21.04.10

Y los hombres amaron más las tinieblas que la luz

Prácticamente no hay un solo cristiano evangélico que no se sepa de memoria el versículo 17 (versión Reina Valera del 60) del evangelio de San Juan:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Son palabras del propio Cristo, que dejan bien a las claras la intención salvífica de Dios y cuál es el único medio para ser salvo. De tal manera que, quien no acepta ese medio, se condena:

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Como católico, he prestado también atención a los versículos siguientes. Siendo que Cristo es ofrecido gratuitamente al mundo, ¿por qué la mayor parte de los hombres no creen en él? El Señor responde:

Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Al leer esas palabras de nuestro Señor y Salvador tendemos pensar en todos aquellos que se dedican al mal por sistema. Pensamos en narcos, terroristas, violadores, pedófilos, proxenetas y todo tipo de escoria humana. No es habitual que reflexionemos sobre la gravedad de nuestros propios pecados. A veces parece que Satanás es un principiante comparado con esos seres creados a imagen y semejanza de Dios por los que Cristo dio la vida. ¿Qué mal hay que el hombre no haya practicado a lo largo de la historia? ¿qué salvajada no se ha cometido? ¿qué guerra sangrienta no se ha librado?

En Occidente vivimos en la idea de que el progreso y la libertad nos hace mejores personas. Pero el hombre del siglo XXI no es esencialmente distinto del de hace diez o treinta siglos. Somos más sofisticados a la hora de obrar el mal, pero la naturaleza caída sigue presente allá donde no reina la gracia de Dios. E incluso donde la gracia abunda, sigue la lucha contra el mal. Mucho nos ha de amar Dios para haberse entregado por nosotros a pesar de que somos como somos.

Dice Cristo que el que hace lo malo no viene a la luz para que su maldad no quede manifiesta. Lo vemos en el caso del aborto. Los pro-abortistas odian que se les muestre imágenes de embriones destruidos y de fetos descuartizados. La luz les molesta, les produce erisipela. Quieren que todo quede oculto, porque si todos viéramos, un día sí y otro también, en qué consiste un aborto, es bastante probable que incluso una sociedad tan enferma como la nuestra se levantara y dijera ¡Basta ya!.

Es por ello que una de las tareas ineludibles de la Iglesia consiste en arrojar luz allá donde la maldad reina. Empezando por la que anida entre sus atrios. Acabamos de aprender la lección de que hay más escándalo en la ocultación cómplice de los abusos sexuales que en los propios abusos. Quien tiene la misión de ser luz del mundo no puede poner un manto de tinieblas sobre la maldad de algunos de sus miembros. Dios mismo no lo permite y por eso ha pasado lo que ha pasado.

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19.04.10

Jóvenes a contracorriente

No por repetido deja de tener valor el mensaje que el Papa ha lanzado a los jóvenes de Malta: “No tengáis miedo. Encontraréis ciertamente oposición al mensaje del Evangelio. La cultura de hoy, como cualquier cultura, promueve ideas y valores que contrastan en ocasiones con las que vivía y predicaba nuestro Señor Jesucristo. A veces, estas ideas son presentadas con un gran poder de persuasión, reforzadas por los medios y por las presiones sociales de grupos hostiles a la fe cristiana. Cuando se es joven e impresionable, es fácil sufrir el influjo de otros para que aceptemos ideas y valores que sabemos que no son los que el Señor quiere de verdad para nosotros”.

El Santo Padre tiene razón. Pero también ocurre que cuando uno es joven y se deja impresionar por Cristo, esa marca la llevará, con casi total seguridad, por el resto de su vida. Es decir, tan cierto resulta que la adolescencia y la juventud es una etapa en la que se es más débil para dejarse llevar por los valores del mundo, como que es la ideal para construir las bases de una vida adulta al servicio de Dios y de su Iglesia.

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17.04.10

El cardenal Castrillón pone a Juan Pablo II a los pies de los caballos

Me lo temía. Conociendo al cardenal Castrillón Hoyos, me esperaba una reacción así. Hasta hoy me he callado algo de lo que fui protagonista directo en uno de los congresos “Camino a Roma” celebrado en Ávila, en el que di mi testimonio de regreso al catolicismo. El cardenal colombiano participó en ese congreso dando una ponencia sobre la unidad en la Iglesia. Al final de la misma, refiriéndose expresamente a los escándalos sexuales de los sacerdotes en EEUU, se levantó y dijo a todos los presentes que debían apoyar a los sacerdotes en todo momento, aunque fueran pecadores, ya que un sacerdote lo es para siempre. El tono de sus palabras fue tal que algunos aplaudieron pero la práctica totalidad de los allá presentes entendió sus palabras como un apoyo no ya a los buenos sacerdotes sino a los depravados. De hecho, es lo que se comentó en los corrillos posteriores a su charla. Yo preferí no darle más vueltas al asunto, pero hoy veo que este cardenal vuelve a las andadas.

El problema es que acaba de demostrar que no tiene la menor intención de caer sólo. Cuando desde Roma se dice que la carta que el cardenal de felicitación que envió al obispo francés que no denunció a un sacerdote que había abusado de menores, es un ejemplo de la necesidad de la reforma que el Vaticano impuso en 2001, el cardenal Castrillón, desde el congreso sobre Juan Pablo II en la Universidad Católica de Murcia, asegura que fue el mismísimo Juan Pablo II quien leyó y aprobó la misiva. Es más, dice que el Papa le autorizó para enviársela no sólo al obispo francés sino a todo el mundo.

Es decir, el prelado colombiano está asegurando que al antecesor de Benedicto XVI le parecía muy bien que su Prefecto para la Congregación del Clero felicitara efusivamente a un obispo que había encubierto de las autoridades civiles a un cura abusador, razón por la cual el citado obispo fue condenado a tres meses de cárcel en el 2001.

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16.04.10

¿Hacia dónde va la Cope?

La audiencia de Cope sigue en caída libre. El último EGM -conste que no me fío de ese estudio- confirma lo que todo el mundo sabía o sospechaba. El castañazo es especialmente grave en el principal programa de la cadena, dirigido por Ignacio Villa. Apenas supera al 40% de la audiencia que tenía con el anterior director. La emisora propiedad de los obispos es superada incluso por Radio Nacional, que es algo así como si en el Tour de Francia te adelanta un niño con un triciclo.

Las causas del desplome son varias. Me parece una pérdida de tiempo hablar de que la salida de Losantos y Vidal fue un error empresarial. Es obvio que no se les echó por razones económicas sino porque ganaron la partida los obispos que, desde años atrás, les querían fuera de su emisora. Y como eso no tiene vuelta atrás -ni falta que hace que la tenga, aunque uno se pregunta dónde están todos aquellos que bramaban contra la anterior Cope-, lo que hay que analizar es si los recambios que han puesto funcionan. Es obvio que no. Y no es de extrañar. Lo de Nacho Villa estaba cantado. A la gente le puedes convencer de que era necesario un cambio de imagen y de estilo. Pero lo que no puedes pretender es que se traguen a un señor que pasó de ser, de la noche a la mañana, tan radical o más que Losantos y Vidal a convertirse en un corderito soso que sólo tiene palabras gruesas para sus antiguos compañeros de batallas mediáticas. Todo el mundo sabe quién era el señor Villa. Todo el mundo sabe lo que es ahora. Lo lógico, lo normal, lo previsible es que hayan dejado de oírle.

Del resto de la programación, las cosas no han cambiado. De Cristina López Schlichting no se puede esperar un repunte de audiencia. No da más de sí. Colmenarejo lo tiene casi imposible al tener que competir con La Noche de César y el Gato al Agua. No baja más porque todavía hay gente en España que no sabe bien cómo ver u oír esos dos programas. El programa deportivo de medianoche se va a quedar en breve sin el que ha sido su director en la última década, así que corre el peligro de convertirse en otro quebradero de cabeza para los directivos de Cope. En resumidas cuentas, esto no hay por donde cogerlo.

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15.04.10

Pujol es el elegido, loado sea el Altísimo

Pónganse por un momento en la piel del obispo de Gerona. Llega la Jornada Diocesana de Presbíteros y Diáconos, que esta ocasión es especialmente importante debido a que se celebra el Año Sacerdotal. Las dudas surgen. ¿A quién invitamos?, ¿quién puede ser la persona más adecuada para dar una charla a nuestros sacerdotes?. ¿Quizás otro obispo? “No, un obispo no, que con verme a mí y a mi augusto predecesor tienen suficiente“. ¿Quizás otro sacerdote o un teólogo fiel al Magisterio y con labia adecuada para aleccionar al personal? “Nada, nada, que lean al Papa“. Entonces, no se sabe por iniciativa del prelado o por indicación de alguno de sus “asesores", surge la figura luminosa de un prohombre sin igual: Jordi Pujol.

¡Eureka!“, clama don Francesc, “¡Pujol es el elegido!” Entonces, desde la diócesis se ponen al habla con el ex-presidente de la Generalidad catalana y le ofrecen dar una charla a los sacerdotes gerundenses. Don Jordi, que de esto del sacerdocio sabe no mucho, sino muchísimo, les responde: “¡Faltaría más! ¡En Gerona me veréis!“. Y, efectivamente, el 11 de mayo los curas y diáconos de Gerona recibirán la gracia divina de escuchar la disertación del político nacionalista catalán sobre “L´Esglesia a Catalunya, la figura del prevere”.

InfoCatólica, ese medio de comunicación ultramontano, cavernícola y tridentino, pretende lanzar una mancha sobre la sapientísima decisión de Monseñor Pardo al reproducir algunas declaraciones de don Jordi a medios de comunicación. En una de ellas se declara anti-abortista a la vez que apoya la reciente ley del aborto. En otras, se queja amargamente del trato que Juan Pablo II dio, según él, a Cataluña. Minucias, naderías que no pueden oscurecer la sabiduría pujolista sobre el sacerdocio católico.

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