La autocrítica es demasiado poco
En el artículo de ayer, comentando un programa de la televisión, hablábamos del feng shui y las creencias supersticiosas de que los desagües, las vibraciones de los minerales y las energías positivas determinan la felicidad de las personas que viven en una casa. Una lectora, Yolanda, preguntaba:
¿No hay alguna autocrítica que hacerse al respecto? No hay que irse hasta los tiempos de Feijoo para reconocer un catolicismo plagado de supersticiones pintorescas;
En mi opinión, Yolanda, es probable que algunas supersticiones de hoy sean consecuencia de excesos de la piedad popular (que yo, la verdad, siempre he visto combatir a los curas). Además, precisamente esas supersticiones son las que me parecen más repugnantes, como la santería, que mezcla elementos claramente paganos e incluso demoníacos con el nombre de los santos. Sin embargo, cosas como el feng shui, las brujas, etc. no tienen nada que ver con el cristianismo y parece evidente que, cuanto menos cristiana es la sociedad, más terreno ganan esas cosas, precisamente porque no son cristianas.