Lorenzo’s y el mundo
Esta mañana, he leído una anécdota que sucedió el otro día en Houston, Texas. En un restaurante italiano con el simpático nombre de Lorenzo’s, uno de los camareros atendía la mesa en la que estaba sentada una familia con varios niños. Uno de ellos, Milo, de cinco años, tenía síndrome de Down. Por lo visto, eran clientes habituales y acudían a Lorenzo’s a comer en familia bastante frecuentemente.
En la mesa de al lado, un señor comenzó a quejarse del ruido que causaba Milo. Según el camarero, “Milo no se estaba portando mal; sólo hablaba y hacía pequeños ruidos”. El señor, sin embargo, siguió quejándose y terminó cambiándose con su familia a otra mesa. En ese momento, afirmó en voz alta que “los niños especiales deberían ser especiales en otro lugar”.
El camarero, con un valor y una cortesía propios de otra época, se acercó y le dijo sin armar alboroto: “Señor, me temo que no voy a poder seguir atendiéndole”. El hombre se levantó airado y se marchó con su familia del restaurante. La familia de Milo, en cambio, no se enteró de nada y siguió comiendo tranquilamente.