Un obispo valiente (1)
Leovigildo, arriano convencido y empujado a posturas más radicales por su mujer Gosvintha, quería conseguir la unidad política de sus territorios y de su población. gobernaba sobre los propios visigodos, los hispano-romanos y los suevos, cuyo reino había ido conquistando progresivamente. La unidad religiosa sería la herramienta para lograr esa unificación, y él consideraba la opción arriana como la mejor, puesto que eran católicos todos sus enemigos: francos del norte, suevos del oeste y bizantinos del levante peninsular.
Para facilitar las cosas promovieron un semiarrianismo que pudiera resultar más aceptable a la población católica. Pero los católicos no estaban dispuestos a renunciar a sus creencias, a sus costumbres y ritos, y a sus iglesias. Empezando por los obispos, y unido a ellos todo el pueblo fiel, plantaron cara a los arrianos. Los obispos Masona de Mérida y Leandro de Sevilla no se dejaron atraer ni por los halagos ni por las amenazas del rey. Participaron estos venerables prelados en discusiones públicas acerca de la verdadera fe, en las cuales reforzaron la fe del pueblo, y con sus escritos y predicaciones contribuyeron a frenar el proyecto de Leovigildo.
Vamos a detenernos un poco en san Masona de Mérida:
La sede episcopal de Mérida tuvo un gran esplendor en los siglos VI y VII, con los grandes obispos a los que se conoce como los Santos Padres de Mérida. Les tocó guiar al pueblo cristiano en una época de cambios en la sociedad, tanto en lo civil como en lo religioso, y tuvieron que afrontar dificultades y persecuciones por su fidelidad. Supieron confortar a los que les habían sido encomendados y defendieron con su palabra el bien y la verdad sin dejarse llevar por el odio o la amargura.
San Paulo de Mérida, san Fidel, que sufrió persecución por parte de los arrianos durante su pontificado entre los años 560 al 571, y san Masona de Mérida, que porvenía de una familia visigoda católica.
Al ser elegido obispo, Masona supo usar generosamente los bienes de la Diócesis en diversas iniciativas tanto pastorales como caritativas. Fundó monasterios, construyó iglesias, y edificó un gran hospital, al que dotó de médicos y que atendía a todos los que lo necesitaban: libres y esclavos, cristianos, judíos o paganos. Una de sus obras más originales e innovadoras fue la creación de una «caja de préstamos», al frente de la cual puso al diácono Redento, y que dotó con dos mil sueldos de oro para conceder pequeños créditos a gentes sencillas, con el fin de que no quedaran en manos de prestamistas usureros.
La fama de sus obras llegó hasta el hijo mayor del rey, que alentado por su propia esposa y por el obispo san Leandro de Sevilla se convirtió al catolicismo. Esta decisión de Hermenegildo acrecentó la distancia y las diferencias que ya tenía con su padre, el rey Leovigildo, y con la segunda esposa de este, la reina Goswintha.
Desencadenada la guerra civil entre padre e hijo, los territorios de la España visigoda se vieron sacudidos durante cinco años por la violencia y las matanzas, que acabaron con la victoria de Leovigildo, la prisión de su hijo, y su posterior martirio al negarse a recibir la comunión de los arrianos. Cuando la ciudad de Mérida fue conquistada por los partidarios del rey, después de haber pertenecido al bando de Hermenegildo, se inició un largo conflicto entre el monarca arriano y el obispo católico. Leovigildo quería unir el reino con una versión del arrianismo mitigada, que pudieran admitir todos (el llamado semiarrianismo), y si Masona se ponía de su parte, habría conseguido un apoyo fundamental.
Fueron enviados emisarios con grandes promesas y halagos, que fueron rechazados de la misma manera que los que llegaron después con amenazas. Entonces el rey determinó que numerosas iglesias y propiedades pasaran a los arrianos y nombró un obispo arriano para Mérida, llamado Sunna, gran orador y ardiente polemista. Sunna pretendió adueñarse también de la basílica de Santa Eulalia, a lo que se opusieron tanto Masona como todo el pueblo católico, originándose una confrontación que acabó en una demanda ante el rey por parte del obispo arriano. O no quiso Leovigildo mostrarse en exceso parcial, o confiaba demasiado en su obispo, pero el caso es que ordenó la celebración de una discusión pública de los dos obispos ante un jurado designado por el rey, que entregaría la Basílica al vencedor…
9 comentarios
El Obispo Masona de Mérida, en efecto, es un personaje decisivo, dado que su profesión firme de la Fe venció a las veleidades arrianizantes de Leovigildo y, en buena lógica, allanó el camino a la conversión regia en el Tercer Concilio toledano del año 589.
Célebre por sus obras asistenciales y caritativas, que dejaron profunda huella en su diócesis y en el resto del Regnum Gothorum.
He devorado los tres post, muchas gracias P. Pablo Sierra.
Deduzco que puede decirse que en ese fomento del pequeño crédito, se rastrean los antecedentes de las Cajas de Ahorro, Montes de Piedad, etc. promovidos desde la Fe por laicos y ministros de la Iglesia, y que dieron en los Siglos XIX y XX, el florecimiento de Cooperativas agrícolas, industriales, etc. que sustentaron una "Clase media" social, y que desde que los "¿socialismos y liberalismos?" han permitido a los grandes bancos que fagociten a las Cajas de ahorro, esa clase media está en peligro de extinción....
El arrianismo de Gosvintha, en efecto, nos llega desde los testimonios de San Isidoro de Sevilla, de Juan de Bíclaro y sobre todo, de Gregorio de Tours, y se relata como un arrianismo especialmente virulento o radical, dato inferido de la anécdota de la paliza propinada por ella misma a su nieta Ingunda, por negarse esta última a abjurar de su catolicismo. Pero quizás ese arrianismo no fuera tan fanático cuando otras fuentes de la época vincular a Gosvintha con la trama rebelde de San Hermenegildo, que era católico convencido.
En resumen, que lo fanático o moderado del arrianismo de Leovigildo y de su mujer Gosvintha debe contextualizarse y contemplarse desde el contraste entre todos los testimonios coetáneos.
No quería hablar de este tema porque supongo que el P. Sierra lo tratará a no mucho tardar, pero sinceramente creo que Leovigildo fue arrastrado por las circunstancias de la conversión de Hermenegildo y sus implicaciones políticas. Lo de que Gosvintha estuviera detrás de la rebelión de H. lo planteó Vázquez de Parga y lo desarrolló García Moreno a partir de un pasaje oscuro del Biclarense, quien refiere que H. se rebeló 'factione Gosvinthae', lo que se tradujo como "instigado por G.". Pienso que es un error de comprensión y que el cronista simplemente está culpando a G. de la sublevación. Para no extenderme, y si a alguien le interesa el tema, puede buscar: Tres usurpadores godos. Archaeopress Open Access y descargarse el pdf. Es gratis.
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