Un cuadro algo sombrío
Los aficionados a la pintura sabrán que no existen los colores aislados. Cada pincelada de un cuadro toma su color no sólo del tinte utilizado, sino de todos los demás colores que tiene a su alrededor. Un rojo es mucho más rojo cuando está rodeado de verdes. No es lo mismo utilizar un naranja en una puesta de sol, donde sólo será uno más entre los muchos tonos cálidos presentes, que introducirlo en el entorno gélido y azulado de un campo nevado, donde sobresaldrá de forma llamativa y resaltará con fuerza los demás colores.
Este principio fundamental de la pintura, también nos puede servir para mejorar nuestra comprensión de nuestro mundo, nuestra sociedad y el pensamiento dominante. Algunas veces, las cosas no nos llaman la atención aisladamente, pero, al unirlas con otras, revelan de pronto su importancia fundamental. Voy a contarles dos sucesos recientes, uno bastante conocido y otro no, que espero que nos ayudarán a esbozar un cuadro, algo sombrío de una tendencia actual que me preocupa.
Como se pudo leer en Religión en Libertad hace unos días, una enfermera inglesa, Caroline Petrie, ha sido expedientada por preguntar a un paciente si quería que rezase por él. Es decir, no por evangelizar explícitamente, por presionar o por dar la lata, ni siquiera por poner una cruz en la habitación, sino, simplemente, por preguntarle educadamente al paciente si quería que rezase por él, en ese momento difícil de su vida.