6.06.25

Algunas ideas para no sobredimensionar el papado

Quizá uno de los mayores logros del pontificado del Papa Francisco haya sido demostrar sin lugar a dudas y de forma algo traumática que, en los últimos dos siglos, se ha producido un sobredimensionamiento práctico del papado, hasta adquirir en ocasiones tintes casi idolátricos. A veces parece incluso que el Papa sea la Iglesia, como si no hubiera nada más en ella o no se necesitase otra cosa.

Me pide un lector que escriba sobre lo que se podría hacer para evitar caer en ese error práctico (porque, desde el punto de vista de los principios, la doctrina sobre el papado del Concilio Vaticano I está muy clara). Me gustaría atender su petición, pero, como la cuestión es espinosa y mis luces intelectuales son más escasas aún que mi atractivo físico, en lugar de dar mi opinión me ha parecido más oportuno traer al blog el sermón que pronunció hace varios siglos sobre este mismo problema el ilustre predicador Fray Eusebio de Rocatajante, en presencia del papa de la época, Narciso IV.

Fray Eusebio, además de ser un santo varón y maestro de la oratoria, tenía la laudable costumbre de dedicar sus sermones a lo que necesitaban escuchar sus oyentes y no a lo que les gustaría escuchar, lo que le granjeó problemas sin cuento y un par de visitas amistosas de la Santa Inquisición. Dicen los historiadores que al papa Narciso no le agradó mucho este sermón en concreto, pero nuestro predicador consiguió salir con bien de su atrevimiento gracias a que, por oscuras razones genealógicas, era a la vez sobrino y tío del papa.

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4.06.25

Sin barcos y sin honra

Antiguamente, los escolares españoles aprendían y recordaban durante toda su vida la frase emocionante e inmortal del almirante Casto Méndez Núñez: “más vale honra sin barcos que barcos sin honra”. Parece que fue pronunciada ante amenazas inglesas y norteamericanas de destruir su escuadra en represalia por el ataque a Valparaíso durante la guerra del Pacífico y que la frase fue algo más larga de lo que se suele recordar: “la reina, el Gobierno, el país y yo preferimos más tener honra sin barcos, que barcos sin honra”.

La valentía y la fidelidad al deber del almirante (que, por cierto, solo bombardeó Valparaíso después de asegurarse concienzudamente de que la población había salido de la ciudad) fueron de las pocas cosas buenas que podemos recordar de aquella absurda y malhadada guerra. En efecto, algo que podríamos y deberíamos aprender de los militares es que, tanto en la guerra como en la paz, hay cosas que son mucho más importantes que las demás y merecen los mayores sacrificios.

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2.06.25

¿Comienza la caída de Amoris Laetitia?

En estos primeros días de un nuevo pontificado, muchos habrán pensado sobre lo que va a suceder con Amoris Laetitia, la exhortación postsinodal del Papa Francisco que introdujo indirectamente el divorcio en la Iglesia, permitiendo la comunión sin arrepentimiento ni propósito de la enmienda para los que vivían en una nueva unión de carácter adulterino

Algo tiene que suceder con ella, porque lo cierto es que en Amoris Laetitia se niegan varios principios fundamentales de la fe y de la moral católicas: la existencia de actos intrínsecamente malos, el principio de que el fin no justifica los medios, la certeza (definida en Trento) de que Dios siempre da la gracia necesaria para no pecar, la seguridad de que Dios no quiere que pequemos, la obviedad de que los pecados mortales son eso, pecados mortales que llevan al infierno y no simples fallos en alcanzar un ideal, etc. Cualquier católico está dispuesto a aceptar el magisterio de la Iglesia, pero no podemos mantener creencias contradictorias, porque ad impossibilia nemo tenetur. Es imposible mantener, a la vez, la constante Tradición dogmática y moral de la Iglesia y varias enseñanzas de Amoris Laetitia que niegan esa Tradición. En consecuencia, parece forzoso concluir que esas enseñanzas específicas de Amoris Laetitia no son verdadero magisterio y que hay que abandonarlas.

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31.05.25

Conversación en la posada errante

He tenido el gusto de mantener una agradable tertulia en la chestertoniana Posada Errante y pienso que quizá podría interesar a los lectores. A pesar de una fuerte alergia al polen que me afectó justo ese día (y que se nota bastante en la voz nasal y mi aspecto general algo atontado), disfruté mucho de la conversación con Leandro Blásquez.

En principio, la tertulia-entrevista versaba sobre el libro Yo fui secretario de León XIV, pero, como una cosa lleva a la otra, y las preguntas eran estupendas, hemos terminado hablando sobre la importancia de leer el Apocalipsis, la relación entre el humor y la humildad, la necesidad las novelas escritas por católicos para bautizar la imaginación, la larga derrota de la Iglesia, León XIII y la herejía del americanismo, el papel del Papa, la herencia española en América y la urgencia de volver a la esencia del cristianismo. No está mal ¿verdad? Con esos temas y un interlocutor tan sabio y con el que se comparte la fe católica da gusto conversar.

Aquí tienen la grabación:

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26.05.25

La caída de Occidente

Volviendo el otro día de llevar a algunos de mis hijos al colegio, vi a una chica con el mismo uniforme que caminaba en dirección contraria al centro escolar. Al cabo de unos instantes, se encontró con un chico de otro colegio cercano, que parecía estar esperándola, y se marcharon los dos juntos. Me pareció estar viendo la caída de Occidente.

No me refiero, claro está, al hecho de que un chico y una chica se saltaran las clases, que es algo que habrá sucedido infinidad de veces a lo largo de la historia, sino a lo que no sucedió. O mejor dicho, a lo que yo no hice: no les dije nada y seguí mi camino en el coche. Es decir, lo mismo que habría hecho cualquier otro.

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