27.10.11

Santos por las calles de Nueva York (VIII): Fulton Sheen, el obispo de la televisión

FULTON SHEEN, MÁS CERCANO A LOS ALTARES

Con la discusión en Roma, por parte de los teólogos consultores de la vaticana Congregación de los Santos, de las virtudes heroicas de Fulton Sheen, el popular obispo de la radio y la televisión que infundió consuelo y esperanza a los americanos en los años duros de la depresión económica y posteriormente durante la II Guerra Mundial, se acerca un paso más a los altares. Y es que detrás de aquella figura mediática había un sacerdote y obispo que amó profundamente a Jesucristo.

El más joven de cuatro hermanos, Fulton Sheen nació en El Paso, Illinois (Estados Unidos), diócesis de Peoria, el 8 de mayo de 1895. Hijo de Newton y su esposa Delia, de ascendencia irlandesa, en el momento de nacer su madre lo consagró a la Virgen María, consagración que posteriormente él repitió en el día de su Primera Comunión. En 1900 sus padres se mudaron a una granja a las afueras de Peoria, el centro de la diócesis, para que sus hijos pudieran asistir a una escuela católica, que en la ciudad abundaban pero en las zonas rurales no.

En 1917, después de terminar la escuela secundaria, entró en el seminario de St. Paul, Minnesota, donde estudiaban seminaristas de varias diócesis. Ya entonces y más todavía hoy en la actualidad, los seminaristas estadounidenses cursan estudios eclesiásticos en centros de estudios superiores que a veces están fuera de la propia diócesis, por no haber normalmente infraestructuras en cada para su formación en cada una de ellas. Vuelto a su diócesis, fue ordenado sacerdote en la catedral de Peoria, 20 de septiembre de 1919, a la edad de 24 años. En esta ocasión se hizo a sí mismo una promesa, que según los que le conocieron de cerca llevó a cabo a lo largo de su vida, la de permanecer en adoración ante el Santísimo Sacramento durante al menos una hora al día.

Después de su ordenación continuó sus estudios en la Universidad Católica de Washington inicialmente por dos años. Pero el joven sacerdote quería profundizar en la filosofía de Santo Tomás de Aquino, la filosofía perenne, para así refutar, a la luz de la razón y la fe, los graves errores de la filosofía moderna, por lo que pidió a su obispo continuar estudios en algún centro en Europa. El obispo lo envió a estudiar en la Universidad de Lovaina, en Bélgica, donde Don Fulton se distinguió por su vida sacerdotal ejemplar, por su inteligencia brillante y por un cierto encanto personal que lo hacían simpático a los que le conocían. En Lovaina obtendría años después el doctorado en filosofía, pero antes estudió en la Sorbona de París y con los Dominicos en el Angelicum de Roma, donde obtuvo su doctorado en teología.

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19.10.11

San Agustín y las monjas

El obispo de Hipona, promotor apasionado de la vida monástica

En sus escritos, San Agustín se ocupó repetidas veces de las monjas. Algunos autores llegan a atribuirle la implantación del cenobitismo femenino o vida común perfecta en África. Otros se resisten a creer que entre las vírgenes africanas no hubiera aparecido ningún intento de vida común antes del regreso de Agustín a África. Semejante retraso parece inverosímil en una tierra abierta a todos los vientos culturales y en un cuerpo que ya en tiempo de san Cipriano había dado algunos pasos por el camino de la unión y la organización. El ario 393 el concilio de Hipona había obligado a las vírgenes que carecieran de protección familiar a vivir en común bajo la dirección de una mujer de reconocida probidad, lo que parece indicar que no existían monasterios en la diócesis.

La primera alusión de san Agustín al mundo religioso femenino aparece en su libro De moribus Ecclesiae catholicae, una apología anti maniquea escrita entre los años 387 y 389. La vida religiosa era ya entonces para él la corona del cristianismo. Elogia la castidad de las vírgenes solitarias, su laboriosidad y armonía con los monjes, de quienes reciben el alimento y a quienes, a su vez, proveen de vestido. Pero su corazón palpita con más ardor con la vida cenobítica de los monasterios urbanos. También en ellos se ejercita la penitencia y se practica el ayuno, aunque estos no sean sus valores supremos. Ambos quedan supeditados a la salud de cada monja y dirigidos por la caridad.

San Agustín fue toda su vida un promotor apasionado de la vida religiosa tanto masculina como femenina y un cantor inspirado de sus bellezas. Fundó monasterios de vírgenes y viudas, difundió el ideal de la virginidad y de la continencia, cantó sus excelencias, expuso sus fundamentos teológicos, y su magisterio encontró un eco insospechado en el mundo laico. Los casados abrazaban con la mayor naturalidad la continencia, las doncellas consagraban a Dios su virginidad y las viudas se comprometían a servir a Dios en el ayuno y la oración.

Por san Posidio sabemos que a lo largo de su vida fundó varios monasterios de hombres y mujeres, y que a la hora de su muerte rebosaban de personas que vivían en castidad y a las órdenes de sus superiores. Algunos de los monasterios femeninos quizá debieran su existencia a sus discípulos elevados a la dignidad episcopal, aunque solo quede constancia documental del fundado en Uzala por Evodio. Tambien consta con certeza la existencia de dos monasterios femeninos en Cartago, de uno en Thibari (Túnez) y Tabarca y de más de uno en la diócesis de Hipona. Quizá también hubiera conventos femeninos en Announa y Henchir Meglaf. El fugaz convento de Tagaste fue obra de Melania la Joven, que vivió en él durante siete años (410-417) con 130 religiosas. Todas ellas acompañaron a su antigua dueña en su viaje a Jerusalén, donde Melania dio vida a un convento más estable.

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7.10.11

El Nazaret de Inglaterra, de aniversario

950 AÑOS DEL SANTUARIO DE WALSINGHAM

ALFONSO BERTODANO

I.

Durante su visita a Inglaterra en 1982, el Papa Juan Pablo II presidió un multitudinario acto en el antiguo estadio nacional de Wembley. A punto de empezar la Misa, dos hombres dieron la vuelta al campo delante de una diminuta imagen, que el Papa insistió en que permaneciera encima del altar durante la Eucaristía. Así, el Director del Santuario Católico de Nuestra Señora de Walsingham y, su acompañante, el Administrador del Santuario Anglicano de la misma advocación, testimoniaron la concordia que existe entre Católicos y Anglicanos cuando la Virgen preside sus corazones. ¡Hasta comparten la página de inicio de su página web en Internet (www.walsingham.org.uk/ ), aunque se puede optar luego por el contenido diferenciado a seguir a partir de allí!

Casi treinta años después, en 2011, nos encontramos en el 950 Aniversario de la fundación de Walsingham como Santuario Mariano. Aunque la efemérides se celebró en Londres, en la Catedral de Westminster, el pasado 2 de abril, se hizo así como especial acción de gracias por la institución, a principios del año, por Benedicto XVI del “Ordinariato de Nuestra Señora de Walsingham”, como cauce para facilitar el regreso a la Iglesia de muchos miles de anglicanos.

No obstante, el 24 de septiembre es cuando se celebra la memoria de Nuestra Señora de Walsingham (fiesta en la Diócesis de East Anglia a la que pertenece), cuyo Oficio propio se estableció en el 2000. Se eligió el 24 de septiembre por coincidir con la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, “Our Lady of Ransom” en inglés, (“ransom” significa “rescate”) y por existir en Walsingham una cofradía muy arraigada de esa advocación tan vinculada con la idea del rescate de cautivos, objetivo de los Mercedarios fundados por San Pedro Nolasco.

Pero todos estos hechos recientes son los frutos de una larga peregrinación para desandar el camino desde la destrucción, por Enrique VIII y sus secuaces y sucesores, de todos los santuarios marianos de su reino, entre los cuales Walsingham era el más antiguo y famoso.

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27.09.11

Padre Valverde y la evangelización de Perú

PADRE VICENTE VALVERDE, PIONERO DE LA EVANGELIZACIÓN DE PERÚ

JOSÉ ANTONIO BENITO RODRIGUEZ

Dominico de la Universidad de Salamanca, capellán castrense de Pizarro y Almagro, protagonista en el juicio a Atahualpa, primer obispo de Cuzco y por ende del Perú, protector de naturales y muerto por ellos. Tal es la síntesis de uno de los personajes más silenciados y vilipendiados de la historia del que ofrecemos unos apuntes, sirviéndome de las fuentes del Archivo General de Indias a través de Monseñor E. Lissón, las ubicadas en Lima y la escasa bibliografía encontrada.

1. Raíces y formación

Nace en Oropesa (Toledo), España, a fines del Siglo XV, y muere en la isla de Puná, cerca de Guayaquil, el 31 de Octubre de 1541. Era hijo de Francisco de Valverde y Ana Álvarez de Vallejeda, descendiente de judíos conversos. Estaba vinculado con la familia de los Orgóñez y otras familias nobles como los Cascos, los Añascos, los Hinojosa, y, en particular, con la de Pizarro; se conoce la unión de Francisco de Valverde con Elvira Pizarro, vecinos de Trujillo y padres de Juan de Valverde, compañero del obispo en su segundo viaje al Perú.

Alrededor de 1515 está matriculado en la Facultad de Teología de la Universidad de Salamanca, ingresa en la orden dominica en 1523 en el convento de San Esteban, haciendo sus votos solemnes en Abril de 1524. Fungía como prior Fray Juan Hurtado de Mendoza. Perfecciona sus estudios en el Colegio Mayor de San Gregorio de Valladolid, logrando ser lector en artes y teología. Su compañero de hábito y gran cronista, P. Meléndez, dirá que fue Maestro en Teología. Jura sus estatutos el 17 de septiembre de 1524. Uno de sus maestros será el padre del Derecho Internacional, Francisco de Vitoria, quien funge como regente de estudios hasta 1526. En este centro tiene como compañeros, entre otros, al gran Bartolomé Carranza, futuro arzobispo de Toledo y primado de España, Fray Juan de Solano, su sucesor en el obispado del Cuzco, Melchor Cano y Domingo de Soto, el Padre Pascual Mancio de Corpus Christi.

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22.09.11

Los comienzos de la diócesis de Lima (I)

FRAY JERÓNIMO DE LOAYSA PUSO LAS BASES DE LA QUE SERÍA LA DIÓCESIS MÁS IMPORTANTE DEL NUEVO MUNDO

Como muchos otros personajes de los que estamos hablando al tratar del la evangelización de América, era igualmente extremeño fray Jerónimo de Loaysa, nacido en Trujillo el año de 1498. Primo del cardenal de España, don fray García de Loaysa, prelado de Sevilla, después de haber sido maestro general en su Orden dominicana. Dominico fray Jerónimo en el convento de Córdoba, en 1521 estudiaba en Valladolid. Catedrático de artes y de teología y prior, sintió la influencia del espíritu misional que entre franciscanos y dominicos hervía. En 1529 arribaba a las orillas de la provincia de Santa Marta, en la costa atlántica del Nuevo Reino de Granada (hoy Colombia). Allí le aguardaban los indios guairas y buriticas, que habían de ejercitarle los primeros en las duras tareas del apostolado, mientras el clima ingrato castigaba duramente su cuerpo. Y, por su gusto, en aquellas tierras tropicales hubiera quedado a no verse obligado a regresar a España a los dos años de apostolado. Clemente VII, el 14 de abril de 1534, erigía la sede de Cartagena de las Indias, pero su prelado electo, el dominico fray Tomas de Toro, fallecía en 1536 antes de efectuarse la erección de la sede. Para sustituirle fue escogido fray Jerónimo de Loaysa, y consagrado el 29 de junio de 1538 en Valladolid; a fines del mismo año volvía a las Indias.

Pero su sede principal iba a ser otra: Paulo III, a 13 de mayo de 1541 12, erigía en sede episcopal la Ciudad de los Reyes (Lima), que por su colocación estratégica, casi a orillas del Pacifico, facilitaba el comercio con España y competía ya con la noble Cuzco, muy metida tierra adentro. Lima prometía ser la futura capital peruana. Desmembrada la sede limense de la cuzquense, sujeta, como ésta, a la metropolitana de Sevilla, a 19 de junio de 1540, aun antes de la canónica creación del obispado, Carlos V notificaba a Loaysa su elección para regentarla, y asignándole, por de pronto, 500.000 maravedises anuales.

El 25 de julio de 1543 entraba a orillas del Rimac el primer prelado limense. El corto vecindario, residente en las diez o doce manzanas de casas bajas tendidas en cuadro bordeando la plaza principal, contempló la figura humilde de su pastor, bajo palio sostenido por los regidores del cabildo civil, cortejado por dominicos, franciscanos y mercedarios, atravesando la calle Real, o de Trujillo, honrado por el licenciado Antonio de la Gama, teniente de gobernador por Vaca de Castro -ausente en el Cuzco-, y por los alcaldes ordinarios, Juan de Barbaran y Pedro Navarro.

Indios de los cacicazgos de Lati, Maranga, la Magdalena, Carabayllo, Surco y Huachipa ponían una nota de color indígena entre los pocos vecinos españoles blancos. Dos días después, el 27 del mismo julio, desde el púlpito mandaba leer la bula pontificia en la cual se «señalaba y honraba con el titulo de ciudad al dicho pueblo nombrado de los Reyes y quería que se llame Ciudad de los Reyes de aquí adelante, y en ella, por la dicha autoridad apostólica, y por el mismo tenor de las presentes, erigía y constituía una iglesia catedral para un obispo que haga edificar la misma iglesia y presida en ella después de edificada».

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7.09.11

Dos estilos distintos pero un mismo amor a la Iglesia

ACHILLE RATTI Y EUGENIO PACELLI, TAN DISTINTOS Y TAN CERCANOS

RODOLFO VARGAS RUBIO

- Achille, Achille, Achille…

Tres veces pronunció el nombre de pila del Papa el cardenal Pacelli, camarlengo de la Santa Iglesia Romana. Pío XI no respondió. Era el 10 de febrero de 1939 y su cuerpo yacía yerto sobre el lecho de doliente en los apartamentos papales en el Palacio Apostólico. Al silencio del pontífice siguió una declaración pronunciada en voz solemne por el purpurado, en la que se adivinaba un acento de dolor:

- Vere Papa mortuus est!

Sí, Achille Ratti estaba realmente muerto. Eugenio Pacelli no sólo lloraba la pérdida del Papa: lloraba a su Papa. En efecto, entre Pío XI y su secretario de Estado se había establecido una relación que trascendía la dedicación común por los intereses de la Iglesia o la mera simpatía. Se trataba de un verdadero afecto paterno-filial. Es más: el Papa había preparado conscientemente al Cardenal para sucederle en el sacro solio y lo había dado a entender a todo el mundo. “Farà un bel Papa!” solía decir refiriéndose al tímido Pacelli, a quien hizo viajar por Europa y a las dos Américas para foguearlo en el trato con los grandes de la Tierra.

Es fama el fuerte carácter de Pío XI, que hacía temblar a los monseñores de la Curia Romana y al personal del Palacio Apostólico. La impaciencia del Papa frente a una muestra de negligencia o incompetencia era de sobra conocida y bien se cuidaban todos de provocarla. El único capaz de dulcificar al Santo Padre (y con quien éste nunca se enojaba) era Pacelli. Bien es verdad que era irreprochable: había aprendido en sus largos años de vida curial y diplomática a no cometer deslices y a ser exacto y diligente. El único error que podía achacársele fue la pérdida de un importante expediente relativo a la codificación canónica de la Iglesia en tiempos de Benedicto XV, pero aprendió la lección.

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29.08.11

Los 150 años de "L'Osservatore Romano"

FUE EL PROYECTO DE MARCANTONIO PACELLI, ABUELO DE PÍO XII

RODOLFO VARGAS RUBIO

El primer número de L’Osservatore Romano salió en la Urbe el 1º de julio de 1861, pocos meses después de la proclamación del Reino de Italia (17 de marzo de 1861). La finalidad de la publicación era claramente apologética, para defender el Estado Pontificio, y sus objetivos eran polémico-propagandísticos. El diario tomó el nombre de una hoja privada anterior (5 de septiembre de 1849 - 2 de septiembre de 1852), dirigida por el abad Francesco Battelli y financiada por un grupo católico legitimista francés.

El nacimiento de L’Osservatore Romano está estrechamente vinculado con la derrota bélica sufrida por las tropas Pontificias en Castelfidardo (8 de septiembre de 1860). Después de ese acontecimiento, mientras el poder temporal del Pontífice quedaba muy reducido en su extensión territorial y en toda Europa no parecía existir una potencia dispuesta a defenderlo, gran número de intelectuales católicos comenzaron a llegar a Roma con el firme deseo de ponerse al servicio de Pío IX.

Por ello, las autoridades Pontificias, decididas a reconstituir el status quo ante, comenzaron a pensar en una publicación diaria de índole privada, que saliera en defensa del Estado Pontificio y de los principios que promovía.

Ya desde el 20 de julio de 1860, el Ministro sustituto de Interior, Marcantonio Pacelli, quería que al boletín oficial Il Giornale di Roma se le añadiera una publicación polémica y aguerrida de índole oficiosa que llevara el nombre de L’Amico della Verità. La elaboración del proyecto requirió tiempo y es probable que llegara a oídos del marqués Augusto Baviera, conocido publicista, conciudadano de Pío IX, que ese mismo verano (el 19 de agosto) había solicitado licencia para publicar un periódico bisemanal -más de cultura que de política-, que debería tomar el antiguo nombre de L’Osservatore dirigido por Battelli.

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16.08.11

Un rey tirano y un obispo santo: las tortuosas relaciones entre Guillermo II y San Anselmo de Canterbury

Sydney Herbert, Guillermo II y San Anselmo

El título, que se podría aplicar a muchas situaciones de la historia de la Iglesia, que ha visto con cierta frecuencia conflictos Iglesia-Estado en los que a un monarca déspota se contraponía la personalidad de un eclesiástico de gran talla humana y espiritual, hoy lo aplicamos a la tortuosa relación entre el inglés Guillermo II el Rojo, hijo del gran Guillermo el Conquistador, y uno de los grandes santos de aquellas tierras: San Anselmo de Canterbury.

Guillermo I el Conquistador (1028-1087) había llevado una política eclesiástica de gran equilibrio y respeto sea hacia Roma, sea a la jerarquía inglesa, llevo a cabo un programa de sabias reformas y sus nombramientos de obispos fueron por lo general excelentes. Con el Papa Gregorio VII, el monarca fue siempre cuidadoso de mostrarse como un hijo considerado y respetuoso, aun en las ocasiones en las que no estuvo de acuerdo con él. Por otra parte, el mismo Papa felicitó al rey por el celo mostrado en asegurar la libertad de la Iglesia. La colaboración con el primado de Canterbury fue en general ejemplar en aquella época de paz para la Iglesia inglesa.

A la muerte de Guillermo, ocurrida al caer de su caballo durante la lucha vengando una afrenta del rey de Francia el 9 de septiembre de 1087, cerca de la población francesa de Ruán, entró a sucederle en Inglaterra su hijo Guillermo II el Rojo (1087-1100), mientras que a su hermano Roberto le correspondió la Normandía. El nuevo monarca inglés mostró desde el comienzo una actitud de hostilidad hacia Roma: Empezó por declararse neutral en la cuestión del cisma, sin deci¬dirse ni por Guiberto (el antipapa Clemente III), que era apoyado por el ambicioso emperador de Alemania, ni por Urbano II, el Papa auténtico, monje benedictino y antiguo prior de Cluny. Era este último un hombre de gran talla humana y espiritual, considerado uno de los mejores Papas del medievo y venerado en la Iglesia como Beato, por la heroicidad de sus virtudes.

Como consecuencia de su política de pretendida neutralidad entre los contendientes, el joven Guillermo se negó a pagar a Roma el dinero del óbolo San Pedro, lo que hizo que el arzobispo de Canterbury, Lanfranco (1005-1089), que, según el Papa era uno de los hijos más fieles de la Iglesia romana, le amonestase, aunque inútilmente. Era éste eclesiástico, antiguo monje de la abadía de Bec, otro hombre de gran talla, hoy también venerado en la Iglesia como Beato, por lo que obsérvese que estamos hablando de una concentración de clérigos ejemplares poco común en aquellos tiempos tan duros para la nave de Pedro.

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9.08.11

Los comienzos del monacato cristiano

EN SIRIA HABITARON LOS PRIMEROS MONJES CRISTIANOS

Si en todos los países y en todas las épocas de la historia religiosa han aparecido movimientos de espiritualidad, tendentes hacia una vida más evangélica, éstos se manifestaron de un modo espectacular en la provincia siria durante los siglos IV, V y VI. ¿Quién fue el primer cristiano que se retiró a la soledad para vivir «la vida angélica»? ¿Cuándo apareció la vida monástica en Siria? Preguntas hasta hoy sin respuesta. La Historia religiosa de Teodoreto de Ciro, documento básico para conocer la vida de los primeros gigantes de la ascesis siria, nada nos dice del origen del movimiento monástico.

Hasta hace algunos años, se creía que el monacato sirio derivaba directamente del egipcio, ya que se pensaba que el movimiento nació en el Valle del Nilo y de allí se extendió a Siria, Mesopotamia y Palestina. Hoy, en cambio, nos inclinamos por un origen autónomo del monacato sirio, acaso paralelo al egipcio. El monacato sirio parece haber nacido fuera de toda influencia extranjera. Esto no quiere decir que, en una etapa posterior, no haya habido intercambios de influencias entre las instituciones sirias y egipcias. «Creo, escribe J. M. Fiey, que hoy se está de acuerdo en afirmar que el fenómeno monástico y después el cenobitismo nació y se extendió, independientemente y casi simultáneamente, en Egipto y en Palestina-Siria-Mesopotamia. Pero mientras el primitivo monacato egipcio tiene figuras conocidas: Antonio, Pablo, Macario, etc., el monacato sirio no ha conservado el recuerdo de sus grandes antepasados».

No es exagerado si decimos que Siria estuvo en la vanguardia del movimiento monástico y que conoció una vida religiosa tan próspera, si no más, como Egipto. Es sabido que el historiador eclesiástico Teodoreto, obispo de Ciro, quiso demostrar, entre otras cosas, escribiendo su Historia religiosa, que los monjes sirios no eran inferiores a los del Valle del Nilo ni en número, ni en santidad, ni en proezas ascéticas. El obispo historiador les compara, por su número, a las innumerables flores que brotan cada primavera en los campos, donde cada una exhala su perfume característico. Sin embargo, la historia del monacato sirio bajo sus dos formas: anacorética y cenobítica, es casi desconocida. «La historia del monacato sirio y de sus instituciones, escribe S. Jargy, ha sido la menos estudiada y, por eso mismo, la peor conocida». Aparte de san Juan Crisóstomo y Teodoreto de Ciro que escribieron sobre la vida de los monjes sirios, raros son los autores que nos hablan de la primitiva vida monástica en Siria. No nos queda otro recurso, si queremos conocer las instituciones monásticas, que la investigación arqueológica, por cierto muy rica y poco explorada hasta la fecha. La investigación arqueológica será la fuente principal del presente estudio y gracias a ella nos será posible reconstruir, en parte, la vida de los monjes de los primeros siglos.

La historia religiosa de este período se caracteriza por una búsqueda de nuevas formas de vida cristiana. En efecto, Siria es el terreno fértil donde aparecen las más originales manifestaciones de vida solitaria, profundamente marcadas por el espíritu individualista de la raza. Todas las formas de ascesis cristiana se dan cita en las soledades sirias, desde el cenobitismo civilizado hasta el anacoretismo semisalvaje. Teodoreto de Ciro se complace en enumerar las singularidades carismáticas de sus conciudadanos y las técnicas ascéticas de sus monjes cuando escribe:

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29.07.11

El dogma que cumplió 60 años

EL DOGMA DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN

RODOLFO VARGAS RUBIO

1950 puede ser considerado el vértice y punto culminante del pontificado del venerable Pío XII. Era año jubilar y los peregrinos afluían a Roma en muchedumbres sin precedentes, venidas quizás porque en la capital del Papado veían la única roca de estabilidad y el único puerto de seguridad después que en el curso de la terrible guerra que acababa de desangrar se habían perdido todos los referentes humanos. La voz del Vicario de Cristo se había alzado con una altísima autoridad moral y era respetada y escuchada hasta por los líderes políticos y religiosos y los pueblos ajenos al catolicismo. La Iglesia mostraba una vitalidad y dinamismo enormes: gran florecimiento de vocaciones, aumento constante de la práctica dominical en los fieles, surgimiento de nuevas formas de vida consagrada y apostolado, difusión sin precedentes de las misiones católicas en el mundo entero, un renovado interés por la sagrada liturgia… Cierto es que este panorama alentador ofrecía algunas sombras (empezaba a insinuarse la contestación teológica del magisterio, algunos sectores del clero se comenzaban a ideologizar, el peligro de caer en la rutina y en la instalación en la comodidad de una religiosidad puramente formal se cernía sobre no pocos fieles), pero los aspectos más visibles eran los positivos.

Fue en ese año y en ese contexto cuando el 1º de noviembre el Romano Pontífice definía solemnemente ante más de ochocientos obispos venidos de todas partes y una multitud de cientos de miles de fieles congregados en la Plaza San de San Pedro el dogma de la Asunción de la Santísima Virgen, corolario del dogma de la Inmaculada, que cien años antes había proclamado otro Pío, el nono de su nombre. El papa Pacelli pronunció las palabras que se grabarían con letras indelebles en las Actas del Magisterio solemne de la Iglesia:

Quapropter, postquam supplices etiam atque etiam ad Deum admovimus preces, ac Veritatis Spiritus lumen invocavimus, ad Omnipotentis Dei gloriam, qui peculiarem benevolentiam suam Mariae Virgini dilargitus est, ad sui Filii honorem, immortalis saeculorum Regis ac peccati mortisque victoris, ad eiusdem augustae Matris augendam gloriam et ad totius Ecclesiae gaudium exsultationemque, auctoritate Domini Nostri Iesu Christi, Beatorum Apostolorum Petri et Pauli ac Nostra pronuntiamus, declaramus et definimus divinitus revelatum dogma esse : Immaculatam Deiparam semper Virginem Mariam, expleto terrestris vitae cursu, fuisse corpore et anima ad caelestem gloriam assumptam”.

“Por tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste”. (Bula Munificentissimus Deus, 44; Denz. 3903).

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