La sucesión de Madrid afecta a la CEE y a la Curia romana
Cuando mañana se haga oficial la aceptación de la renuncia del cardenal Rouco y la llegada a Madrid de Mons. Osoro como nuevo arzobispo, ocurrirán una serie de circunstancias que habrá que afrontar en la próxima plenaria de la Conferencia Episcopal Española
En la ejecutiva de la CEE es miembro nato -o como se quiera decir- el arzobispo de Madrid. Es decir, aunque no sea elegido por los obispos para ser presidente o vicepresidente, forma parte de ese órgano de gobierno. Es lo que ocurre en la actualidad. Una vez el cardenal se retire, su puesto quedará libre, dado que Mons. Osoro es vicepresidente. Por tanto, en noviembre toca elegir un puesto para dicha ejecutiva.
Aunque es evidente que los obispos pueden elegir a quien les parezca oportuno, en mi opinión optarán por Mons. Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona-Tudela, quien tras ser miembro de le ejecutiva en el trienio anterior, quedó en una situación ciertamente poco decorosa dado que, al no presidir ninguna comisión episcopal, ni siquiera forma parte de la Permanente. Pasar de la ejecutiva a la “nada” quedó feo. Don Francisco es un hombre sin aristas, bien considerado entre sus compañeros de episcopado y se conoce bien los manejos de Añastro (sede de la CEE).