Evangelizando a todo un pueblo
San Martín de Dumio o de Braga, apóstol de los suevos.
Nacido en la región de Panonia, en la actual Hungría en el año 520, leyó mucho en su juventud al estoico Séneca, relacionando su filosofía con la doctrina de san Pablo. Ordenado sacerdote se trasladó a Palestina para visitar los Santos Lugares, y allí residió durante varios años, entrando en contacto con el floreciente monacato que se desarrollaba en las montañas de Judea. Se cree que por entonces aprendió el griego, algo que en occidente ya empezaba a ser raro, y tradujo del griego al latín las Sentencias de los Padres Egipcios.
Impulsado por el Espíritu Santo en el deseo de anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra llegó como misionero hasta Galicia, donde influyó mucho en la cristianización y romanización de los suevos allá por el año 560. Su santo paisano, también llamado Martín, obispo de Tours en el siglo IV, había asumido la misma misión de evangelizar a los suevos, tribu originaria de su lugar de nacimiento.
Después de pasar un tiempo en las Galias, actual Francia, llegó al Finis Terrae con el deseo de convertir del arrianismo al catolicismo a sus hermanos de etnia. El rey Karriarico de los suevos había enviado el peso en oro de su hijo enfermo para que le mandaran las reliquias de san Martín de Tours, y había prometido convertirse si su hijo sanaba. Martín de Dumio acompañó a la comitiva enviada hasta el oeste peninsular.
Antes del año 556 fundó, en las proximidades de Braga, el monasterio de Dumio, por lo que le llamaron «el Dumiense». El monasterio estaba situado junto a la iglesia de San Martín de Tours. Fue consagrado obispo por el metropolitano de Braga el 5 de abril de ese mismo año, creándose especialmente para él la diócesis de Dumio, que comprendía el cenobio con todos sus dominios. Este monasterio de Dumio se convertiría pronto en el principal centro de difusión de la cultura y espiritualidad cristiana oriental en el norte de la Península. Sus monjes se dedicaron a la copia de códices, muchos de los cuales habría traído de oriente el mismo san Martín.
Fue llamado también «el apóstol de los suevos», por haber convertido a su rey Teodomiro, bautizándolo en el año 560. Para la formación de este pueblo redactó el libro De correctione rusticorum, para la enseñanza de la gente sencilla. Es un manual práctico para el misionero, una catequesis popular, en la que anima a obispos y clero a evangelizar y purificar la religiosidad del pueblo suevo. El tratado expone de manera sencilla las supersticiones principales del pueblo suevo y su origen, condena la idolatría, la adivinación, los augurios y la brujería; también insta a que los días de la semana dejen de dedicarse a los dioses romanos —día de Marte, de Mercurio, de Júpiter, de Venus y de Saturno— y pasen a llamarse por la nomenclatura litúrgica cristiana.
Otros de sus libros son Formula vitae honestae (que llegó a ser atribuido a Séneca), Exhortatio humilitatis, Pro repellenda iactantia, De superbia, De ira. Los dedicó todos al rey suevo Mirón, a modo de catequesis morales. En estas obras se muestra su profundo conocimiento de la Biblia, de los escritos de los Santos Padres orientales y occidentales, y de los autores estoicos romanos Marco Aurelio y Séneca.
En el año 561 participó en el I Concilio de Braga, que supuso el abandono definitivo del arrianismo entre los suevos, y contribuyó a la restauración de la disciplina clerical, de las ceremonias litúrgicas y de la ortodoxia del Concilio de Nicea, todavía seriamente amenazada en Galicia por la tenaz persistencia de la herejía priscilianista.
A la muerte de Lucrecio, obispo de Braga, le sustituyó en la sede metropolitana en el año 569, sin dejar de ser también obispo de Dumio y responsable del monasterio. Fundó otros nueve monasterios por toda la región.
En junio del año 572 presidió el Concilio II de Braga en el que los obispos de la Gallaecia, en presencia del rey suevo Miro, establecieron las líneas de actuación misional y de práctica litúrgica y moral de esta iglesia particular.
San Martín murió hacia el 579-580 en la ciudad de Braga, y fue enterrado en la capilla de san Martín de Tours del monasterio de Dumio, en un sarcófago donde se labró el epitafio redactado por él mismo:
Nacido en Panonia, llegué atravesando los anchos mares y arrastrado por un instinto divino a esta tierra gallega que me acogió en su seno. Fui consagrado obispo en esta iglesia tuya, oh glorioso confesor san Martín [de Tours]; restauré la religión y las cosas sagradas, y habiéndome esforzado por seguir tus huellas, yo, tu servidor Martín, que tengo tu nombre, pero no tus méritos, descanso aquí en la paz de Cristo.
Cinco años después de su muerte, los visigodos conquistaron el reino suevo, tras siglo y medio de existencia. San Martín influyó mucho en la Iglesia de su época, tanto en sus discípulos directos como en otros más lejanos. San Leandro y san Isidoro de Sevilla le tuvieron en gran estima. Tuvo una enorme influencia en la Edad Media, especialmente en la diócesis de Braga y en todo el occidente peninsular.
Su fiesta se celebra el 20 de marzo.
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