Padre Pío, testigo excepcional de la pasión de Cristo. El visitador del Vaticano comprobó y dictaminó en 1921 la autenticidad de los estigmas
El visitador del Vaticano comprobó y dictaminó en 1921 la autenticidad de los estigmas del Padre Pío
Al igual que su santo Patrón, Francisco de Asís, San Pío de Pietrelcina (1887-1968) recibió en 1918 los estigmas de Jesús Crucificado, quien en una aparición lo invitó a unirse en su Pasión para participar en la salvación de los hermanos, en especial de los consagrados. Este particular se conoce gracias a la reciente apertura de los archivos del antiguo Santo Oficio de 1939 (actual Congregación para la Doctrina de la Fe), que custodian las revelaciones secretas del fraile sobre hechos y fenómenos nunca contados a nadie.
Recientemente han salido a la luz en el libro “padre Pio sotto inchiesta. L’autobiografia segreta” (padre Pío indagado. La autobiografía secreta), con prólogo de Vittorio Messori, y escrito por el sacerdote italiano Francesco Castelli, historiador para la causa de beatificación de Karol Wojtyla y profesor de Historia de la Iglesia moderna y contemporánea en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas “R. Guardini” de Taranto (Italia). Hasta hoy parecía, de hecho, que Pare Pío, por pudor o quizás por considerarse indigno de los extraordinarios carismas recibidos, no habría revelado nunca a nadie qué sucedió el día de su estigmatización. Sólo un dato al respecto se encuentra en una carta enviada a su director espiritual, el padre Benedetto da San Marco in Lamis, cuando habla de la aparición de un “misterioso personaje", pero sin dejar traslucir otros detalles.
El libro, que ofrece por primera vez el informe íntegro redactado por el Carmelita Descalzo monseñor Raffaello Carlo Rossi, entoces obispo de Volterra (después llegó a Cardenal) y Visitador Apostólico enviado por el Santo Oficio para “inquirir” en secreto al padre Pío, aclara finalmente que el santo de Gargano tuvo un coloquio con Jesús crucificado. Monseñor Rossi, que hoy en día está también en proceso de Canonización por la fama de santidad que produjeron sus virtudes entre la gente, fue el único representante de una congregación vaticana encargado de estudiar los estigmas del padre Pío. Se pronunció favorablemente, considerando que su origen era divino, desmintiendo punto por punto las hipótesis presentadas por el padre Agostino Gemelli, que sin haber examinado al Padre Pío, definió injustamente los estigmas como “fruto de la sugestión".