Me apuesto pincho de tortilla y caña a que el obispo de Bilbao no hace nada
Misa de doce. Los fieles la parroquia bilbaína de San Javier, supongo que no muchos dado que era sábado, se disponían a asistir a la liturgia de siempre. Pero el párroco no tenía la más mínima intención de que aquello fuera una misa. Efectivamente, don Juan María Bautista decidió que iba a dar un mitin para-eclesial en el que criticaría la retirada de las librerías de la última edición del “Jesús” de Pagola. No contento con eso, dijo que no pensaba llevar a cabo la consagración.
El cura vasco habló de la “desazón y el disgusto de amplios sectores de la Iglesia” ante la presión que, desde ciertos círculos eclesiales, se ha ejercido sobre la obra, un hecho que, según su opinión, “raya el oscurantismo inquisitorial y supone la vuelta al pasado". Original el hombre, ¿verdad?
Más original fue cuando habló de una supuesta necesidad de que la Iglesia “de base” vuelva a las raíces del Concilio Vaticano II para evitar que pasos como el adoptado en relación a la obra de Pagola sigan produciendo “dolor y escándalo” en personas que “sólo están cultivando su fe". Aunque no tengo constancia de ello, no es descartable que en ese momento se difundiera por el templo un olor intenso a naftalina.
Ahora bien, si no es lógico que un cura se ponga a soltar a sus fieles un “speech” de ese tipo, ignorando que el propio Concilio Vaticano II deja muy claro que la labor de los teólogos está sujeta a la autoridad del Magisterio de la Iglesia, a mí me parece infinitamente más grave que un sacerdote tenga el valor de decir que va a realizar una “misa especial” en la que “no haremos la consagración“.