Mi respuesta a la pregunta de una atea
(Continuación del post anterior)
Antes que ninguna otra cosa, quiero decir que las respuestas recibidas de los lectores han excedido mis expectativas. Y eso que la experiencia hacía que esperase un alto nivel de respuestas de los lectores de este blog. Los análisis del sufrimiento, de sus causas, de la posibilidad de que el ser humano comprenda o no las acciones de Dios y nuestra actitud ante la desgracia (incluso el análisis del propio término “desgracia”) han sido interesantísimas.
Cuando digo que las respuestas han excedido mis expectativas, es literalmente cierto. Yo sólo tenía en mente algo mucho más modesto: identificar las premisas falsas de las que partía la pregunta de Heather Mac Donald. Todo lo que se ha dicho en los comentarios es muy útil para ayudar a comprender la visión cristiana del sufrimiento y de la acción de Dios… pero no servirá de nada si no sacamos primero a Heather del lío lógico en el que ella misma se ha metido.
En las discusiones de temas religiosos (y en cualquier discusión, realmente), es imprescindible escuchar de verdad lo que el otro está diciendo. Ponerse en su pellejo. Entender su motivación y los presupuestos de los que parte. A menudo, en el caso del cristianismo, la gente que no lo conoce o lo conoce únicamente a medias tiene una serie de ideas preconcebidas más o menos absurdas sobre lo que creen los cristianos, que les impide valorar verdaderamente el cristianismo. Creo que ya conté una vez lo que decía el Arzobispo Fulton Sheen: No habrá más de cien personas en los Estados Unidos que odien a la Iglesia Católica. Sin embargo, hay millones que odian lo que erróneamente piensan que es la Iglesia Católica, que es algo muy diferente.