Mujer guerrera en nombre de San Miguel Arcángel
SANTA JUANA DE ARCO (1412-1431)
JOSÉ RAMÓN GODINO ALARCÓN
A petición de una amable lectora del blog, publicamos un artículo sobre esa figura formidable y controvertida que fue Juana de Arco
Si hay un personaje que ha sido paradigmático para la historia medieval de Francia y su identidad nacional ese ha sido Juana de Arco. Mito de la Guerra de los 100 años, su figura ha dado argumento a numerosos libros, películas, obras teatrales… Incluso la laica República Francesa dedica un día al año a celebrar a su particular gloria patria. Pero a nosotros no nos interesa principalmente este perfil claramente politizado. Tampoco el de la leyenda negra de la francesa quemada en la hoguera de la Inquisición por los adversarios ingleses y borgoñones. Lo que nos interesa es sencillamente Juana, una muchacha enamorada de Dios y que dio su vida por ser fiel a la verdad en lugar de traicionarla en juegos cortesanos.
El inicio de su vida se sitúa en una pequeña aldea de los Vosgos (la zona norte de Francia casi fronteriza con la actual Alemania) Su padre, Jaques D´Arc, era un pequeño agricultor. Su madre, Isabelle Romée, era una mujer piadosa que llevaba su apellido por haber hecho la peregrinación a Le Puy, el santuario que sustituía a Roma para los peregrinos franceses. No se conoce claramente su fecha de nacimiento (ella misma afirmó en su proceso que creía tenía 19 años), así que siguiendo al pie de la letra esa suposición se data en 1412. En su pequeña aldea nadie se podía pensar que la pequeña de 4 hermanos pronto daría el salto para cambiar la historia de su reino. Por aquel entonces Francia se encontraba envuelta en una larga guerra dinástica entre los Plantagenet, la dinastía reinante inglesa y propietaria feudal de casi media Francia, y los Valois, cuyo poder real estaba en entredicho por la división familiar entre borgoñones (aliados de Inglaterra) y orleanistas (partidarios de Luis de Orleans) La guerra en época de la niñez de Juana se inclinaba del lado inglés.
Nadie se podía imaginar lo que estaba empezando a sucederle a la pequeña Juana. Ella misma declara en su proceso inquisitorial el 22 de febrero de 1431: “Yo tenía trece años cuando escuché una voz de Dios”. El hecho sucedió al mediodía en el jardín de su padre. Añadió que la primera vez que la escuchó notó una gran sensación de miedo. A la pregunta de sus jueces, añadió que esta voz venía del lado de la iglesia y que normalmente era acompañada de una gran claridad, que venía del mismo lado que la voz. Cuando le preguntaron cómo creía que era aquella voz, ella respondió que le pareció muy noble, por lo que afirmó: “y yo creo que esta voz me ha sido enviada de parte de Dios”. Así pues, cuando la escuchó por tercera vez le pareció reconocer a un ángel. Y aunque a veces no la entendía demasiado bien, primero le aconsejó que frecuentara las iglesias y después que tenía que ir a Francia, sobre lo cual la empezó a presionar. Además esta voz la escuchaba unas dos o tres veces por semana. No mucho después, reveló otro de los mensajes clave que le envió: “Ella me decía que yo levantaría el asedio de Orleans”.
El 27 de febrero, Juana identificó estas voces: se trataba de la voz de Santa Catalina de Alejandría y de Santa Margarita de Antioquía, unas de las santas más veneradas del momento, si nos atenemos a la iconografía de la época. Catalina, una mártir a caballo de los siglos III y IV, murió a una edad similar a la de Juana; también erudita (patrona de muchas especialidades intelectuales) y habiendo persuadido al emperador Maximiano de que dejase de perseguir cristianos. Después sería condenada a morir en la rueda (un sistema de tortura que fractura los huesos), aunque se dice de ella que, al tocar la rueda, la rompió y, finalmente, tuvo que ser decapitada. Por otro lado, la historia de Margarita refiere que fue una doncella despreciada por su fe cristiana, a la que ofrecieron matrimonio a cambio de la renuncia a esta fe, fue condenada a tortura al rechazar la propuesta, si bien logró escapar milagrosamente en varias ocasiones (antes de su captura definitiva y martirio). Por ello, es venerada por la Iglesia católica como santa virgen y mártir.