Podemos estar bien contentos con la campaña de nuestros obispos
Han acertado de lleno. La campaña “¡Protege mi vida!” pone el dedo en la llaga, es llamativa, provocadora, veraz y eficaz. El cartel es sencillamente genial y refleja la realidad a la que nos enfrentamos en nuestro país. Efectivamente, una cría de lince tiene muchísima más protección por parte del Estado que una “cría humana". No se trata de equiparar, como algún descerebrado ha dicho, la dignidad de los linces con la de los seres humanos. No, más bien se trata de lanzar un mensaje claro a toda la sociedad española para que despierte del sueño de inmoralidad e insensibilidad en el que está sumida.
Porque todos, hasta el más rabioso de los pro-abortistas, saben que la “cría humana” es más importante que la cría de un lince. De lo contrario, tan digno sería un lince adulto como una persona. Y aunque el zapaterismo está inclinado a dar “derechos humanos” a determinados animales, como los grandes simios, suponemos que su corrupción moral no ha llegado al extremo de creer que vale más un gato salvaje que un señor de Cuenca.