21.03.18

La Verdad es Dios

 

“El fin supremo del hombre es ver a Dios: todas sus actividades políticas, sociales y religiosas tienen que tender a este fin último”.

“No vacilo en unirme a los que dicen: “Dios es amor”. Pero en lo más profundo de mí mismo me digo que, si Dios es amor, es ante todo verdad”.

“No puedo tolerar la menor concesión a la mentira en mis escritos. Estoy dispuesto a rechazar todo lo que se consiga con mengua de la verdad y, por otra parte, estoy firmemente convencido de que no hay más religión que la verdad”.

Todos los hombres son hermanos, Gandhi, Editorial Atenas, 1995

Comienzo con varias citas de Gandhi porque todo progresista que se precie ha elevado a los altares de la santidad laica al Mahatma. Y no digamos nada de los más insignes representantes de la INP: esos babean y entran en éxtasis ante la sabiduría del líder de la independencia de la India. El New Paradigm of the Church es el no va más. Esta sí que es una iglesia como dios manda y no la antigua y casposa llena de hipócritas rigoristas fariseos, apegados siempre a la ley, los muy canallas…

A ver si me entienden: dice Gandhi que el fin último del hombre es Dios mismo. Si citara a San Agustín o a Santo Tomás de Aquino, el testimonio no tendría la misma fuerza para los de la Iglesia del New Paradigm.

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7.03.18

Democracia y Ley Moral Natural

Ir a contracorriente siempre es complicado. Pero he de confesar que me encanta. Siempre tengo la sensación, la intuición (casi la certeza) de que la mayoría nunca tiene la razón; que la opinión mayoritaria no tiene necesariamente mejor juicio que las minorías por una pura cuestión estadística. Casos como el de Sócrates o el de Nuestro Señor Jesucristo acreditan mi tesis.

La virtud es conocimiento y el vicio, ignorancia. Y como abunda más en el mundo el vicio que la virtud (creo que no necesita más demostración que la simple observación de la realidad), habremos de concluir que la mayoría se deja arrastrar más por los vicios, fruto de su ignorancia, que por la virtud del conocimiento. Sabios y virtuosos hay pocos. Viciosos y corrompidos, muchos. El vicio es ortiga y mala hierba que crece por doquier sin necesidad de riego ni abono y que cuesta arrancar sin que vuelva a crecer a los pocos días. El vicio es una verdadera plaga que todo lo inunda con su inmundicia y no da más fruto que el sarpullido de la ortiga o el veneno de la cicuta. Las virtudes, en cambio, son plantas delicadas, a las que hay que mimar, regar y abonar para que crezcan sin que se marchiten ni mueran ahogadas por las malas  hierbas que las agostan a poco que te descuides.

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5.03.18

El derecho a comulgar

Les contaré un caso que ha ocurrido recientemente en los Estado Unidos. Un senador “católico” – el senador Durbin – vota a favor del aborto. Y va el obispo de su diócesis y hace lo que tiene que hacer un obispo: le prohíbe públicamente al senador que pueda recibir la comunión. El obispo se llama Thomas Paprocki. Desde aquí mi reconocimiento y mi admiración. En los tiempos que corren, lamentablemente, sorprende y causa admiración un obispo que cumple con su misión de obispo… Es triste pero así estamos.

El Canon 915 del Código de Derecho Canónico prohíbe que los “pecadores manifiestos” puedan recibir la Sagrada Comunión y el Canon 916 señala que las personas no deben acercarse a la Sagrada Comunión si se encuentran en un estado de pecado grave (mortal). Así que el obispo Paprocki no hace sino aplicar lo que la Iglesia establece para estos casos.

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1.03.18

"Placuit Deo": la Iglesia, el lugar donde recibimos la salvación traída por Jesús

Algunos religiosos y ciertos teólogos llevan muchos años hablando de la “Iglesia de los pobres”, contraponiéndola a la “Iglesia jerárquica”, que debe de ser la Iglesia de los ricos y poderosos. Esta dialéctica entre las dos iglesias no cabe duda que tiene unas claras raíces marxistas.

Pero dicha dialéctica, en los últimos años, ha mutado: ahora tenemos por un lado la iglesia de los pobres, la iglesia de la misericordia y la compasión; y en frente, a la iglesia de los rigoristas, de los apegados a las leyes y a las normas, de los que tenemos cara de pepinillos en vinagre… Por una parte están los que dan prioridad a la pastoral inclusiva, los que quieren que los homosexuales sean bendecidos en la iglesia, los que quieren que los adúlteros puedan comulgar, los que propugnan que puedan comulgar también los luteranos; los que ponen la conciencia individual por encima de la norma universal; los que consideran que el concepto de transubstanciación es algo del pasado que hoy ya no tiene validez; los que se saltan los mandamientos y la tradición de la Iglesia a la torera; los que, apelando a una falsa misericordia, aparcan la moral y la doctrina de la Iglesia; los que propugnan un nuevo paradigma donde ya no hay pecados ni condenación; los que consideran que cumplir los mandamientos o que el matrimonio cristiano son ideales casi inalcanzables (porque no tienen fe ni creen en la gracia de Dios); los que quieren acabar con el edificio de la moral de la Iglesia en nombre de un situacionismo herético… Y por otro, estamos los que nos seguimos reafirmando en la fe de la Iglesia y defendemos la moral, los sacramentos y la totalidad de la doctrina que hemos recibido a través de la tradición y de la revelación.

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24.02.18

El Ministerio de la Verdad

El 12 de julio de 2017, escribía en este mismo blog un artículo titulado Martirio o Apostasía: Silencio de Scorsese. Perdonen que me cite a mí mismo - ya sé que no queda muy elegante - pero allí escribía lo siguiente: 

Imaginemos una sociedad dominada por una oligarquía tiránica: un pequeño grupo de iluminados – pequeño pero muy poderoso – que pretendiera cambiar el mundo, acabar con la civilización cristiana e imponer su inmoralidad, su ideología y su filosofía a todo el mundo. Pero sin que se note. Se trata de esclavizar sin que los muy cretinos se enteren de que son esclavos. Ya no hace falta recurrir a la fuerza de las armas para imponer una dictadura. Eso es muy antiguo. Hay que convertir a los ciudadanos en siervos mientras las víctimas aplauden y dan gracias por su esclavitud. Y así, todos tragan, asumen, aceptan. “Podréis hacer lo que os dé la gana, lo que os apetezca (por pervertido que pudiera resultar), lo que os guste. Así seréis felices. Dad rienda suelta a vuestros más bajos instintos. Todo vale. A cambio tendréis que apostatar, que pisotear a Dios. A cambio tendréis que adorarme“, dice Satanás.

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