26.05.10

La solución definitiva para el problema de las vocaciones

Un sacerdote norteamericano llamado Andrew Greeley ha tenido una idea genial y revolucionaria para solucionar la falta de vocaciones al sacerdocio. Y no se trata de una simple intuición, sino del resultado de una “investigación sociológica sobre el sacerdocio durante más de treinta años”. Ya esto resulta admirable. No le bastó decir “soy sacerdote y tengo una idea bastante precisa de lo que es el sacerdocio, por no hablar de lo que dicen la Teología y la doctrina de la Iglesia sobre el tema”. No, reconoció que quien debe decirnos lo que es el sacerdocio es una ciencia exacta y matemática como es la sociología y dedicó tres décadas a investigar la cuestión sociológicamente.

¿En qué consiste su idea? Muy sencillo. Lo que ha hecho ha sido analizar en primer lugar cuál es el verdadero problema que explica la falta de vocaciones. ¿La falta de fe? No. ¿El secularismo y el consumismo? No. ¿Quizá la hipersexualización de nuestra sociedad? No. ¿La incapacidad o dejación de los padres en la transmisión de la fe a los hijos? No. Mucho más fácil que todo eso. Lo teníamos delante de nuestros ojos y no nos habíamos dado cuenta. El problema está en que ser cura es “para toda la vida” y eso es mucho tiempo.

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21.05.10

Dos calles de Sevilla

El otro día, escribí sobre el P. Berríos, jesuita chileno, y sus artículos más o menos contrarios a la doctrina de la Iglesia en varios puntos importantes. Me parecieron muy interesantes algunos comentarios que venían a decir, en mi opinión, que todos esos temas de moral no son importantes, que hay diversas opiniones sobre ellos y que no hay que ser rigoristas. Es decir, que no merece la pena discutir por cosas de tan poca importancia.

Todo esto me recordó a dos calles en Sevilla que resultan muy curiosas. Hay muchísimas calles en Sevilla que resultan curiosas, interesantes y muy bonitas, pero me refiero a dos en particular que despertaron mi atención la última vez que fui por allá. Son dos calles estrechas, muy cortas y paralelas. Ambas salen de la misma placita, una de esas preciosas plazas sevillanas, llenas de luz, azulejos y naranjos. Lo curioso de estas calles prácticamente gemelas es su nombre, que muestra el sentido del humor propio de los sevillanos: una se llama la calle de la Vida y otra la calle de la Muerte. No tengo datos, pero imagino que el precio del metro cuadrado debe de ser muy diferente en una calle y en la otra.

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19.05.10

Una historia muy triste

Acabo de leer una historia tristísima, sucedida en Chicago. Janine Denomme, una conocida activista homosexual, fue “ordenada” como sacerdote el mes pasado, por un grupo llamado Roman Catholic Womenpriests (Mujeres Sacerdote Católicas). Como es lógico, eso supuso su excomunión latae sententiae. El Código de Derecho Canónico prevé la excomunión automática para todos aquellos que participan en una simulación del Sacramento del Orden Sacerdotal.

Increíblemente, a pesar de ser lesbiana militante y Directora de un Programa Juvenil de orientación homosexual, de vivir públicamente con su “compañera” y defender la ordenación de mujeres, Janine era un “miembro activo de la iglesia de Santa Gertrudis” (de hecho, sigue saliendo en la web de la parroquia como miembro del Consejo Parroquial y como ¡acompañante o directora espiritual para los fieles!). Se había formado en la Universidad de Detroit Mercy, una universidad católica de los jesuitas, fue miembro del Jesuit Volunteer Corps y había sido profesora en el Colegio Católico de Santa Escolástica y en la Universidad DePaul, la mayor universidad católica de los Estados Unidos, dirigida por religiosos paúles.

Todo eso ya es bastante triste de por sí, pero, por desgracia, es una cosa tan común que ya no llama la atención. Lo que realmente me ha entristecido es leer que Janine Denomme estaba enferma de cáncer y murió hace dos días.

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18.05.10

El Concilio del P. Berríos (que nunca existió)

Un lector me pide que comente el siguiente artículo de un jesuita chileno, el P. Felipe Berríos, que escribe de forma regular en el periódico El Mercurio. Intentaré hacerlo lo más brevemente posible, para no cansar.

Mis comentarios al texto del P. Berríos están en rojo. Como verán, son bastante duros. Y lo son conscientemente, porque el P. Berríos escribe públicamente como sacerdote y, por lo tanto, el hecho de que niegue en muchos campos la doctrina de la Iglesia tiene consecuencias muy graves.

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17.05.10

Esos rostros gloriosos

Temporibus illis, hace muchos años, tuve un profesor de Filosofía que me dio un consejo que todavía recuerdo. Sugirió que fuésemos un día al cine y nos sentáramos en la primera fila. Después, en cuanto empezara la película, en lugar de verla, lo que teníamos que hacer era darnos la vuelta y mirar a la gente que había ido al cine. Decía que la gente, sus actitudes, sus caras y sus reacciones ante lo que estaban viendo eran muchísimo más interesantes que la propia película.

Nunca le hice caso, pero el consejo se quedó grabado en mi mente. Y este domingo me acordé de él cuando estaba en Misa. Yo estaba acolitando, así que, durante la homilía, estaba sentado junto al presbítero, de cara a la asamblea. Y desde mi sitio podía ver los rostros de todos los que habían acudido a celebrar la Eucaristía. Durante unos momentos, me quedé fascinado al mirarlos, como si nunca antes los hubiera visto de verdad.

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