De discursos y discursos
El discurso de S.M. Felipe VI, nuevo rey de España, me ha recordado a algo ocurrido hace unos días en Estados Unidos. Como saben los lectores, por allá es costumbre que, en la ceremonia de graduación del instituto, el mejor alumno haga un discurso ante los demás. En un instituto de Brawley (California), le tocó hacer el discurso a un chico llamado Brooks Hamby, seleccionado para continuar sus estudios en la Universidad de Stanford, una de las más prestigiosas del país. La administración del instituto le pidió que les presentara el día de antes el discurso de graduación para asegurarse de que era apropiado. Cuando Brooks presentó su borrador de discurso, empezaron los problemas.
El discurso de este chico, que es protestante, estaba redactado en forma de oración: “Padre celestial, haz que en todo momento seamos amables y misericordiosos, perdonándonos unos a otros como Dios nos perdonó en Cristo”. Por lo visto, los responsables del colegio consideraron que las referencias a Jesucristo y la forma de oración del discurso eran “inapropiadas” y contrarias a los “estándares legales en vigor”.



Si alguien te vende un perro verde y luego descubres que destiñe con las primeras gotas de lluvia, es normal que te quejes. Si ya te han vendido seis y compras el séptimo, o no eres muy despierto o en realidad quieres que te engañen. Una ventaja de que la propuesta sobre el matrimonio que venimos tratando en estos artículos se realice ahora y no hace cincuenta años es que, como ya nos han vendido media docena de perros verdes, al menos si lo compramos ya no podremos decir que la culpa es de quien nos vende los canes color esmeralda, sino nuestra.
Participante invitado: Higinio Fernández, licenciado en Teología Pastoral Buenista por la Universidad Koinonía de Teología a Distancia y profesor en el Instituto de Ciencias Sociorreligiosas de Parla (Madrid). Está casado y mantiene el blog Todos somos hijos de Dios en Multirreligión Digital.



