El sueño circular y la primavera creativa y alegre
Una de las cosas que más me llama la atención del discurso de los eclesio-progres es el uso que hacen de frases grandilocuentes con aroma a espiritualidad intelectualoide sesentayochera. Esa especie de hippismo eclesial podría resultar gracioso en los años 70 del siglo XX. A inicios de la segunda década del siglo XXI resulta patético, caducado, “naftalínico".
Dolores Aleixandre, una de las más conspicuas representantes de esa realidad moribunda -su esterilidad no tiene remedio-, ha concedido una entrevista al paladín mediático de la carcundia progre-post-conciliar. Nadie me acuse de pasarme al hablar de hippismo eclesial. Esta buena gente comparte con los Beatles y los hippies su amor por la espiritualidad oriental:
… Hacemos meditación silenciosa, leemos textos de la tradición espiritual cristiana o sufí o hinduista.
El entrevistador le pregunta si no hemos de volver a la primavera post-conciliar de la creatividad y la alegría. Cambien ustedes primavera por infierno y creatividad y alegría por heterodoxia y secularización interna, y tendrán ustedes una descripción más adecuada de lo ocurrido en el post-concilio. La crisis que ha sufrido y sufre la Iglesia hunde sus raíces no solo en ese post-concilio desmadrado, sino en las corrientes sincretistas previas con el liberalismo teológico que arrasó el protestantismo “oficialista” en Europa y que se adhirió a la Iglesia como una garrapata venenosa. De no ser por la savia santa que corría por las venas del catolicismo, una savia madurada en los veinte siglos precedentes, la Iglesia Católica sería hoy un páramo moribundo al estilo del anglicanismo o el luteranismo en Dinamarca y los países bálticos.