Cuando España está sumida en una crisis económica espectacular. Cuando la nación tiene ante sí la posibilidad de que una o dos de sus regiones proclame unilateralmente su independencia dentro de un par de años. Cuando el “pueblo” acaba de propinar al PSOE una soberana patada electoral allá donde la espalda pierde su nombre, el zapaterismo ha parido su penúltimo engendro.
El gobierno en funciones convocó ayer ni más ni menos que una rueda de prensa de urgencia. Alguno pudo temer que se tratara de algo realmente grave. Por ejemplo, que España hubiera entrado en quiebra por la crisis de la deuda. O quizás que nos habían invadido los extraterrestres. Pues no, lo urgente, lo vital, lo esencial para la nación española es que había un pronunciamiento de la comisión que el propio gobierno socialista había creado para dar un dictamen sobre el Valle de los Caídos.
El partido que tiene como afiliado entre sus filas al carnicero de Paracuellos ha gobernado este país durante dos periodos. El primero, desde 1982 a 1996. El segundo, desde el 2004 hasta hoy. En total, 21 años. Durante el primer periodo, la Guerra Civil y sus consecuencias quedaron aparcados en el baúl de la historia. Ese había sido, dicen, uno de los logros de la Transición. Pero Zapatero, el peor presidente democrático de la historia de este país, encarnó lo peor de la esencia del socialismo español al reabrir las heridas del pasado. Y ahora, con comisión cómplice de por medio, pretende que sea el Partido Popular y la Iglesia quienes decidan sobre el futuro de los restos del anterior Jefe de Estado, Francisco Franco, y del Valle de los Caídos. La jugada es clara. Si Iglesia y PP se niegan a mover los huesos de Franco del Valle, la izquierda en pleno les acusarán de complicidad con el franquismo.
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