Histeria colectiva en el rojerío contra el arzobispo de Granada
El pasado 20 de diciembre, Monseñor Javier Martínez, a la sazón arzobispo de Granada, predicó una contundente homilía en la Catedral de su archidiócesis. Este arzobispo, que no se caracteriza precisamente por el uso de un lenguaje ambiguo, comparó el holocausto del aborto en nuestra era, con lo ocurrido durante los regímenes nazi y estalinista, cosa que ha enfadado bastante al “progrerío” patrio. Desde un primer momento, el arzobispo recibió todo tipo de críticas, ataques, insultos, difamaciones y demás lindezas propias de quienes usan su escasa inteligencia para practicar con fruición el agitprop.
Entonces, a alguna mente privilegiada de la izquierda encamada con la cultura de la muerte, se le ocurrió que una frase de la homilía podía ser usada ni más ni menos que para meter a don Javier en problemas con la justicia. Concretamente esta:
Pero matar a un niño indefenso, ¡y que lo haga su propia madre! Eso le da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella, y se la traga como si fuera un derecho: el derecho a vivir toda la vida apesadumbrada por un crimen que siempre deja huellas en la conciencia y para el que ni los médicos ni los psiquiatras ni todas las técnicas conocen el remedio.
Ahora bien, estos muchachotes son tan “honestos” que la frase la han cortado de forma que parece que dice otra cosa. La han dejado así: “Pero matar a un niño indefenso, ¡y que lo haga su propia madre! Eso le da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer“. ¡Qué tíos más listos! Al dejar así la frase, no se ve que el obispo se está refiriendo al hecho de que el abuso al que se refiere el arzobispo está provocado por el mismo hecho de que la mujer aborte y de que ella sufra las consecuencias de dicho acto.