Santos por las calles de Nueva York (VIII): Fulton Sheen, el obispo de la televisión
FULTON SHEEN, MÁS CERCANO A LOS ALTARES
Con la discusión en Roma, por parte de los teólogos consultores de la vaticana Congregación de los Santos, de las virtudes heroicas de Fulton Sheen, el popular obispo de la radio y la televisión que infundió consuelo y esperanza a los americanos en los años duros de la depresión económica y posteriormente durante la II Guerra Mundial, se acerca un paso más a los altares. Y es que detrás de aquella figura mediática había un sacerdote y obispo que amó profundamente a Jesucristo.
El más joven de cuatro hermanos, Fulton Sheen nació en El Paso, Illinois (Estados Unidos), diócesis de Peoria, el 8 de mayo de 1895. Hijo de Newton y su esposa Delia, de ascendencia irlandesa, en el momento de nacer su madre lo consagró a la Virgen María, consagración que posteriormente él repitió en el día de su Primera Comunión. En 1900 sus padres se mudaron a una granja a las afueras de Peoria, el centro de la diócesis, para que sus hijos pudieran asistir a una escuela católica, que en la ciudad abundaban pero en las zonas rurales no.
En 1917, después de terminar la escuela secundaria, entró en el seminario de St. Paul, Minnesota, donde estudiaban seminaristas de varias diócesis. Ya entonces y más todavía hoy en la actualidad, los seminaristas estadounidenses cursan estudios eclesiásticos en centros de estudios superiores que a veces están fuera de la propia diócesis, por no haber normalmente infraestructuras en cada para su formación en cada una de ellas. Vuelto a su diócesis, fue ordenado sacerdote en la catedral de Peoria, 20 de septiembre de 1919, a la edad de 24 años. En esta ocasión se hizo a sí mismo una promesa, que según los que le conocieron de cerca llevó a cabo a lo largo de su vida, la de permanecer en adoración ante el Santísimo Sacramento durante al menos una hora al día.
Después de su ordenación continuó sus estudios en la Universidad Católica de Washington inicialmente por dos años. Pero el joven sacerdote quería profundizar en la filosofía de Santo Tomás de Aquino, la filosofía perenne, para así refutar, a la luz de la razón y la fe, los graves errores de la filosofía moderna, por lo que pidió a su obispo continuar estudios en algún centro en Europa. El obispo lo envió a estudiar en la Universidad de Lovaina, en Bélgica, donde Don Fulton se distinguió por su vida sacerdotal ejemplar, por su inteligencia brillante y por un cierto encanto personal que lo hacían simpático a los que le conocían. En Lovaina obtendría años después el doctorado en filosofía, pero antes estudió en la Sorbona de París y con los Dominicos en el Angelicum de Roma, donde obtuvo su doctorado en teología.