Dudas
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.
Yo soy un ignorante. No soy teólogo ni experto en nada. Sólo rezo el rosario cada día y asisto a misa a diario, siempre que puedo. O sea, que soy un católico de a pie y nada más. Yo escribo porque no veo que otros mejores que yo y con más autoridad lo hagan y por aquello de ¡Ay de mí, si no evangelizara! Pero les aseguro que no escribo por gusto.
Jermías 20
7 Tú me sedujiste, ¡oh Yahvé! y yo me dejé seducir. Tú eras el más fuerte, y fui vencido. Ahora soy todo el día la irrisión, la burla de todo el mundo.
8 Pues siempre que hablo tengo que gritar, tengo que clamar: “¡Ruina y devastación!” Y todo el día la palabra de Yahvé es oprobio y vergüenza para mí.
9 Y aunque me dije: “No me acordaré de Él, no volveré a hablar en su nombre,” es dentro de mí como fuego abrasador, encerrado dentro de mis huesos, y me he fatigado por soportarlo, pero no puedo.
¿De esos polvos, estos lodos?
I
Gaudium et Spes (Pablo VI, 7 de diciembre de 1965)
22. En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación. Nada extraño, pues, que todas las verdades hasta aquí expuestas encuentren en Cristo su fuente y su corona.
Él que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado.
Cordero inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En El Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2,20). Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido.
El hombre cristiano, conformado con la imagen del Hijo, que es el Primogénito entre muchos hermanos, recibe las primicias del Espíritu (Rom 8,23), las cuales le capacitan para cumplir la ley nueva del amor. Por medio de este Espíritu, que es prenda de la herencia (Eph 1,14), se restaura internamente todo el hombre hasta que llegue la redención del cuerpo (Rom 8,23). Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos dará también vida a vuestros cuerpos mortales por virtud de su Espíritu que habita en vosotros (Rom 8,11). Urgen al cristiano la necesidad y el deber de luchar, con muchas tribulaciones, contra el demonio, e incluso de padecer la muerte. Pero, asociado al misterio pascual, configurado con la muerte de Cristo, llegará, corroborado por la esperanza, a la resurrección.
Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual.
Este es el gran misterio del hombre que la Revelación cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad. Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: Abba!,¡Padre!
Dudas
Si todos los hombres somos hermanos y la gracia de Dios llega a todos para que todos se salven, ¿para qué hace falta el bautismo?
Si un hombre de buena voluntad, aunque rechace a Jesucristo, se puede salvar, profese la religión que sea, ¿para qué sirven los misioneros y por qué murieron los mártires? ¿Sirve la Iglesia para algo o mejor la cerramos y construimos la nueva iglesia universal del Nuevo Orden Mundial que siga los dictados de la plutocracia mundialista y absorba, de alguna manera, todas las religiones del mundo en una sola?
Si en Cristo la naturaleza humana ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual y el Hijo de Dios se ha unido, en cierto modo, a todo hombre; si Cristo ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado, ¿significa que los hombres ya no nacen con el pecado original? ¿Ya no estamos sujetos a la concupiscencia que nos inclina al mal a todos? ¿Ya no hay pecados ni condenación, ni infierno? ¿Basta con ser buena persona y majete para salvarse? Lo pregunto porque el Syllabus, que señala los errores y perniciosas doctrinas reprobados y condenados por Su Santidad, dice lo siguiente:
XVI. En el culto de cualquiera religión pueden los hombres hallar el camino de la salud eterna y conseguir la eterna salvación.
(Encíclica Qui pluribus, 9 noviembre 1846)
(Alocución Ubi primum, 17 diciembre 1847)
Encíclica Singulari quidem, 17 Marzo 1856)
XVII. Es bien por lo menos esperar la eterna salvación de todos aquellos que no están en la verdadera Iglesia de Cristo.
(Alocución Singulari quadam, 9 diciembre 1854)
(Encíclica Quanto conficiamur 17 agosto 1863)
II
Dignitatis Humanae(Pablo VI, 7 de diciembre de 1965)
1. Los hombres de nuestro tiempo se hacen cada vez más conscientes de la dignidad de la persona humana, y aumenta el número de aquellos que exigen que los hombres en su actuación gocen y usen del propio criterio y libertad responsables, guiados por la conciencia del deber y no movidos por la coacción. Piden igualmente la delimitación jurídica del poder público, para que la amplitud de la justa libertad tanto de la persona como de las asociaciones no se restrinja demasiado. Esta exigencia de libertad en la sociedad humana se refiere sobre todo a los bienes del espíritu humano, principalmente a aquellos que pertenecen al libre ejercicio de la religión en la sociedad. Secundando con diligencia estos anhelos de los espíritus y proponiéndose declarar cuán conformes son con la verdad y con la justicia, este Concilio Vaticano estudia la sagrada tradición y la doctrina de la Iglesia, de las cuales saca a la luz cosas nuevas, de acuerdo siempre con las antiguas.
En primer lugar, profesa el sagrado Concilio que Dios manifestó al género humano el camino por el que, sirviéndole, pueden los hombres salvarse y ser felices en Cristo. Creemos que esta única y verdadera religión subsiste en la Iglesia Católica y Apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la misión de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: “Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado” (Mt., 28, 19-20). Por su parte, todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla.
8. Los hombres de nuestro tiempo son presionados de distintas maneras y se encuentran en el peligro de verse privados de su propia libertad de elección. Por otra parte, son no pocos los que se muestran propensos a rechazar toda sujeción bajo pretexto de libertad y a tener en poco la debida obediencia.
15. Es patente, pues, que los hombres de nuestro tiempo desean poder profesar libremente la religión en privado y en público; y aún más, que la libertad religiosa se declara como derecho civil en muchas Constituciones y se reconoce solemnemente en documentos internacionales.
Dudas
¿Antes de nuestros tiempos, los hombres no eran conscientes de su dignidad?
Ese concepto de «persona» no es católico. Ese es el concepto kantiano y moderno de «persona».
Según la filosofía moderna, la persona sería aquel ser humano autónomo, independiente y con capacidad de autodeterminación. Es el concepto liberal de «persona». La persona tiene unos derechos inalienables: libertad de conciencia, libertad religiosa, libertad de expresión, etc. Esta es la doctrina moderna de los derechos humanos. La dignidad de la persona depende de su autonomía y de su capacidad de autodeterminación. La persona es aquel ser humano capaz de tomar decisiones, actuar sin coacción alguna (ni siquiera de Dios), y ser responsable de sus actos. Por eso, los niños (nacidos o no), los dementes, los dependientes, los ancianos, carecen de dignidad y pueden y deben ser eliminados. Es la doctrina de Nietzsche. El hombre moderno quiere profesar la religión que prefiera o no profesar ninguna. Quieren tener libertad de conciencia.
Gregorio XVI señala en Mirari Vos:
10. De esa cenagosa fuente del indiferentismo mana aquella absurda y errónea sentencia o, mejor dicho, locura, que afirma y defiende a toda costa y para todos, la libertad de conciencia. Este pestilente error se abre paso, escudado en la inmoderada libertad de opiniones que, para ruina de la sociedad religiosa y de la civil, se extiende cada día más por todas partes, llegando la impudencia de algunos a asegurar que de ella se sigue gran provecho para la causa de la religión. ¡Y qué peor muerte para el alma que la libertad del error! decía San Agustín. Y ciertamente que, roto el freno que contiene a los hombres en los caminos de la verdad, e inclinándose precipitadamente al mal por su naturaleza corrompida, consideramos ya abierto aquel abismo del que, según vio San Juan, subía un humo que oscurecía el sol y arrojaba langostas que devastaban la tierra. De aquí la inconstancia en los ánimos, la corrupción de la juventud, el desprecio -por parte del pueblo- de las cosas santas y de las leyes e instituciones más respetables; en una palabra, la mayor y más mortífera peste para la sociedad, porque, aun la más antigua experiencia enseña cómo los Estados, que más florecieron por su riqueza, poder y gloria, sucumbieron por el solo mal de una inmoderada libertad de opiniones, libertad en la oratoria y ansia de novedades.
Y el Syllabus condena (LXXIX): Es sin duda falso que la libertad civil de cualquiera culto, y lo mismo la amplia facultad concedida a todos de manifestar abiertamente y en público cualesquiera opiniones y pensamientos, conduzca a corromper más fácilmente las costumbres y las ánimas, y a propagar la peste del indiferentismo.
(Alocución Nunquam fore, 15 diciembre 1856)
Efectivamente, la libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión conducen a la corrupción de las costumbres y de las almas. Mirad a vuestro alrededor.
Como dice León XIII en Libertas, son ya muchos los que, imitando a Lucifer, del cual es aquella criminal expresión: No serviré, entienden por libertad lo que es una pura y absurda licencia. Tales son los partidarios de ese sistema tan extendido y poderoso, y que, tomando el nombre de la misma libertad, se llaman a sí mismos liberales.
Así pues, acordemos con León XIII que «el núcleo esencial es el siguiente: es absolutamente necesario que el hombre quede todo entero bajo la dependencia efectiva y constante de Dios. Por consiguiente, es totalmente inconcebible una libertad humana que no esté sumisa a Dios y sujeta a su voluntad. Negar a Dios este dominio supremo o negarse a aceptarlo no es libertad, sino abuso de la libertad y rebelión contra Dios. Es ésta precisamente la disposición de espíritu que origina y constituye el mal fundamental del liberalismo.
III
Nostra aetate (Pablo VI, 28 de octubre de 1965)
1. En nuestra época, en la que el género humano se une cada vez más estrechamente y aumentan los vínculos entre los diversos pueblos, la Iglesia considera con mayor atención en qué consiste su relación con respecto a las religiones no cristianas. En cumplimiento de su misión de fundamentar la Unidad y la Caridad entre los hombres y, aún más, entre los pueblos, considera aquí, ante todo, aquello que es común a los hombres y que conduce a la mutua solidaridad.
Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y tienen también un fin último, que es Dios, cuya providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos, hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que será iluminada por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarán bajo su luz.
Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer, conmueven íntimamente su corazón: ¿Qué es el hombre, cuál es el sentido y el fin de nuestra vida, el bien y el pecado, el origen y el fin del dolor, el camino para conseguir la verdadera felicidad, la muerte, el juicio, la sanción después de la muerte? ¿Cuál es, finalmente, aquel último e inefable misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia donde nos dirigimos?
Así también las demás religiones que se encuentran en el mundo, se esfuerzan por responder de varias maneras a la inquietud del corazón humano, proponiendo caminos, es decir, doctrinas, normas de vida y ritos sagrados.
Dudas
¿Todos somos hermanos porque todos tenemos el mismo origen y el mismo fin? ¿Todas las religiones son igualmente valiosas para relacionarnos con Dios?
¿Para qué se encarnó el Hijo de Dios? ¿Para qué murió? ¿Para qué fundo la Iglesia Católica y para qué nos dio los sacramentos?
¿Es Cristo uno más entre otros muchos? ¿Vale lo mismo Cristo que Buda, Shiva, Krishna o Mahoma?
¿La búsqueda de la unidad y la caridad entre todos los hombres y los pueblos justifica el error, la apostasía, la herejía, el indiferentismo religioso…?
¿Es caridad ocultar la verdad? ¿Es caridad ocultar que no hay otro salvador y redentor de la humanidad que Jesucristo?
Si decimos que no hay otro Dios que Jesucristo, ¿estamos socavando la unidad entre los hombres y los pueblos?
Perdonen mi ignorancia. Y que Dios se apiade de mí.
33 comentarios
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Pedro L. Llera
Gracias, don Miguel. Pero de los pobres como usted es el Reino de los Cielos. Yo no sé nada que merezca la pena... Pero intento consolar a los que se encuentran como oveja sin pastor.
Rahner, Chardin, Lubac, Maritain...
La verdad que era incómodo defender la fe de la Iglesia ante el mundo moderno. Decidieron que ya era hora de terminar con aquello y el resultado lo tenemos ante nuestros ojos.
Ya lo advirtió la Virgen del Buen Suceso en Quito en 1604. Por culpa de la Jerarquía del sXX vendría lo que ha venido...
https://www.youtube.com/watch?v=9bOyF2FFkCg&t=600s
Detrás de todo, por muy escandaloso que nos pueda resultar, está la Misericordia de Dios. Sí, la Misericordia es escandalosa para muchos cristianos que le quieren poner un "tope" admisible, incluso el de la justicia (no hay más que volver a leer la parábola de hace un par de domingos, con el Señor que contrata jornaleros para su viña, y a todos les paga lo mismo). Sí, la misericordia se ríe de la justicia, pero no la vulnera; al contrario, la realiza, la perfecciona y la supera: da a cada uno lo que realmente le corresponde (y sólo Él sabe lo que a cada uno corresponde). Le dará a cada uno, según Su Promesa, lo que pactó con nosotros.
Jesucristo nació, murió y resucitó para salvar al mundo entero. Que no se pierda ni una gota de su Preciosísima Sangre.
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Pedro L. Llera
Sí, pero Dios no puede engañarnos ni engañarse. Ni puede cambiar de opinión.
«Quien crea y se bautice se salvará. Quien no crea se condenará» Mc. 16
Es Palabra de Dios.
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Pedro L. Llera
Esta prédica del Cantalamessa es herejía pura y dura. Dice que el «extra ecclesia nulla salus» ya no vale hoy en día. Ha cancelado un dogma, que no es cualquier cosa.
Le recuerdo lo que dice la Constitución Dógmática «Filius Dei» del Concilio Vaticano I:
Así pues, la doctrina de la fe que Dios ha revelado es propuesta no como un descubrimiento filosófico que puede ser perfeccionado por la inteligencia humana, sino como un depósito divino confiado a la esposa de Cristo para ser fielmente protegido e infaliblemente promulgado. De ahí que también hay que mantener siempre el sentido de los dogmas sagrados que una vez declaró la Santa Madre Iglesia, y no se debe nunca abandonar bajo el pretexto o en nombre de un entendimiento más profundo. «Que el entendimiento, el conocimiento y la sabiduría crezcan con el correr de las épocas y los siglos, y que florezcan grandes y vigorosos, en cada uno y en todos, en cada individuo y en toda la Iglesia: pero esto sólo de manera apropiada, esto es, en la misma doctrina, el mismo sentido y el mismo entendimiento».
Y añade:
3. Si alguno dijere que es posible que en algún momento, dado el avance del conocimiento, pueda asignarse a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido distinto de aquel que la misma Iglesia ha entendido y entiende: sea anatema.
Si no sólo se le da un sentido distinto al dogma, sino que encima se dice abiertamente que ese dogma ya no vale para hoy... apaga y vámonos. Cantalamessa es un hereje de tomo y lomo y con balcones a la playa.
Saludos
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La cita que le he puesto del Vaticano I es doctrina infalible y su no aceptación está castigada con anatema (con excomunión).
No se puede cambiar arbitrariamente el sentido de los dogmas y, mucho menos, derogarlos. Porque nadie tiene esa autoridad.
Un dogma es una verdad absoluta y absolutamente segura sobre la cual no se cierne ninguna duda. Una vez proclamado solemnemente, ningún dogma puede ser derogado o negado, ni por el Papa ni por decisión conciliar. Por eso, los dogmas constituyen la base inalterable de toda la Doctrina católica2 y cualquier católico está invitado a adherir, aceptar y creer en los dogmas de una manera irrevocable. El acceso a un Dogma es un acto volitivo, en consecuencia la relación con el dogma es un acto plenamente libre.
https://es.wikipedia.org/wiki/Extra_Ecclesiam_nulla_salus
Catecismo:
846 ¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo:
El santo Sínodo... basado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Cristo, en efecto, es el único Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. Él, al inculcar con palabras, bien explícitas, la necesidad de la fe y del bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el bautismo como por una puerta. Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella (LG 14).
847 Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia:
Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna (LG 16; cf DS 3866-3872).
848 "Aunque Dios, por caminos conocidos sólo por Él, puede llevar a la fe, 'sin la que es imposible agradarle' (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar" (AG 7)
De lo que no estoy tan segura, es de que todo el que manifieste una perspectiva, siempre en favor de la salvacion de las almas, acerca de cómo puede interpretarse un dogma sea un hereje. Más si tiene autoridad validamente conferida para ello. Como también me pregunto si a propósito de ese dogma cabe defender un concepto amplio de Iglesia, o si, por el contrario, lo hace para incluir única y exclusivamente a quienes han sido incorporados formalmente a Ella por el sacramento del baustisno, excluyendo incluso a quienes desean adherirse a Cristo y a sus enseñanzas y que, por razones geograficas, políticas, de cuna o por simple ignorancia, no han tenido posibilidad de acceder a dicho sacramento.
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Pedro L. Llera
https://www.acaprensa.com/cantalamessa-predica-que-se-puede-ser-salvo-fuera-de-la-iglesia-y-sin-la-fe-en-cristo/
Y mire lo que escribía San Francisco Javier:
"Muchos cristianos se dejan de hacer en estas partes, por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen. Muchas veces me mueve pensamientos de ir a los estudios de esas partes, dando voces, como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la universidad de París, diciendo en Sorbona a los que tienen más letras que voluntad, para disponerse a fructificar con ellas: ¡cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos!
Y así como van estudiando en letras, si estudiasen en la cuenta que Dios nuestro Señor les demandará de ellas, y del talento que les tiene dado, muchos de ellos se moverían, tomando medios y ejercicios espirituales para conocer y sentir dentro en sus ánimas la voluntad divina, conformándose más con ella que con sus propias afecciones, diciendo: "Señor, aquí estoy, ¿qué quieres que yo haga? Envíame adonde quieras; y si conviene, aun a los indios".
¡Cuánto más consolados vivirían, y con gran esperanza de la misericordia divina a la hora de la muerte, cuando entrarían en el particular juicio, del cual ninguno puede escapar, alegando por sí: "Señor, cinco talentos me entregaste, he aquí cinco más que he ganado con ellos"! Témome que muchos de los que estudian en universidades, estudian más para con las letras alcanzar dignidades, beneficios, obispados, que con deseo de conformarse con la necesidad que las dignidades y estados eclesiásticos requieren.
Está en costumbre decir los que estudian: deseo saber letras para alcanzar algún beneficio, o dignidad eclesiástica con ellas, y después con la tal dignidad servir a Dios. De manera que según sus desordenadas afecciones hacen sus elecciones, temiéndose que Dios no quiera lo que ellos quieren, no consintiendo las desordenadas afecciones dejar en la voluntad de Dios nuestro Señor esta elección. Estuve casi movido de escribir a la universidad de París, a lo menos a nuestro Maestre de Cornibus y al doctor Picardo, cuántos mil millares de gentiles se harían cristianos, si hubiese operarios, para que fuesen solícitos de buscar y favorecer las personas que no buscan sus propios intereses, sino los de Jesucristo."
Por eso le decía que esa conclusion no sólo no se opone, sino que se puede conciliar con el fragmento del Evangelio que usted mismo transcribió en su respuesta a mi primer comentario.
saludos
Pero quiero añadir una reflexión al debate. Cuando los Papas ejercen su triple munus (munera) de gobernar, santificar y enseñar no significa que estén dictando "verdades definitivas" o como queramos llamarlo. El Syllabus de Pío Nono es perfectamente válido: el Papa está ejerciendo su triple munera en un contexto histórico que es el que es, asistido por el ES. Pero Pío Nono no tiene intención de dictar una doctrina a la que todos los católicos de todos lo tiempos debamos dar nuestro asentimiento con fe católica, como si estuviera hablando ex Cathedra en el plano moral o doctrinal. Por poner un ejemplo más actual, la Centesimus Annus de San JP II hace un extraordinario análisis del cierre en falso de la segunda guerra mundial, donde las potencias occidentales abandonaron miserablemente a media Europa bajo la bota del comunismo soviético. Estoy del todo de acuerdo. Pero el Papa santo no está dictando, o recordando, ninguna verdad de fe o de moral a la que debamos prestar nuestro asentimiento, y puede ser lícito discrepar. No se vea ningún relativismo histórico en mis palabras. No hay que confundir planos.
Otra cosa bien distinta es cuando el Papa entra en contradicción con alguna verdad revelada o con el Magisterio peremne de la Iglesia, explícita o implícitamente (comunión divorciados, relaciones extramatrimoniales, Jesucristo que hierra, Escritura que no se puede citar materialente.... ), o simplemente emite una opinión personal (calentamiento global antropogénico, etc. ). No quiero alargarme. Solo una reflexión.
Lucía recuerda en su último mensaje que la Fe en Cristo es fundamental para salvarse. Tampoco veo yo contradicción. Pero bueno, mi formación ya saben, es mínima. De todos modos mi reflexión va por otro lado. Creo que hemos hecho demasiado hincapié en los posibles medios misteriosos que pueda tener Dios ante no cristianos ###faltando a nuestro deber de evangelizar###, de tan siquiera recordar, e incluso recordarnos a nosotros mismos, que solo Cristo salva. Los capítulos del catecismo puestos en las respuestas me parecen clarificadores. No podemos escondernos #en esos posibles caminos misteriosos de Dios para la Salvación de las Almas#, cuando el mandato a nosotros fue claro, predicar el Evangelio a toda criatura. Ansiar la Salvación propia y ajena. Creer, sin más, lavándonos así las manos, guardando cómodamente nuestra vida, que Dios lo hará todo (aunque así podría ser), nos pone a nosotros, al faltar a SU mandato en no pocas ocasiones, en un muy mal lugar. Seremos juzgados por ello. Tanto "razonar" por la posible Salvación de esos no cristianos. Y la nuestra? Estamos haciendo lo que se nos mandó?
Dicen que es muy complicada la evangelización en determinados ambientes. No lo sé. Pero pienso, acaso los primeros cristianos no estaban en ambientes similares en dificultad? Pedimos con Fe que Dios nos ilumine en esto?
¿O te da miedo tener un cura real delante, con un café en medio, porque no podrías decirle a la cara "hereje tú y todos desde 1950"?
Todo lo que planteas ya ha sido bien tratado: es la posibilidad de la salvación de los alejados y no bautizados, a través de Cristo por formas extraordinarias,que no obstan para que toda la Iglesia sea misionera y use los sacramentos como la forma ordinaria de salvar.
¿Es que no puede un hombre caminar por encima de las montañas y llegar a buen destino? Sí, pero es difícil. Lo ordinario es hacer buenas carreteras y vehículos que le ayuden a llegar al buen destino: esas carreteras son los sacramentos que Cristo nos dio.
¿Puede Dios llevar a buen destino a quien no camina siquiera? Sí, puede caer al rio y el río arrastrarlo con magulladuras al buen destino, y Dios así salva a ese y a otros por otras vías si quiere. Pero lo ordinario y lo que nos manda es hacer carreteras y vehículos.
El Buen Ladrón no estaba bautizado, pero conociendo a Cristo se unió a Él. Los Niños Santos Inocentes ni conocían ni deseaban a Cristo, pero se salvaron (Él los salvó, santificó). De verdad, en vez de airear por Internet, siéntese con café y un cura ortodoxo que conozca bien el Vaticano II y tome notas: imaginación tiene Dios para salvar.
Dios se parece más a un bombero rescatador que a un abogado buscando párrafos y precedentes.
El relativismo niega la existencia de verdades absolutas y de una moral válida para todos. Es ateo.
Una clásica opinión relativista respeta todos las religiones, porque si la persona cree en eso y le hace bien creer, entonces es bueno para esa persona.
A Dios lo están reemplazando por la palabra bueno o bondad, y a los mandamientos de Dios, por si la persona es buena a entender de la comunidad, si es así, tiene canilla libre de conductas.
Hay muchas preguntas que los progres omiten en su argumentación de que si todos somos hermanos, hijos del mismo Padre, y la gracia nos llega a todos....
Entre tantos, creo que podemos incluir, además de las que usted menciona:
¿Para que se encarnó Dios en la segunda persona de la Santísima Trinidad? Porque explicación que lo hizo para redimirnos parece inadecuada.
Dado que también son creaturas creadas por Dios, los ángeles son hermanos nuestros ¿También les llega la gracia a los ángeles caídos?
Siendo Satanás creatura, ¿podemos considerarla muestro hermano y llevarnos bien con él? El satanismo sería entonces una opción válida.
Y muchas otras preguntas se pueden hacer de las tonterías que dicen.
Un abrazo.
Hombre, pues si todos los hemos tenido durante mas de 60 años y mire donde estamos ahora, al borde del abismo. No confunda la imaginacion de Dios con la suya....
Otra cosa que me vino a la cabeza, mas breve: pienso que si una persona con poca formación, o que busque la fe, lee este artículo, en lugar de ayudarle le despistaría: Si el magisterio a partir del Vaicano II es falso, -o tiene muchas falsedades- la iglesia es falibe, y si es así, ¿que me garantiza que el anterior a ese Concilio sea verdadero?, es decir de sus dudas, me surgen otras nuevas a mi,
1. Cantalamessa es un progre de lo peor.
2. Absolutamente nadie ha "tratado bien" los temas planteados por don Pedro. La famosa " hermenéutica de la continuidad" es un oxímoron largamente refutado.
3. La Iglesia está como está, gracias a una larga lista de católicos acomplejados, particularmente de la Iglesia docente desde los años 60, por la sempiterna enemistad de la Iglesia con el mundo. Enemistad declarada por Cristo mismo y que nadie puede cambiar.
Las condenas de Pio IX no tienen nada que ver con las declaraciones de Juan Pablo II.
Pío IX condenó y anatematizó, con todo el poder de su munus. No cabe duda de la infalibilidad ejercida.
Ni Juan Pablo II, ni ninguno de los Papas post conciliares se ha atrevido a ejercer el Magisterio extraordinario ni a zanjar ni a imponer bajo pena alguna y esa es una actitud típicamente liberal e irenista.
Apunta al blanco equivocado.
Siendo miembro de la Iglesia discente, no me corresponde hacer hermenéutica alguna.
Sólo constato un hecho, hermenéutica es la palabra talismán de la progresía para transformar en bueno lo malo y viceversa. Su reacción lo evidencia.
Bien-mal; Luz-tinieblas; Verdad-mentira; Cielo-infierno; humildad-soberbia, gracia-pecado... Esas son las categorías que nos dio el Verbo. Así que, al igual que JDominguez, yo tampoco acepto que se trate de deslegitimar la predicación de un sacerdote por el lugar que creemos ocupa dentro del dichoso tándem "progresista-conservador", por la sencilla razón de que ésa es una categoría acuñada por el mundo. Y precisamente por eso, porque es una categoría del mundo puede (y suele) llevar a la equivocada conclusión de que encuentra matemática correspondencia con las anteriores. Cuando no es cierto.
Lo único que debe interesarnos es si un pastor está o no en el Señor, es decir, si se acuesta y se levanta con Cristo, por Él y en Él. Y Cantalamessa, que es un pecador como cualquiera de nosotros, lo está. Y hasta las trancas.
Así que, pese a sus peros, y a qué va a pensar el que lee sobre los errores y derivas al precipicio después del CV II, no hacen que las dos afirmaciones anteriores sean plenamente correctas.
Ratzinger sabía mucho, pero éso es un aspecto. No era un dios. Era un criatura.
La verdad es la verdad, la diga quién la diga. Sino falacia de autoridad.
Seguimos a Jesucristo y a su Revelación.
Y hay modernismo. Tal es así que San Pío X promulgó una renuncia al modernismo, por ser éste un cúmulo de herejías. Así que llamar progresista, modernista, etc. es válido porque existe.
No sé de dónde dice Ud. que son categorías mundanas, si son católicos fieles los que las usan.
Sí, sé que existe el modernismo. Pero sólo hay dos banderas (dos bandos): la de Cristo y la del enemigo.
En temas de teología hay que tener cuidado a quien escuchamos. Un blog seguro es el del padre Iraburu.
Hay que tener cuidado de los lobos disfrazados de ovejas, y de los que predican otro evangelio.
Hay gente que tiene gran facilidad de envolver con falacias y pueden hablar largo tiempo sin decir nada. La ambigüedad es el lenguaje del Maligno.
Por otra parte, todos estamos escandalizados con lo que sucede en esta época de la iglesia, y nos duele.
Es cierto que se está con Cristo o contra Cristo, muy cierto.
Es bueno leer el Evangelio. Ahí habla que hay hijos de Dios e hijos de las tinieblas. La misericordia y la justicia son todos misterios para nosotros. Nadie sabe los designios de Dios. San Pablo nos pide que no nos dejemos engañar.
BXVI es considerado un gran sabio, pero renunció.
La erudición es una palabra, la santidad, otra.
Un Santo es antetodo un sabio, por saber elegir el camino que lleva al Cielo. Lo demás no interesa. Todo es vanidad. Benedicto XVI era sabio y santo. Lo demás, del como fue desalojado del trono, ahora no interesa. Ya ha pasado. Con el tiempo se sabrá todo
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