5.12.09

El cardenal Sistach y la identidad nacional catalana

Al cardenal Sistach le preocupa la sentencia del “estatut". El prelado catalán está en un sinvivir ante la posibilidad de que no queden reconocidos los derechos del pueblo catalán, así como su identidad nacional, manifestada en su realidad cultural e histórica. En otras palabras, que a este príncipe de la Iglesia le ocurre lo que a gran parte de la clase política -eso incluye los medios de comunicación subvencionados- catalana: se huele que el Constitucional va a declarar buena parte del “estatut” no conforme con la Constitución española.

El caso es que si se ha llegado a esta situación, en mi opinión no es por culpa del nacionalismo catalán. El mero concepto de “nacionalidades” aplicado a regiones españolas, que aparece en la Constitución, es algo que casa poco con la idea de que España es una nación. Nacionalidad viene de nación, y si en España hay varias naciones, entonces la propia España no puede ser una nación. Si Cataluña es un país -o nación-, si las Vascongadas son un país -o nación- y si incluso a Galicia se le da la consideración de nación -o país-, entonces ¿qué es España?

Históricamente es evidente que Cataluña, Euskadi y Galicia jamás han sido independientes de España, una vez que ésta surgió como nación unida. Incluso antes de ello, entre los reinos cristianos que lucharon por reconquistar la piel de toro a los musulmanes, no figuraban ninguna de esas tres regiones españolas. Cataluña nunca fue un reino. Más bien formó parte del Reino de Aragón. Las Vascongadas menos, de tal manera que ni siquiera eran parte del reino de Navarra. Y aunque Galicia fue un reino independiente durante muy pocos años, en seguida fue asimilado por el reino de León.

Por tanto, la pertenencia de todas esas regiones a España forma parte de una historia que podrá gustar más o menos, pero es la que es. Pero ya sabemos que para el nacionalismo “periférico” y/o “independentista” la historia es una señora mayor a la que se puede violar con total impunidad. El drama es cuando desde la Iglesia se compra esa idea y se expone públicamente.

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4.12.09

Crucifijo en las aulas: otra vez la estrategia del poli malo y el poli bueno

La izquierda laicista y anticlerical en España sabe repartirse muy bien el trabajo. Lo hemos visto en otras ocasiones y, en relación a la retirada de los símbolos religiosos -o sea, el crucifijo- en la escuela, ocurre de nuevo lo mismo. La estrategia es clara: la extrema izquierda parlamentaria exige los máximos, el PSOE amaga con aprobarlos y luego baja el listón para que parezca que es un partido moderado, cuando en realidad se ha convertido ya en una especie de epifanía partidita del rojerío utópico tan bien encarnado en la persona de José Luis Rodríguez Zapatero.

Así veremos que de la futura ley del aborto se modificará el apartado dedicado a los abortos de las menores de edad, no se “cederá” a las exigencias de IU-ERC-ICV, que piden aborto libre hasta la semana 24, pero el resto del pastel irá hasta con la guinda puesta.

En lo del crucifijo en las escuelas, más de lo mismo. Retirada completa del mismo en la escuela pública y ya veremos qué pasa con los colegios religiosos concertados. La literalidad de lo que ayer se aprobó en la comisión de educación del Parlamento, puede entenderse como un intento de prohibir todos los símbolos religiosos incluso en los colegios católicos. Desde el PSOE se dice que la medida sólo afecta a la escuela de titularidad estatal y no a la concertada. Incluso Gaspar Llamazares ha dicho que los curas tienen que estar tranquilos, que a sus escuelas no les va a pasar nada. Pero tanto algún elemento del PSOE, p.e Juan Barranco, como a ERC, les parece insuficiente quitar la cruz de la escuela pública. En realidad lo que quisieran es quitar a la Iglesia cualquier control sobre sus centros educativos. Total, ya se expulsó de España -eso sí, muy democráticamente- a los jesuitas en la II República, ¿no?

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3.12.09

Paracuellos, el obispo Reig Plà y la desvergüenza de la izquierda

Era de esperar. Cuando se supo que el obispo de Alcalá, Monseñor Juan Antonio Reig Plà, había presidido una misa en Paracuellos, todo indicaba que la izquierda se le iba a tirar encima. Usan como excusa que en la misa había una bandera de España con el Águila de San Juan como escudo y que, fíjense ustedes qué escandalazo, a la misma asistió Blas Piñar. Se ve que esa izquierda que cada vez tiene más afición a exhibir banderas de la II República en sus mítines tiene repelús por un escudo que, vaya por Dios, figura en el ejemplar de la Constitución que firmó el Rey tras ser aprobada en referéndum por los españoles. O sea, los que se enorgullecen de una bandera que llevó a España a la Guerra Civil se rasgan las vestiduras por un escudo que forma parte de la historia de España mucho antes de que los tatarabuelos de Franco nacieran. Dicho lo cual, también creo que no era necesario que esa bandera estuviera al lado del altar. Las misas no deben servir para hacer exhibición de símbolos que no son litúrgicos, por muy respetables que sean. Eso debería de haberlo tenido en cuenta el obispo de Alcalá.

Respecto a la presencia de Blas Piñar, conviene recordar que él no ha matado a nadie. No puede decir lo mismo la izquierda española, que cuenta entre sus filas a Santiago Carrillo, el tipo que precisamente fue uno de los principales responsables de la matanza de Paracuellos. Las manos de Blas no están manchadas de sangre. Las de Carrillo sí. Así que mejor es que no quieran rememorar la historia dando a luz nuevas checas mediáticas. Que el PSOE y los comunistas arremetan contra un obispo católico por honrar a los mártires que fueron asesinados por orden de uno de sus camaradas todavía vivo, es una muestra más de la poca vergüenza, de la indecencia, de la miseria moral y humana de la izquierda que nos gobierna.

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2.12.09

El Papa y los eruditos de la nada

Hace ya dos años y medio -¡cómo pasa el tiempo!- escribí un post al que titulé “El Jesús histórico y los eruditos de la nada”. Empezaba diciendo:

“Quien parte del apriorismo de que no existen los milagros difícilmente puede aceptar la historicidad de los que hizo Cristo, incluida su propia resurrección".

Y añadía:

“…si ustedes, señores eruditos de la nada, niegan que Cristo dio la vista a los ciegos, hizo hablar a los mudos, limpió la lepra a los leprosos, resucitó a los muertos y resucitó Él mismo, nieguen también que dio el Sermón del monte, que nos enseñó el padrenuestro, que habló por parábolas y que, en definitiva, predicó el evangelio. Eso de tomar sólo lo que les encaja en sus mentes racionalistas no es racional, no es serio, no es ciencia".

Pues bien, ayer el Papa Benedicto XVI les dio una soberana lección a los miembros de la Comisión Teológica Internacional. En una homilía dirigida no sólo a ellos, de hecho más bien creo que pensaba en teólogos de otro perfil, sino a todos los habidos y por haber en el mundo mundial, el Santo Padre puso los puntos sobre las íes. Por ejemplo, afirmó esto:

“Se pesca en las aguas de la Sagrada Escritura con una red que permite sólo una cierta medida para los peces, y todo aquello que está más allá de esta medida no entra en la red y, por lo tanto, no puede existir. Y así, el gran misterio de Jesús, del Hijo hecho hombre, se reduce a un Jesús histórico, realmente una figura trágica, un fantasma sin carne y hueso, uno que ha quedado en el sepulcro, está corrompido, es realmente un muerto. Se trata de un método que “sabe pescar ciertos peces pero excluye el gran misterio porque el hombre se hace él mismo la medida y tiene esta soberbia que, al mismo tiempo, es una gran necedad, que absolutiza ciertos métodos que no son aptos para las grandes realidades (…) Es la especialización que ve todo los detalles pero ya no ve la totalidad”.

Al leer las palabras del Papa no he podido por menos que acordarme de lo que dijo el teólogo Torres Queiruga en una entrevista concedida a Tempos Dixital este mismo año:

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1.12.09

Así deberían de hablar todos los príncipes de la Iglesia

Ahora que en España anda el personal rasgándose las vestiduras porque los obispos españoles han dicho que votar a favor del aborto es incompatible con ir a comulgar, conviene recordar que el tono de nuestros pastores no es, ni de lejos, el más contundente que puede usarse para combatir a la plaga de la cultura de la muerte.

De hecho, llevo tiempo diciendo que al otro lado del charco, en el continente americano, hay obispos y cardenales que se caracterizan por no buscar un lenguaje políticamente correcto a la hora de hablar a los fieles y a la sociedad. Y no me refiero sólo a obispos de diócesis “menores” -perdóneseme la expresión-, no. El cardenal Cipriani, el cardenal Terrazas, cardenales y obispos venezolanos, por poner ejemplos que me vienen inmediatamente a la memoria, han llamado al pan, pan y al vino, vino, en repetidas ocasiones en el último año.

A todos ellos se une ahora el cardenal arzobispo de Santo Domingo, primado de las Américas, S.E.R Jesús de Nicolás López Rodríguez. Lo que dijo el domingo quizás lo podría haber dicho más alto, pero más claro, imposible. Aseguró que Europa se ha convertido en una especie de cloaca moral que cuenta con ONGs y grupos de presión destinados a esparcir sus excrementos espirituales, morales y sociales por los países de Hispanoamérica. Y tiene toda la razón del mundo. En otras ocasiones he dicho que la ingeniería social zapateril se está intentando reproducir, punto por punto, allende los mares. La “madre patria", al menos en cuanto a sus gobernantes, ha pasado a ser una prostituta que ofrece sus servicios a sus hijas hispanoamericanas. El Viejo Continente, convertido en un auténtico viejo verde, ha pasado de exportar civilización cristiana -con todos los excesos que se quieran- a proponer un modelo de sociedad donde el divorcio, el aborto, la eutanasia y la “familia” homosexual sean señas de identidad.

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