Pie en pared
Dice el Papa que la Iglesia tiene que cambiar. Y matiza que «La revelación de Jesucristo no cambia, el dogma de la Iglesia no cambia, pero crece, se desarrolla y se sublima como la savia de un árbol». Y ahora han publicado un documento en el que se deja la puerta abierta a la bendición de parejas en situación irregular y de uniones homosexuales. Y aquí pongo pie en pared. Hasta aquí hemos llegado. No aceptaré jamás que se bendiga el pecado mortal, que se pida a Dios que bendiga la trasgresión de sus mandamientos. No admito blasfemias ni sacrilegios.
Tengamos en cuenta que la doctrina de la fe que Dios ha revelado es propuesta no como un descubrimiento filosófico que puede ser perfeccionado por la inteligencia humana, sino como un depósito divino confiado a la esposa de Cristo para ser fielmente protegido e infaliblemente promulgado. De ahí que también hay que mantener siempre el sentido de los dogmas sagrados que una vez declaró la Santa Madre Iglesia, y no se debe nunca abandonar ese sentido original bajo el pretexto o en nombre de un entendimiento más profundo. Que el entendimiento, el conocimiento y la sabiduría crezcan con el correr de las épocas y los siglos, y que florezcan grandes y vigorosos, en cada uno y en todos, en cada individuo y en toda la Iglesia: pero esto sólo de manera apropiada, esto es, en la misma doctrina, el mismo sentido y el mismo entendimiento.
Y como dice la Carta a los Gálatas:
Mas si aun nosotros o un ángel del cielo os anunciara otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
La revelación no cambia, el dogma no cambia, pero se sublima y se desarrolla. Hasta tal punto los quieren sublimar, que aprueban las bendeciones de las uniones homosexuales. Pues bien, la pastoral no puede ir contra la revelación ni contra los dogmas, porque si así lo hiciera, no sería la pastoral del Buen Pastor, sino la del Demonio que lleva al rebaño al redil del infierno. Y la Iglesia está para salvar almas, no para contribuir a su perdición. La bendición de parejas homosexuales no supone un desarrollo sublime de la revelación y el dogma, sino un pecado manifiesto contra la fe, la esperanza y la caridad; un pecado manifiesto contra Dios, una negación de la verdad revelada.
La tradición se define como el depósito de la fe transmitido por el magisterio siglo tras siglo. Ese depósito es el que nos dio la Revelación, es decir, la palabra de Dios confiada a los apóstoles y cuya transmisión está asegurada por sus Sucesores. El depósito de la Revelación quedó terminado el día de la muerte del último apóstol. Ahí se acabó todo: ya no se puede tocar nada hasta la consumación de los siglos. La Revelación es irreformable.
El depósito de la fe no es algo que se han imaginado los hombres, sino verdad que han recibido de Dios; no es algo que ellos han compuesto (inventum), sino cosa que a ellos les ha sido confiada por Dios; una cosa, por consiguiente, que no es fruto de la ingeniosidad humana, sino de la enseñanza recibida; no de uso privado, arbitrario (privatae usurpationis), sino tradición pública (es decir, que a todos obliga); una cosa no extraída de ti, sino traída a ti…, donde tú no eres autor, sino custodio; no maestro, sino discípulo; no guía, sino discípulo.
El ejercicio del ministerio petrino debe entenderse a partir del Evangelio, o sea, de su esencial inserción en el misterio salvífico de Cristo y en la edificación de la Iglesia. El Primado difiere en su esencia y en su ejercicio de los oficios de gobierno vigentes en las sociedades humanas: no es un oficio de coordinación o de presidencia, ni se reduce a un Primado de honor, ni puede concebirse como una monarquía de tipo político.
El Romano Pontífice, como todos los fieles, está subordinado a la Palabra de Dios, a la fe católica, y es garante de la obediencia de la Iglesia y, en este sentido, servus servorum. No decide según su arbitrio, sino que es portavoz de la voluntad del Señor, que habla al hombre en la Escritura vivida e interpretada por la Tradición; en otras palabras, la episkopé del Primado tiene los límites que proceden de la ley divina y de la inviolable constitución divina de la Iglesia contenida en la Revelación.
El Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y expusieran fielmente la revelación transmitida por los apóstoles.
El Papa, en conclusión, no puede cambiar la doctrina: no tiene autoridad para cambiar la verdad revelada por las Sagradas Escrituras y por la Tradición. Y la pastoral no puede contradecir el dogma. La caridad es el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por Dios. Y el amor a Dios pasa por obedecer sus Mandamientos. Nadie puede decir que ama a Dios si no cumple su Ley Sagrada, Universal y Eterna.
Sobre la homosexualidad, hay infinidad de citas en la Biblia:
Levítico:
Lv 18,22: “No te acostarás con varón como con mujer; es abominación".
Lv 20,13: “Si alguien se acuesta con varón como se hace con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos".
San Pablo:
1 Cor 6, 9-10: «…Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados (malakoí), ni los homosexuales (arsenokoítai)… heredarán el Reino de Dios».
1 Tim 1, 9-11:
«Teniendo bien presente que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores,…, adúlteros, homosexuales (arsenokoítai), traficantes de seres humanos,…».
Rom 1, 26-27:
«Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío».
Ef. 5, 1-7:
«Sed, en fin, imitadores de Dios, como hijos amados y vivid en caridad, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros en oblación y sacrificio a Dios en olor suave.
En cuanto a la fornicación y cualquier género de impureza o avaricia, que ni se nombren entre vosotros, como conviene a santos: ni palabras torpes, ni groserías, ni truhanerías, que desdicen de vosotros, sino más bien acción de gracias. Pues habéis de saber que ningún fornicario, o impuro, o avaro, que es como adorador de ídolos, tendrá parte en la heredad del reino de Cristo y de Dios».
Gál. 5, 19-23:
«Ahora bien, las obras de la carne son manifiestas, a saber: fornicación, impureza, lascivia, idolatría, hechicería, odios, discordias, celos, iras, ambiciones, disensiones, facciones, envidias, embriagueces, orgías y otras como éstas, de las cuales os prevengo, como antes lo hice, que quienes tales cosas hacen no herederán el reino de Dios.
Los frutos del Espíritu son: caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza».
Y San Juan en el Apocalipsis:
«El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda».
La iglesia confiesa un Dios único e idéntico como autor del Antiguo y Nuevo Testamento, es decir, de la ley y los profetas, así como del Evangelio, porque los santos de ambos Testamentos hablaron bajo la inspiración del mismo Espíritu Santo. En consecuencia, los textos anteriormente citados no son del Levítico, de Pablo o de Juan, sino de Dios mismo: son Palabra de Dios.
La Palabra de Dios (la Verdad Revelada) es clarísima y no se puede cambiar. Ni un concilio, ni un sínodo, ni el Papa tienen autoridad para cambiar las Sagradas Escrituras ni los dogmas.
1 Jn. 2
Sabemos que hemos conocido a Dios si guardamos sus mandamientos. El que dice que le conoce y no guarda sus mandamientos, miente y la verdad no está en él. Pero el que guarda su palabra, en ése la caridad de Dios es verdaderamente perfecta. En esto conocemos que estamos en Él.
Quien dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo.
Carísimos, no os escribo un mandato nuevo, sino un mandato antiguo que tenéis desde el principio. Y ese mandato antiguo es la palabra que habéis oído.
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él la caridad del Padre. Porque todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y también sus concupiscencias; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Hijitos, ésta es la hora postrera, y como habéis oído que está para llegar el anticristo, os digo ahora que muchos se han hecho anticristos, por lo cual conocemos que ésta es la hora postrera. De nosotros han salido, pero no eran de los nuestros. Si de los nuestros fueran, hubieran permanecido con nosotros; pero así se ha hecho manifiesto que no todos son de los nuestros.
Cuanto a vosotros, tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas. No os escribo porque no conozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y sabéis que la mentira no procede de la verdad.
¿Quién es el embustero sino el que niega que Jesús es Cristo? Ese es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.
Lo importante no es «creer en el amor», sino en Jesucristo. La única religión verdadera es la religión católica, fundada por el Señor. Y no todas las religiones son queridas por Dios. Al contrario. Así habla el Señor: «Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí» (Isaías, 45).
Resistid, queridos hermanos, contra el abuso creciente, que se manifiesta en palabras y por escrito, de emplear el nombre tres veces santo de Dios como una etiqueta vacía de sentido para un producto más o menos arbitrario de una especulación o aspiración humana; y procurad que tal aberración halle entre vosotros la repulsa que merece. Nuestro Dios es el Dios personal, trascendente, omnipotente, infinitamente perfecto, único en la trinidad de las personas y trino en la unidad de la esencia divina, creador del universo, señor, rey y último fin de la historia del mundo, el cual no admite, ni puede admitir, otras divinidades junto a sí.
Este Dios ha dado sus mandamientos de manera soberana, mandamientos independientes del tiempo y espacio, de región y raza. Como el sol de Dios brilla indistintamente sobre el género humano, así su ley no reconoce privilegios ni excepciones. Gobernantes y gobernados, coronados y no coronados, grandes y pequeños, ricos y pobres, dependen igualmente de su palabra. De la totalidad de sus derechos de Creador dimana esencialmente su exigencia de una obediencia absoluta por parte de los individuos y de toda la sociedad. Y esta exigencia de una obediencia absoluta se extiende a todas las esferas de la vida, en las que cuestiones de orden moral reclaman la conformidad con la ley divina y, por esto mismo, la armonía de los mudables ordenamientos humanos con el conjunto de los inmutables ordenamientos divinos.
La misericordia y la caridad no consisten en contentar al mundo, considerando ahora bueno lo que siempre fue pecado mortal. La misericordia y la caridad van de la mano del bien moral, del cumplimiento de los Mandamientos de la Ley de Dios. Lo que Dios condena nadie tiene poder para corregirlo y convertir el pecado en bendición. Nadie es más misericordioso que Dios y a Dios no le pueden enmendar la plana para que el mundo aplauda. Si alguno ama al mundo, no está en él la caridad del Padre.
El Papa no es un soberano absoluto, cuyo pensamiento y voluntad sean ley. Al contrario, el ministerio del Papa consiste en garantizar la obediencia a Cristo y a su palabra. El Papa no debe proclamar sus propias ideas, sino vincularse constantemente a sí mismo y a la Iglesia a la obediencia hacia la Palabra de Dios, frente a todos los intentos de adaptación y dilución, como frente a cualquier oportunismo.
Las parejas en situaciones irregulares no pueden ni deben ser bendecidas. Las uniones homosexuales, tampoco.
Nadie debe comulgar en pecado mortal: los divorciados vueltos a casar por lo civil, las parejas de hecho o los adúlteros no deben comulgar en pecado mortal.
Enseña Santo Tomás de Aquino:
Dice el Apóstol en 1 Cor 11,29: Quien lo come y lo bebe indignamente, come y bebe su propia condena. Y comenta la Glosa: Lo come y lo bebe indignamente quien vive en pecado y lo trata de modo irreverente. Luego quien está en pecado mortal y recibe este sacramento, merece la condena por pecar mortalmente.
Y añade el Aquinate:
No todas las medicinas son buenas para todas las enfermedades. Porque una medicina que se da a quienes se han librado de la fiebre para fortalecerles, dañaría a los que tienen fiebre todavía. Pues así, el bautismo y la penitencia son como medicinas purgativas, que se suministran para quitar la fiebre del pecado. Mientras que este sacramento de la Eucaristía es una medicina reconfortante, que no debe suministrarse más que a los que se han librado del pecado.
Dice el Apóstol San Pablo:
Pero ahora, libres del pecado y hechos esclavos de Dios, tenéis por fruto la santificación y por fin la vida eterna. Pues la soldada del pecado es la muerte; pero el don de Dios es la vida eterna en nuestro Señor Jesucristo. Rom. 6, 22-23.
Puede comulgar quien esté libre de pecado. La comunión es para los santos, para los que están en gracia de Dios. Los que están en pecado mortal deben pasar antes por el confesionario. La eucaristía sólo debe suministrarse a quien está en gracia de Dios, a quien vive la caridad, que es más que el amor. El amor es natural. La caridad es sobrenatural, es poseer en nosotros el amor de Dios. Es alimento de santos.
La verdadera doctrina de la fe está siendo mancillada, ultrajada, pisoteada. La jerarquía favorece la confusión y la ambigüedad doctrinal. La ambición de hombres que no temen a Dios se apresura a copar los altos cargos en la Iglesia, y el cargo elevado ahora es conocido públicamente como el premio de la impiedad. El resultado es que cuanto más blasfema un hombre y más hereje es, más apto lo consideran para ser obispo. La dignidad clerical es cosa del pasado. Hay una completa falta de hombres que pastoreen el rebaño del Señor con conocimiento. Los eclesiásticos en autoridad tienen miedo de hablar, ya que aquellos que han alcanzado el poder por interés humano son esclavos de aquellos a quienes deben su ascenso. La fe es incierta; las almas están empapadas en la ignorancia porque los adulteradores de la palabra imitan la verdad. Las bocas de los verdaderos creyentes están mudas, mientras que cada lengua blasfema ondea libremente; las cosas sagradas son pisoteadas. Los sacerdotes y los obispos fieles son cancelados, maltratados, despreciados y apartados, mientras los herejes y los blasfemos reciben el reconocimiento a su impiedad y copan los cargos más altos de la Iglesia.
Es inaceptable que los adúlteros puedan comulgar.
Es inaceptable que nadie pueda comulgar en pecado mortal.
Resulta absolutamente inaceptable que se bendigan parejas en situaciones de pecado mortal, tales como las uniones de hecho o las LGTBI.
Yo defiendo la doctrina de siempre, y que tenga esta defensa las consecuencias que tengan que tener. Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Y lo único que me importanta es alcanzar la vida eterna, por la gracia de Dios. Yo sólo quiero ser su humilde siervo. Yo soy de Cristo.
Bendito sea Dios y bendita sea María Santísima
29 comentarios
Si esto no es la "abominación de la desolación" de la que nos habla el profeta Daniel y el "Roma perderá la fe," de las apariciones de la Salette,mucho se le parece.
La Iglesia no puede bendecir el pecado nefando y el adulterio ergo quién o de dónde vienen estos que quieren bendecir lo abominable.
Huele todo a Anticristo, abominación y desolación que apesta.
Mantengámonos en gracia y velemos rezando al único Dios, implorando:
SEÑOR VEN PRONTO, QUE PERECEMOS!!
SALVE REGINA!!
Lo que realmente decía San Vicente de Lerins es que la doctrina católica es como el cuerpo de un niño: ya tiene todos sus miembros desde el primer momento, solo que con el tiempo estos crecen y se desarrollan. Pero este crecimiento solo puede ir en la misma dirección establecida desde el primer momento, porque el desarrollo del niño no contempla crear partes nuevas del cuerpo ni suprimir las existentes.
Lamentablemente, no es esto lo que estamos viendo. Nos dicen que ahora es blanco lo que ayer era negro, y resulta que es un "desarrollo de la doctrina". Cabe preguntarse por qué deberíamos creer lo que dice Doctrina de la Fe ahora, si en 2021 decía lo contrario. ¿Nos engañaban antes, o nos engañan ahora?
No se puede dudar de que Francisco I está ofuscado por las tinieblas del error y necesita mucho de nuestra oración.
"San José: ruega por este Papa, que se declara tan devoto tuyo, sobre todo en este día, en que la Liturgia se centra en el relato de tu sueño mesiánico".
Recemos por la Iglesia, por el papa Francisco y por el cardenal Fernández. Y, sobre todo, por los buenos Obispos y sacerdotes, vienen vientos de persecución, especialmente, para ellos... Dios les dé fuerza para dar testimonio de la Verdad, ya que Roma no quiere hacerlo.
Hay que hacer algo. Esto no son ambigüedades o afirmaciones confusas, esto es claramente herejía, pecado gravísimo contra Jesucristo.
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Pedro L. Llera
Vamos a ser santos y a vivir en caridad. Vamos a confesarnos con frecuencia. Vamos a participar en la Santa Misa siempre que podamos. Vamos a rezar el rosario a diario. Vamos a comulgar en gracia de Dios para que el Señor cambie nuestro corazón y lo haga semejante al suyo y, así, poder ver y amar a los demás como Él los ve y los ama.
Hay muchos sacerdotes que con la excusa de la obediencia están apostando, y llevando consigo a la perdición a las almas puestas a su cuidado.
Hoy si decimos ser católicos, hay que aclarar varios puntos o ítems.
Una situación muy lamentable vivimos.
Los sacerdotes que apoyan esto no merecen confianza.
Hay dos iglesias.
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Pedro L. Llera
En primer lugar no sé por qué me tutea.
En segundo lugar, vade retro, Satanás. Yo no he negado en ningún momento que el Papa sea Papa. En todo caso, hago una corrección filial y denuncio errores. Nada más.
Con todo respeto y afecto, si me permite, le digo que no debe usted alejarse de la Iglesia. Los Sacramentos siguen siendo válidos y los católicos debemos perseverar en la oración y en la práctica y testimonio de la verdadera fe. Recuerde que la Cabeza de la Iglesia es Jesucristo y que Él prometió que las Puertas del Infierno no prevalecerán contra la Iglesia. Debemos confiar en el Señor y perseverar hasta el fin. También, en medio de esta situación tan complicada. Ánimo, pues y que Dios nos guarde y ayude a todos.
Cada vez se ve más clara la razón de la dimisión de BXVI: que un impostor ocupara la silla de Pedro y poco a poco ir demoliendo la Iglesia de Cristo, bajo el disfraz de la potestad y autoridad.
Todo está orquestado. Da náuseas ese cinismo. Es perversísima esa declaración, como todas las declaraciones de hace 11 años. Tucho, refuerza aún más y acelera lo abominable.
Dios te bendiga, Pedro, por luchar por Él, por Su Iglesia y por sus hijos.
"no te pondrás vestidos con mezcla de hilos" (Levítico 19,19) Es decir, que usted se rasga las vestiduras citando el levítico contra la homosexualidad, vestiduras con las que usted seguro falta también a la Palabra de Dios, seguro que es 50 % poliester, 50 % algodón.
"No comeréis cosa alguna con sangre" (Levítico 19,26) ¿Cuántas veces hemos tachado a los testigos de Jehová de intransigentes frente a nuestras morcillas y chorizos, que al parecer deben estar hechos de otra cosa?
Porque o TODA LA PALABRA DE DIOS es válida, o toda es interpretable, pero ir piconteando versículos para lo que me conviene y olvidar otros para los que no, no parece que favorezca la tesis.
Para mi, hoy es definitivo: este (anti) Papa ha terminado del todo para mi, junto a sus secuaces en la Curia, empezando por el masón Parolin y terminando por este lacayo argentino absolutamente mediocre con apodo futbolístico. Ya llevaba yo algunos años en este plan, don Pedro Luis, ya sabe usted: lo de la pachamama, la amoris, lo de las entrevistas televisivas, lo de la leyenda negra de JMB sobre España, lo de monseñor Strickland, lo de esos viajes exóticos sin mencionar al Rey de reyes, lo del bienquedismo, lo del vacunismo, lo del globalismo, lo de la "misericordiación", lo de los micrófonos en el avión de vuelta....etc, etc,etc. Repito y seguiré preguntándome: ¿quién eligió a este presbítero argentino que se ha dedicado a visitar a comunistas en su propia casa, comer con quien ha defecado en el altar de su catedral, recibir a dictadores y abortistas presidentes con sonrisa, compadrear con financieros y poderosos anticatólicos, confundir con mensajes y escritos ininteligibles o totalmente fuera de ciencia y religión, asumir irresponsables mensajes globalistas y potencialmente dañinos como la vacuna o el dogma climático, callar ante las muertes de cristianos o los ataques contra éstos en todo el mundo, atacar la cultura católica y la evangelización del nuevo mundo, relativizar las verdades de la religión verdadera, valga la redundancia...etc, etc...? ¿Quién, cómo, por qué eligieron los padres conciliares a este presbítero argentino para ser sucesor de Pedro? ¿Qué poderes tuvieron tal capacidad?
En fin, disculpas por extenderme tanto, pero es que estoy entre indignado y apesadumbrado ante tanta mentira, tanta ignominia, tanto azufre...Intentaré seguir resistiendo. Eso sí, ni un céntimo a esta CEE complaciente. Ayudaré en lo que pueda a mi parroquia y trataré de seguir manteniendo esta fe que el Señor y mis padres tuvieron a bien darme. Porque lo demás para mí ha terminado, hoy. Hasta que el Señor ponga su mano. Gracias, don Pedro Luis.
Los obispos alemanes en su inmensa mayoría, se sienten satisfechos por la declaración del Vaticano sobre las bendiciones de parejas homosexuales, y no digamos por el gozo del controvertido sacerdote jesuita, activista LGTBI.
No pueden bendecirse objetos o cosas contrarias a la fe, ni a las personas o aquellas relaciones humanas que sean contrarias a la ley divina, la ley natural y la moral cristiana.
Pidamos al Señor, con el apoyo de la Santísima Virgen María, la gracia para seguir soslayando, las veleidades vaticanas que se oponen al Evangelio.
Para hacer eso y ser consecuente con sus palabras tendría, desde HOY mismo NO ASISTIR jamás a ninguna misa, pues en ellas le recuerdo que se pide por el PAPA Y SUS OBISPOS consentidores de esta BLASFEMIA, haciéndonos partícipes de esta TRAICIÓN.
PIE EN PARED ES EN ESTOS MOMENTOS DEJAR DE IR A MISA.
PIE EN PARED ES DEJARSE DE "MEAPILECES" Y ACTITUDES HIPÓCRITAS
PIE EN PARED ES DEFINITIVAMENTE DENUNCIAR AL FALSO PROFETA QUE LASTIMOSAMENTE ES MI IGLESIA ANTES SANTA Y CATÓLICA
Lamento el exabrupto pero estoy como UD muy dolido y triste pues constato el DERRUMBE FINAL de la otrora FARO Y LUZ entre los pueblos.
Ven Señor Jesús
Estimado Jeremias, ¿Sabe usted lo que es la Antigua Alianza y la Nueva Alianza? Evidentemente no.
¿Sabe usted que preceptos de la antigua se abolen y cuales no?
El no cometer actos impuros, esta en el decalogo que es permanente y no se abole.
¿Esta usted provocando o es que es así de...?
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