17.02.09

Mi respuesta a la pregunta de una atea

(Continuación del post anterior)

Antes que ninguna otra cosa, quiero decir que las respuestas recibidas de los lectores han excedido mis expectativas. Y eso que la experiencia hacía que esperase un alto nivel de respuestas de los lectores de este blog. Los análisis del sufrimiento, de sus causas, de la posibilidad de que el ser humano comprenda o no las acciones de Dios y nuestra actitud ante la desgracia (incluso el análisis del propio término “desgracia”) han sido interesantísimas.

Cuando digo que las respuestas han excedido mis expectativas, es literalmente cierto. Yo sólo tenía en mente algo mucho más modesto: identificar las premisas falsas de las que partía la pregunta de Heather Mac Donald. Todo lo que se ha dicho en los comentarios es muy útil para ayudar a comprender la visión cristiana del sufrimiento y de la acción de Dios… pero no servirá de nada si no sacamos primero a Heather del lío lógico en el que ella misma se ha metido.

En las discusiones de temas religiosos (y en cualquier discusión, realmente), es imprescindible escuchar de verdad lo que el otro está diciendo. Ponerse en su pellejo. Entender su motivación y los presupuestos de los que parte. A menudo, en el caso del cristianismo, la gente que no lo conoce o lo conoce únicamente a medias tiene una serie de ideas preconcebidas más o menos absurdas sobre lo que creen los cristianos, que les impide valorar verdaderamente el cristianismo. Creo que ya conté una vez lo que decía el Arzobispo Fulton Sheen: No habrá más de cien personas en los Estados Unidos que odien a la Iglesia Católica. Sin embargo, hay millones que odian lo que erróneamente piensan que es la Iglesia Católica, que es algo muy diferente.

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16.02.09

Buena pregunta de una atea

Probablemente, todos los lectores recordarán el aterrizaje en el agua de un vuelo norteamericano el mes pasado, que, milagrosamente, no ocasionó ninguna víctima. Las espectaculares imágenes que pudimos contemplar son de las que se graban en la retina de forma permanente y que, probablemente, más de uno recordará cuando tenga que volar.

Heather Mac Donald, en la página Secular Right, dedicada a promover un ateísmo conservador o un conservadurismo ateo, como prefieran, ha reaccionado airadamente contra la palabra “milagrosamente”, que tanto se ha utilizado al hablar del accidente. Como gran argumento, ha unido este hecho con el de otro avión que se estrelló hace unos días en Estados Unidos, esta vez con gran número de víctimas.

¿Por qué, pregunta, encuentran los creyentes la mano de Dios en el primer accidente y no en el otro? Si un accidente sin víctimas es un milagro que prueba la existencia de un Dios bondadoso, ¿por qué no se habla de un Dios malvado después del accidente con víctimas?

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14.02.09

La importancia de las vacunas

No debería sorprenderme, porque todos los años sucede, pero aun así lo voy a contar: este año volví a coger la gripe. Todos los años me digo que tengo que vacunarme y todos los años lo voy dejando hasta que es demasiado tarde. En cambio, mi mujer, que es profesora y, como tal, tiene que vacunarse, suele estar fresca como una rosa los días de frío. Como comprenderán, eso aumenta bastante mi irritación por mi propia estupidez al no vacunarme.

El lector avispado se preguntará porqué hablo de esto en un blog de religión. Pues bien, la importancia de las vacunas no se limita a la salud física. También espiritualmente son necesarias las vacunas. Cuando, por experiencia, sabemos que un lugar o una situación son para nosotros ocasiones de pecado, debemos poner los medios para evitar ese pecado en lo posible. Es decir, debemos vacunarnos espiritualmente contra ese pecado probable, por medio de la oración, evitando las ocasiones en lo posible, armándonos con la armadura de la fe como dice San Pablo, etc.

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13.02.09

Cuidado, que nos lo estamos creyendo

Al volver, hace unos días, de las vacaciones de invierno, los alumnos y profesores de una universidad norteamericana de los Jesuitas, el Boston College, se encontraron con un curioso cambio en la decoración. El Presidente de la Universidad, el padre William P. Leahy, S.J., decidió que ya era hora de que todas las aulas de esta universidad católica tuviesen un crucifijo o un icono. Así que, dicho y hecho, durante las vacaciones se colocó una imagen de Cristo en cada una de las clases.

En primer lugar, quiero decir que ¡bien por los jesuitas del Boston College! Me parece una medida estupenda. En cierto modo, la sensación es agridulce, porque resulta triste que uno se tenga que alegrar por algo que debería ser lo más normal del mundo, pero, en cualquier caso, es un paso en la buena dirección.

No creo que sorprenda a nadie si cuento que, como suele suceder con las buenas ideas, esta decisión del Boston College ha sido duramente criticada. Es posible, sin embargo, que les sorprenda la identidad de los críticos. Las protestas no vienen del nuevo Presidente norteamericano, ni de las asociaciones musulmanas, judías o budistas, ni de grupos ecologistas que denuncien la tala de árboles para fabricar crucifijos de madera. Aparentemente, la crítica más dura proviene de una parte de los profesores de la propia universidad católica.

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11.02.09

En medio de una batalla

He decidido colocar como artículo independiente este comentario que Francisco José Soler dejó en el post anterior, porque su anécdota me ha parecido muy ilustrativa y, sobre todo, porque coincido plenamente con su análisis de la situación y sus conclusiones.

Es curioso que a un grupo de filósofos y científicos no les llame la atención que la inmensa mayoría de los filósofos y científicos de la Historia han creído en la existencia de Dios. Es curioso que en un grupo dedicado a hablar de prácticamente todo, no se pueda hablar de Dios, como si fuera algo vergonzoso u ofensivo. Es curioso que, en una argumentación supuestamente racional, se introduzca una censura totalmente arbitraria e irracional de una posible solución al problema.

Como dice Francisco José, nuestro mundo está inmerso en una batalla cultural entre modos diferentes de entender la realidad y al ser humano. Los cristianos no podemos quedarnos a la defensiva, buscando simplemente que se nos tolere. Tenemos que luchar por que la civilización que surja en el siglo XXI se beneficie de la luz de la Revelación y, para eso, es necesario vivir y anunciar el Evangelio sin complejos. Es necesario que la concepción cristiana de la vida se plasme en obras de arte, en tratados de Filosofía, en una forma más humana de entender el trabajo y las relaciones económicas, en una comprensión de la Ciencia que no cosifique al ser humano…

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