La evangelización de América: Las peripecias del primer obispo de América

LA BREVE AVENTURA AMERICANA DE FRAY JUAN DE QUEVEDO, PRIMER OBISPO DEL NUEVO MUNDO

El breve pero intenso periodo apostólico del obispo fray Juan de Quevedo en la llamada “Castilla del oro", hoy corresppondiente a tierras fronterizas entre Colombia y Panamá, es interesantísimo pues ilustra las dificultades prácticas y las tentaciones con que se encontraban los evanglizadores que llegaban a América, en general llenos de buena voluntad. Este religioso franciscano, que ostenta el título histórico de primer obispo del Nuevo Mundo, nacido en Bejorí, en la región montañosa de Burgos, y murió cerca de Barcelona, el 24 de diciembre de 1519. Se hizo franciscano en la Provincia de Andalucía, de la que llegó a ser ministro provincial y la mayor parte de su vida se desarrolló en Sevilla, donde fue, por lo menos en dos períodos distintos, guardián (o superior) del monasterio franciscano. Todo parece indicar que en 1513 fue nombrado predicador de la capilla del rey; sin duda Fernando el Católico, durante su estancia en Sevilla, de febrero a junio de 1511, conoció las prendas de gran orador que adornaban al fraile, las cuales éste confirmó en el ejercicio de su ministerio en palacio, de donde nació la candidatura para la mitra del Darién. Postulado pues por el rey Fernando, fue nombrado por el papa León x para que inaugurara la diócesis de Santa María la Antigua del Darién.

¿Qué sabemos sobre esta ciudad? La historia nos da algunos datos de esta antigua localidad colombiana, Santa María la Antigua del Darién, situada a unos 5 km del golfo de Urabá, cerca de la frontera con Panamá. Fundada por Martín Fernández de Enciso el 25 de diciembre de 1510 a sugerencia de Vasco Núñez de Balboa, recibió su nombre en homenaje a la imagen venerada en Sevilla de Santa María la Antigua, añadiéndose ‘del Darién’ para rememorar la comarca de su ubicación. Allí tuvo sede la gobernación de Pedro Arias Dávila y fue su primer obispo fray Juan de Quevedo. A partir de 1514, coincidiendo con el episcopado de fray Juan, fue notorio su adelanto: se construyeron más de 100 casas, una catedral, la iglesia de San Sebastián, el convento de San Francisco, un hospital y la Casa de Fundición. El clima inhóspito que rechazó a los colonizadores y la fundación de la ciudad de Panamá llevaron a su progresivo abandono desde 1519, pese a lo cual siguió siendo sede episcopal. En el siglo XVIII su ocaso fue casi total y en la actualidad no es más que un pequeño caserío.

Personaje importante en la aventura americana de Fray Juan de Quevedo fue el ya nombrado gobernado Pedro Arias Dávila, conocido popularmente por Pedrarias. Había nacido en Segovia, de familia noble de origen judío, y se educó en la corte del rey de Castilla Juan II. Participó en la guerra de Granada (1481-1492) y, desde 1508 hasta 1511, en las campañas del norte de África, en las que se distinguió por la defensa del castillo de Bujía. Al contar con el apoyo del obispo Juan Rodríguez de Fonseca, el rey de Aragón y regente de Castilla Fernando el Católico le nombró en 1513 gobernador y capitán general del Darién, que a partir de entonces pasó a denominarse Castilla del Oro.

Se embarcó fray Juan de Quevedo hacia el Nuevo Mundo en el puerto de Sanlúcar de Barrameda, el 11 de abril de 1514, con la expedición que venía a órdenes de Pedrarias Dávila, compuesta por 25 navíos y alrededor de 2.000 personas, entre las que se encontraban Diego de Almagro, Sebastián de Belalcázar, Bernal Díaz del Castillo, Pascual de Andagoya, Gonzalo Fernández de Oviedo, Hernando de Soto, Hernando de Luque, Francisco de Montejo, Rodrigo Enríquez de Colmenares, Martín Fernández de Enciso. Acompañaban al prelado seis religiosos franciscanos, con su comisario, llamado fray Diego de Torres, y 17 clérigos. El 29 de junio de 1514 llegó la expedición a Santa María la Antigua del Darién, donde gobernaba interinamente el descubridor del océano Pacífico Vasco Núñez de Balboa, al que Pedrarias mandó apresar y someter a juicio de residencia por la muerte de Diego de Nicuesa y los abusos cometidos con Fernández de Enciso, aunque luego lo puso en libertad.

La colonia pasó por momentos difíciles y el clima produjo efectos desastrosos en los colonizadores, que tuvieron que soportar el hambre y las enfermedades. Entre 1514 y 1515 Pedrarias envió a sus capitanes a explorar los territorios vecinos, pero la mayoría de las veces no fueron sino expediciones de saqueo en busca de oro y esclavos, que acabaron en fracaso. El propio Pedrarias exploró Comogre y Pocorosa, dirigió una campaña contra el cacique Urraca y fundó, a unos 80 km de Santa María la Antigua del Darién, la ciudad de Acla, el segundo asentamiento español en el territorio continental americano (Tierra Firme). Las guerras, los saqueos y los abusos, permitidos por el gobernador, no contribuyeron a mejorar la situación caótica en la que se encontraba la colonia. Con el fin de explorar el Pacífico (denominado mar del Sur), en 1516 Pedrarias formó una sociedad con Núñez de Balboa que, como consecuencia de la labor mediadora de fray Juan de Quevedo, ese mismo año se había casado por poderes con una hija suya. Sin embargo, entre ambos personajes pronto comenzaron a surgir fuertes desavenencias y rivalidades que culminaron con la orden de Pedrarias de ejecutar a Balboa en enero de 1519.

Inicialmente las relaciones entre el obispo y el gobernador Pedrarias fueron cordiales, pero luego comenzaron a enturbiarse, principalmente por causa del ya citado juicio de residencia que el gobernador debía hacerle a Vasco Núñez de Balboa, alcalde mayor de la ciudad, de cuyo lado, presuntamente culpable, se puso el prelado. Los sinsabores producidos por esta contienda oprimieron grandemente a Quevedo, que por otro lado veía como dichos pleitos y los innumerables desmanes del gobernados contribuían a enrarecer el clima de la ciudad y a empobrecerla, lo que venía en detrimento de los indios, como él mismo narró al Rey en un Memorial o Instrucciones que citamos al final de este artículo. Crecía entre los indios el malestar y la animadversión hacia los cristianos, lo que impedía la labor de evangelización, por lo que apenas a un año de estar en su paupérrima diócesis, fray Juan solicitó al rey su licencia para volver a España, o para que se le trasladase a la isla de Santo Domingo. A la espera del real permiso, se retiró el prelado a La Española junto con los demás franciscanos que le habían acompañado, llevándose todo el mobiliario y donaciones que en aquel tiempo habían recibido para su convento, lo cual enfadó al Rey, que les exigió devolvieran los regalos a los donantes de Santa María la Antigua.

En abril de 1519 fray Juan de Quevedo regresaba a su patria, donde habría de morir, el 24 de diciembre del mismo año. Alcanzó, sin embargo, a exponer los problemas que aquejaban la evangelización y el trato injusto a los indios, en la célebre reunión convocada y presidida por el emperador Carlos v en Molíns del Rey, en la cual también estuvo presente fray Bartolomé de las Casas, que después se mostraría tan contrario al obispo franciscano. Pese a sus puntos de vista antagónicas en este campo, donde sí coincidieron ambos religiosos fue en condenar los desmanes de los españoles en las Indias. De él conservamos unas interesantes Instrucciones dadas por Fray Juan de Quevedo, Obispo del Darién al Maestrescuela Toribio Cintado, de lo que debía informar al rey sobre lo que ocurría en Castilla del Oro (1515), de las que no podemos dejar de reproducir algún fragmento:

“Diréis a su Alteza como hallamos este pueblo bien aderezado más de doscientos bohíos hechos, la gente alegre y contenta, cada fiesta jugaban cañas y todos estaban puestos en regocijo; tenían muy bien sembrada la tierra de maíz y de yuca, puercos hartos, para comer al presente, y ordenado de descubrir la tierra porque tenía mucha disposición para ello, los Caciques de alrededor, así como Careta y Chauca enviaron sus mensajeros a reconocer al Gobernador que había venido y ofreciéronse para servirlo y trajéronle presentes de los que ellos suelen hacer, que son pescado y puerco montes y pavas vivas; podía ir un Cristiano y de cinco hasta diez y de diez hasta uno por todos estos caciques desde esta costa hasta la otra al poniente, tan seguros como si fueran quince, cada Cacique les daba de comer y los guiaba, de manera que andaban entre ellos como entre sus amigos.
Diréis que ahora el pueblo está todo perdido, todos tristes y las haciendas del campo destruidas, porque de la gran necesidad de la gente, que se caen muertos de hambre por las calles, lo destruye todo: la residencia de Vasco Núñez ha movido tantos pleitos entre ellos, que vistos los moradores del pueblo que aquí estaban y el número de los pleitos que se han movido, me ha dicho el Alcalde mayor que si se repartiesen por cabezas cabría a cada un hombre más de cuarenta pleitos, y como los derechos de acá se llevan al cinco tanto, todo ese oro que había en el pueblo se les ha ido en pagar Escribanos y Justicia.

Con ocasión de la mejoría que Su Alteza mandó hacer a los que vinieron con Nicuesa y Ojeda y Enciso se ha acabado de desolar la tierra porque quitan las casas de los unos para dar a los otros, y en esta tierra han tomado por costumbre edificar sus casas los que no tienen propios solares en solares ajenos, y es el suelo de uno y la casa del otro, y en este mejoramiento al que quiere mejorar le dan un solar (…), como en el original y hácenle que paguen la casa que es del otro, y hácese que lo que va por honra se torne tributo.
Diréis que están todos desaposentados y levantados con mucha gana de volverse a la Española o a Castilla, y justo con esto diréis como entre los indios han de andar ya como entre los moros de Granada, que por el mal trato que les han hecho donde quiera que ven los cristianos a mal recaudo los matan, lo que antes no osaban pensar.”

2 comentarios

  
Víctor Santiáñez Celis
Estimado Alberto,

Una pequeña corrección. Fray Juan de Quevedo, no nació en Bejorí, Burgos, nació en Bejorís de Toranzo, provincia de Santander (mal llamada Cantabria).

Un saludo
31/07/13 11:41 PM
  
Omar Rivera
Esta muy interesante, ALBERTO no solo la información sino como lo planteas, muy interesante pero hay una situación que tengo que compartir contigo, ese caballero no fue el primer obispo del Nuevo Mundo. Ese título lo tiene ALONSO MANSO, EL PRIMER OBISPO consagrado para el Nuevo Mundo. Llegó el mismo día de Navidad, un 25 de diciembre de 1512 a la Ciudad de Puerto Rico (hoy San Juan) como obispo de la primera diócesis que comienza operaciones en este lado del planeta. Manso fundó la primera escuela de Gramática del Nuevo Mundo, expandió el poder religioso de la Diócesis de Puerto Rico hasta el norte del Río Amazonas. Aparte de lo que te digo, me gusto la información sobre Darién, cdte hermano
09/06/18 10:23 PM

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