15.06.08

Carta abierta a un ateo militante

Me habeis pedido que os recordase esta carta abierta a un ateo militante, que escribí hace más de seis años. He pensado que hoy también puede ayudar a los ateos militantes y también a los cristianos, más o menos militantes. Así que ¡ahí va!

Pamplona, 1 de diciembre de 2001

Escribo esta carta en respuesta, algo lejana ya, a un artículo publicado en un periódico de Madrid. Este escrito apareció a los pocos días de haber comenzado los bombardeos americanos en Afganistán. El autor argumentaba diciendo que la fe cristiana, y las fes religiosas en general, eran tan contraproducentes y tenían consecuencias tan perversas que a él, la conducta de los cristianos le había hecho pasar de un agnosticismo titubeante a un ateísmo decidido y militante.

Es muy probable que el autor de aquel artículo no lea nunca esta respuesta. Sé muy bien que es difícil entrar en diálogo con nadie sobre cuestiones tan íntimas. Pero escribo pensando en otras muchas personas, de Navarra y de fuera de Navarra, que piensan o sienten de manera parecida. Quisiera ayudarles a descubrir la racionalidad y la gran humanidad de la fe cristiana.

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13.06.08

¿Aborto? Tolerancia cero

Ahora nos llegan con la noticia de que en España se estaba preparando una red de instalaciones –porque no se les puede llamar clínicas- especializadas en abortos difíciles, es decir, abortos tardíos, hasta de nueve meses. Hubo un poco de debate en la opinión pública, pero ha desaparecido de la escena. No interesa. Sin embargo, queda en el ambiente la intención de modificar la ley del aborto y seguro que no será en sentido restrictivo.

El aborto en España está alcanzando unas proporciones que asustan. 100.000 abortos en un año son muchos abortos, muchos crímenes. No podemos callar, no podemos ser cómplices con nuestro silencio de esta matanza de inocentes. En esta cuestión, como en otras, ha llegado el momento de que los católicos que queramos ser coherentes hagamos sentir nuestra voz, hasta donde lleguemos. Se trata simplemente de actuar de acuerdo con nuestra conciencia, defendiendo el derecho a nacer y a vivir de estos miles y miles de niños inocentes.

Yo me atrevo a pedir a todos los católicos, estén donde estén y sean lo que sean, que se posicionen activamente, y actúen según conciencia en este tema del aborto. Sabemos que es un crimen, que es la eliminación violenta de un ser humano inocente. Sabemos que es una plaga para la educación moral de los jóvenes y la salud espiritual de las familias.

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5.06.08

La clase de religión, cuestión de vida o muerte (y II)

¿Qué tenemos que hacer?

No sería justo que os dejara ante esta incertidumbre sin ayudaros a ver cómo podemos proceder para salir adelante en nuestro empeño. El primer consejo, muy sincero, tiene que ser el consejo de la convicción y de la autenticidad. Hoy no podemos hablar de Dios sin estar profundamente convencidos de lo que decimos, sin hablar de El con piedad, con devoción, con amor manifiesto. El mundo de las cosas espirituales sólo se hace presente y comprensible mediante el testimonio. Y el primer testimonio tiene que ser el convencimiento vital de quien habla de ellas. No se puede hablar de Dios con verdad si no hablamos de un Dios que adoramos, que amamos, del que estamos prendidos por la gratitud, por el amor, por la obediencia amorosa de los hijos. La contradicción de los laicistas nos está obligando a ser más auténticos en nuestra fe, más testigos, más santos.

Al encontrarse en un ambiente hostil, donde la Iglesia y sus representantes son criticados, aparece la tentación de desmarcarse de la Iglesia para que nos acepten más fácilmente a nosotros. Es el truco de los “progres”. La Iglesia, los obispos, los curas, los cristianos integristas… los pobres, viven en la edad media, son medrosos, ignorantes, intolerantes, han perdido el tren. Cuando nuestros interlocutores nos dicen “si todos fueran como tú”… podemos echarnos a temblar. Es señal de que estamos buscando facilidades y comprensiones a costa de nuestra autenticidad cristiana. Lo que no hagamos con toda la Iglesia a cuestas no va a servir de nada. Da un poco de risa ver con qué bondadoso paternalismo algunos personajes nos dicen a los obispos que hemos perdido el contacto con la cultura real. Los obispos no somos infalibles, pero tampoco somos tontos, ni desleales.

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2.06.08

La clase de religión, cuestión de vida o muerte



Clases de religión en tiempos de laicismo. Una charla a profesores de religión.

Ante todo quiero manifestaros mi admiración y agradecimiento. En estos momentos los profesores de religión estáis siendo la primera línea evangelizadora de la Iglesia. Y la más amplia. Tenéis en vuestras clases a muchos niños y jóvenes que no reciben apenas otra enseñanza religiosa que la que vosotros les podáis ofrecer. No la reciben en casa, porque muchas familias, aun de las que envían libremente sus hijos a clase de religión, no están en condiciones de educarlos cristianamente. No la reciben en la parroquia, pues muchos no van a catequesis. Sólo en vuestras clases oyen una palabra razonable sobre Dios, sobre Jesucristo, sobre la vida cristiana y el cristianismo.

Y esto lo tenéis que hacer a veces en condiciones difíciles, sin el apoyo de las familias que os los envían, en un clima de crítica y de incomprensión por parte de muchos de vuestros colegas docentes. Es sabido que en algunos casos los profesores de religión no son admitidos en los Claustros y son criticados y ridiculizados por algunos compañeros ante los alumnos.

Hemos dicho muchas veces que la clase de religión no es catequesis. Y no lo es. Pero es evidente que una buena formación intelectual acerca de los contenidos de nuestra fe cristiana, que los alumnos tengan una idea clara de lo que creen, del por qué y para qué creen es una parte muy importante de su formación cristiana, un soporte interior para la firmeza y la operatividad de su fe. En el cristianismo, fe y razón se purifican y se fortalecen mutuamente.

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27.05.08

Siempre es Pentecostés (IV)

El Espíritu Santo y los católicos hoy: conocimiento, coherencia, unidad, misión

Estas consideraciones sobre el Espíritu Santo pueden transformar nuestra vida. Muchas veces nos preguntamos qué tenemos que hacer los católicos españoles en estos momentos para ser fieles a la llamada de Dios y de la Iglesia, para responder seriamente a las exigencias de los tiempos. Después de estas reflexiones sobre el Espíritu Santo en nuestra vida, algo podemos responder.

En primer lugar, conocer algo mejor lo que somos, lo que es Dios y lo que son sus dones para nosotros. Hace pocos días las agencias distribuían la noticia de que los católicos españoles somos los que menos leemos la Biblia. Leamos asiduamente por lo menos el Nuevo Testamento. Una manera de ser católico al día consiste en tomarse más en serio la propia formación. No se trata de ser doctor (que también es posible), sino de conocer de forma un poco madura la verdad de nuestra condición cristiana.

Y con el conocimiento, la coherencia. La fe en Jesucristo, nuestra relación personal con El, relación de adoración, de convivencia, de entrega, tiene que transformar nuestra vida, configurarla en su totalidad. El tiene que ser el marco y el molde de nuestra vida, entendimiento, afectos, proyectos de vida, relaciones, objetivos, aspiraciones, normas de comportamiento, todo en nosotros tiene que estar pasado por el filtro de la humanidad de Jesús, de sus enseñanzas, sus ejemplos, nuestra comunión espiritual con El en la oración y en los sacramentos. Eso es vivir cristianamente. Unas veces lo hacemos mejor y otras peor, pero ese ha de ser el ideal y el eje central y real de nuestra vida. Esta es la vida nueva que el Espíritu Santo crea y desarrolla en nosotros. No es cuestión de esfuerzo nuestro. Es cuestión de humildad, de disponibilidad, de obediencia, para recibir la visita de la Trinidad en nuestro corazón y vivir en su gracia.

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