No es fácil ser imparcial cuando se escribe sobre una persona a la que se aprecia personalmente, pero creo que es de justicia que alguien reivindique la figura de uno de los obispos más “trabajadores” de España. Monseñor Jesús Sanz Montes, OFM, es obispo de Huesca y de Jaca, lo cual implica que gobierna dos diócesis distintas. Tan distintas que pertenecen a diferentes provincias eclesiásticas. Don Jesús tiene dos metropolitanos: el arzobispo de Zaragoza y el de Pamplona-Tudela. También tiene dos presbiterios a los que atender, dos catedrales en las que predicar con sus correspondientes cabildos, dos consejos económicos, etc, etc.
Por si fuera poco tener que vivir a caballo entre dos diócesis vecinas, también es el presidente de la comisión episcopal para la vida consagrada de la Conferencia Episcopal Española. Por tanto, es el encargado de tener que lidiar con los Barrajones de turno. Vamos, una bicoca. Y por voluntad expresa del cardenal Rouco, también es el responsable de una cátedra en San Dámaso. Está claro que él podría haber renunciado a algunas de esas responsabilidades que no le facilitan el gobernar sus dos diócesis, pero por lo que voy conociendo a don Jesús, estamos ante un hombre que no se arruga ante la carga de trabajo. Siempre habrá quien le acuse por ello de buscar “ascensos", pero hay formas mucho más “descansadas” de forjarse una buena carrera episcopal, si es que esa fuera su intención. Tengo muy claro de que en don Jesús se cumple el hecho de que un obispo no sólo tiene responsabilidad sobre la diócesis que pastorea, sino que es también partícipe de la solicitud para todas las Iglesias. Es decir, si algún día le llega ese ascenso, se lo habrá ganado a pulso.
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