Ya no hay duda alguna: Monseñor Francisco Pérez lo está haciendo muy bien
Este verano mi esposa y yo pasamos unos días en Pamplona. Ya habíamos estado con anterioridad pero, al menos yo, no tantos días seguidos. Allá tenemos unos cuantos amigos, con quienes compartimos cenas, charlas y tertulias. Siendo todos ellos católicos practicantes, la pregunta era obligada: “¿Qué tal os va con don Francisco?” Y la respuesta fue unánime: “Maravilloso. Se está ganando el cariño de la gente y además está haciendo una serie de nombramientos que van a mejorar mucho el gobierno de la archidiócesis".
Como cabía esperar, los acomodados del pasado no llevan bien que el arzobispo quiera pastorear su rebaño según su parecer. Y aunque algo más tarde de lo que yo me pensaba, han asomado la gaita a quejarse de que don Francisco ejerce de pastor y vicario de Cristo en su iglesia local. Como siempre ocurre en este tipo de cosas, los autores del escrito de queja pretenden hablar en nombre del clero navarro. No pretenden hablar en nombre de un sector de dicho clero, no. Quieren que creamos que hablan en nombre de todos. Mis fuentes navarras me aseguran que son cuatro, Maroto y el de la moto. ¿Y de qué se quejan? Pues de que “monseñor Pérez está optando por el clero adscrito a los nuevos movimientos: neocatecumenales, Opus, milicias de Santa Maria, sacerdotes del Apostolado de la Oración, Peregrinos eucarísticos, Identes, etc.” Y todo ello “en detrimento del clero diocesano".
Van más allá y dicen que “hace un año nombró para casi todos los cargos diocesanos a sacerdotes jóvenes de esos movimientos, bastantes procedentes del seminario de Toledo, acumulando en algunos de ellos responsabilidades de parroquias importantes y delegaciones diocesanas".