que el cardenal Rouco quiere desmentir ante los medios de comunicación la idea de que es un “duro". Y por si la cosa no queda clara a todos, el presidente de la conferencia episcopal española deja bien clarito que ellos, los obispos españoles, no van a convocar ninguna manifestación contra la nueva ley del aborto. Que si acaso, que la convoquen los seglares. Y que ya se verá entonces lo que pasa.

Bien, la verdad es que algunos ya sabemos desde hace cierto tiempo que a este cardenal no le va el boxeo. Cuando los curas de Entrevías le montaron un pollo mediático de dimensiones considerables, monseñor Rouco tiró la toalla, a pesar de que lo que estaba en juego era un constante abuso litúrgico con uso indebido de las especies eucarísticas. Es posible que algún iluso crea que aquello quedó en tablas, o que algún paniaguado oficialista nos quiera seguir vendiendo esa burra, pero también hay gente que piensa que se puede tapar el sol con un dedo o que Rajoy es el paradigma del liderazgo carismático político. Y si un cardenal, preocupado por dar una posible imagen de intolerante en los medios de comunicación, no es capaz siquiera de defender hasta el fin lo más sagrado de la fe, como es la Eucaristía, ¿de verdad alguien piensa que va a jugarse el tipo tirándose al degüello contra la cultura de la muerte?

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Cada uno hace lo que le parece bien

Cada vez que me adentro en la lectura de la Sagrada Escritura, no puedo evitar el constatar los paralelismos entre el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento y el mismo pueblo en nuestra época. Por ejemplo, el libro de Jueces acaba con el siguiente versículo: Por aquel tiempo no había rey en Israel y cada uno hacía lo que le parecía bien (Jue 21,25). Son tal la cantidad de católicos que creen y hacen lo que les parece bien, independientemente de lo que la Escritura y la Iglesia digan acerca del bien y del mal, que cabe preguntarse si el “sensus fidelium” no ha pasado a ser una bonita teoría que amenaza convertirse en una utopía. Recordemos lo que al respecto dijo el Concilio Vaticano II:

El Pueblo santo de Dios participa también del don profético de Cristo, difundiendo su vivo testimonio sobre todo por la vida de fe y de caridad, ofreciendo a Dios el sacrificio de la alabanza, el fruto de los labios que bendicen su nombre (cf. Heb., 13, 15). La universalidad de los fieles que tiene la unción del que es Santo (cf. 1 Jn., 2, 20 y 27) no puede fallar en su creencia, y ejerce ésta su peculiar propiedad mediante el sentimiento sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando “desde los Obispos hasta los últimos fieles seglares” manifiesta el asentimiento universal en las cosas de fe y de costumbres. Con ese sentido de la fe que el Espíritu Santo mueve y sostiene, el Pueblo de Dios, bajo la dirección del sagrado magisterio, al que sigue fielmente, recibe, no ya la palabra de los hombres, sino la verdadera palabra de Dios (cf. 1 Tes., 2, 13), se adhiere indefectiblemente a la fe confiada una vez a los santos (cf. Jud., 3), penetra profundamente con rectitud de juicio y la aplica más íntegramente en la vida.
(Lumen Gentium 12)

¡Qué bonito! ¡Qué bien aguanta todo el papel! ¡Qué Iglesia de grandes documentos tenemos! ¡Pero qué realidad más apartada de todo eso vivimos, al menos en España! No seré yo quien niegue que en este país todavía queda una rebaño pequeño de fieles, “manada pequeña” en palabras de Cristo, a quienes se puede aplicar ese texto del concilio. Pero la inmensa mayoría de los bautizados va literalmente a su bola. O pasan de la fe o se la hacen a la medida de su mal formada conciencia, con más habilidad que el mejor de los sastres haciendo trajes. Van por libre en la moral y la doctrina. Creen lo que les parece bien y se comportan como si sobre sus vidas no hubiera autoridad espiritual alguna. Incluso muchos, probablemente la mayoría, de los que todavía practican la fe, si es que el mero hecho de ir a misa dominical ya puede considerarse como práctica de la fe, no pasarían un test elemental sobre el Catecismo o su Compendio.

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23.09.08

Felicidades a HazteOir

Lo han vuelto a conseguir. Han demostrado ser el movimiento cívico con más nervio y más posibilidades de éxito en este país. Me refiero, por supuesto, a HazteOir.org. Su alarma contra al retirada de ayudas a la Red de Madres por parte de la comunidad de Madrid, ha provocado la rectificación. Setencientos mil euros serán destinados a esa red que ayuda a las mujeres que deciden no abortar a pesar de tener dificultades de todo tipo para tener sus hijos.

De entre todos los éxitos de HazteOir, éste es quizás el más importante porque seguramente el resultado es que muchas vidas humanas serán salvadas. La cantidad puede parecer pequeña, y de hecho lo es, pero servirá para que unas cuantas mujeres puedan ser persuadidas de cometer el más grave error de sus vidas. Bastaría con que un solo bebé viera la luz de este mundo gracia a la actividad de HO como para que lo celebráramos con alegría y jolgorio.

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22.09.08

Miguel

Todos hemos conocido personas en nuestra vida que, aun habiendo perdido el contacto con ellas, su huella permanece imborrable en nosotros. Es lo que a mí y a mi esposa nos sucedió con Miguel. Hace años que no sabemos nada de él y es posible que nunca volvamos a tener noticias suyas, pero de vez en cuando le recordamos con cariño.

La primera vez que le vi fue en mi primera visita a la que iba a ser nuestra iglesia evangélica durante los seis años siguientes. Diez días antes el Señor me había rescatado, literalmente, del mundo del esoterismo y el ocultismo, donde estaba empezando a profundizar muy peligrosamente. Esa primera visita tuvo lugar un miércoles. El domingo anterior asistí por primera vez en mi vida a un culto evangélico en la iglesia de Betel, en el barrio madrileño de Canillejas. Ciertamente fue una experiencia peculiar, pero no viene al caso abundar en ella. El caso es que cuando llegué a los bajos del número 15 de la calle Joaquín María López, sede de la que iba a ser nuestra congregación, el primero que me recibió en la puerta fue “el hermano Miguel". Y me quedé perplejo. Era lo que se suele denominar, un auténtico “plumas". Vamos, que no hacía falta ser un lince para averiguar que era homosexual. Ante lo cual, lo primero que me vino a la mente fue un “¿dónde te has metido, Luis?".

Efectivamente Miguel era homosexual. Y lo había sido “muy activo” durante largos años de su vida. Totalmente extrovertido, muy sensible, con un ramalazo de mala leche temible cuando se enfadaba, este hermano en el Señor acababa de ver su vida transformada por el encuentro con Cristo. Dejó radicalmente de arrastrar su cuerpo y su alma por el fango de los garitos gays y emprendió una nueva vida. Si en todos aquellos que se convierten de una vida de pecado se puede decir que han enterrado el hombre viejo para vivir en la nueva vida en Cristo, en el caso de Miguel eso era especialmente visible. Por supuesto, no le fue nada fácil. Cuando te conviertes, y la vida no deja de ser un proceso constante de conversión, el pecado no deja de acecharte, las tentaciones no desaparecen y no es todo color de rosa. Lo que sí cambia es la capacidad para hacerle frente y derrotarle. Y en Miguel eso no iba a ser diferente.

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20.09.08

La peste moderna se extiende por el continente americano

El último que ha tenido que saltar a la palestra ha sido el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia. Parece ser que en el país gobernado por Uribe también se quiere introducir, vía proyecto de ley, la legalización de la eutanasia. Es solo una piedra más de esa pirámide de muerte que los hijos de la viuda quieren imponer sobre el, en palabras de Juan Pablo II, “continente de la esperanza". No es casualidad que la plaga de ingeniería social que estamos sufriendo en España, que hace las veces de peste negra medieval, se haya trasladado al otro lado del charco. Sin necesidad de caer en ninguna paranoia, se puede afirmar que nada de esto es casual. Más bien responde a una estrategia previamente planificada y ahora ejecutada.

La “madre patria” es la cabeza principal de una hidra que amenaza con arrasar los cimientos de civilización que quedan en aquello que una vez se llamó “Hispanidad". A la cultura de la muerte no le basta con conquistar Europa. Quiere arrasar también todo lo que hay al sur del Río Grande. Y cree, con razón, que los popularismos de corte izquierdista son un buen elemento de difusión de su veneno. Pero en Colombia no hay un tarado histérico en el gobierno, ni un irresponsable que lleva al país a su ruptura. Uribe no es nada de eso. Es de esperar que se oponga radicalmente a esta iniciativa de la oposición.

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