La Constitución, la Escuela Católica y el Cheque Escolar
La autonomía moral es la gran mentira, la verdadera autopista hacia el infierno: seréis como Dios. La idea de libertad como absoluta independencia, como absoluta autonomía, es absurda y falsa. La pretendida autonomía moral es el gran pecado, la gran mentira. Y esto es así porque el hombre es criatura (creatura) que nace, vive y muere en las manos de Dios. Somos profundamente dependientes del amor de Dios. Somos contingentes. Estamos aquí de paso. Esta vida terrenal es una mala noche en una mala posada… Y los que predican la autonomía del hombre son, en realidad, hijos de la Serpiente del Paraíso, hijos del Padre de la Mentira, porque nadie hay que pueda vivir al margen de Dios y de su Divina Providencia. La vida no es puro azar: no es un absurdo cruel lleno de casualidades. La vida está llena de causalidades. Y la Causa Primera y Última es Dios, es Cristo.
La autonomía es cosa de idealistas alemanes. La escuela nihilista es un antro que está desembocando en una pandemia de suicidios.
Leo en InfoCatólica:
El cardenal Omella señaló esta mañana que «observamos que el modelo educativo vigente no asegura adecuadamente la libertad de las familias y la neutralidad del Estado» garantizadas por nuestra Constitución.
«¿No podría ser el cheque escolar la verdadera neutralidad y libertad que pedimos a la Administración competente?»
La educación española está echada a perder. Dice el cardenal que nuestra Constitución garantiza la neutralidad del Estado. Error. En realidad, la Constitución garantiza que el gobierno de turno pueda hacer lo que le dé la gana, siempre que tenga la mayoría parlamentaria necesaria para hacerlo. El Tribunal Constitucional acaba de avalar, por ejemplo, la LOMLOE. Pero mañana ganará la derecha liberal impía y cambiará otra vez la ley de educación y cambiarán las mayorías en el Constitucional y las nuevas leyes serán tan constitucionales como las anteriores. Llevamos así desde el 78. Ya hemos perdido la cuenta de las leyes educativas aprobadas y derogadas en los últimos cincuenta años.
La Constitución, siguiendo a León XIII en la Encíclica Libertas, coloca la causa eficiente de la comunidad civil y política, no en un principio exterior o superior al hombre, sino en la libre voluntad de cada uno; deriva el poder político de la multitud como de fuente primera. Y así como la razón individual es para el individuo en su vida privada la única norma reguladora de su conducta, de la misma manera la razón colectiva debe ser para todos la única regla normativa en la esfera de la vida pública. De aquí el número como fuerza decisiva y la mayoría como creadora exclusiva del derecho y del deber.
La Constitución establece la soberanía nacional que niega la obediencia debida a la divina y eterna razón y declarándose a sí misma independiente, se convierte en sumo principio, fuente exclusiva y juez único de la verdad. Y así, cuando la mayoría considera que el aborto o la eutanasia o cualquier tipo de aberración son derechos humanos que hay que proteger, se aprueban leyes inicuas que legalizan tales monstruosidades, al margen de la ley de Dios e incluso de la ley natural.
La libertad y la neutralidad que supuestamente debería garantizar la Constitución no existen. Ni existirán. Las masas impías y apóstatas que votan y eligen a los políticos que nos desgobiernan no son neutrales ni tienen la menor intención de respetar la libertad de los padres. Al contrario. Presumen y se jactan públicamente de adoctrinar a los niños, sin que sus padres puedan hacer nada por impedirlo. En el siguiente enlace tienen ustedes un video muy ilustrativo:
Un profesor comunista transexual a los padres que se quejan de que adoctrina: «¡os jodéis!»
Un sistema liberal respetaría la libertad religiosa y de conciencia para que todos pudieran optar a tener una escuela adecuada a su religión, a su filosofía o a su ideología. Así, podría haber escuelas católicas, protestantes, islámicas, liberales o comunistas. Y cada cual elegiría la que mejor le pareciera. Como en un supermercado. Ese es el estilo norteamericano o americanismo: todas las ideologías y todas las religiones son igualmente buenas.
Pero las leyes educativas españolas siempre han sido terriblemente intervencionistas y no dejan ningún cabo suelto: especifican los contenidos, los objetivos, las competencias, los criterios de evaluación… Todo. La autonomía de los centros queda reducida a cero.
El ideal liberal sería que el Estado sólo estableciera unos objetivos y unos contenidos mínimos en cada etapa. Y que cada escuela se organizara a su modo, con un sistema de evaluación objetivo al final de cada etapa para garantizar que esos contenidos mínimos se han alcanzado. Por ejemplo, que todos los niños al final de la Primaria sepan sumar, restar, multiplicar y dividir; hacer una redacción y escribir un dictado sin faltas de ortografía. Que saben algo de Geografía, de Historia, de idiomas extranjeros, etc.
La libertad de las familias para elegir colegio sería así similar a la libertad que ofrece el llamado «pin parental», que garantiza que los padres puedan ejercer una objeción de conciencia ante determinados contenidos que, desde un punto de vista moral, puedan chocar con sus convicciones religiosas.
Sin embargo, la inmoralidad es un mal. Y el mal y el error no tienen derechos. Lo que es malo es malo para todos, aunque el relativista diga que eso es según se mire. El libertinaje, la banalización del sexo; el fomento de la depravación, de la promiscuidad y de la degeneración no es un bien, sino un mal evidente para todos menos para los enfermos de liberalismo. Acabar con la inocencia de los niños y pervertirlos en las escuelas es un mal. Dar acceso a un niño a Internet con datos ilimitados es un mal, porque acabará viendo toda clase de videos pornográficos y esa será (lo está siendo ya) su educación sexual. Pero la educación consiste en conducir y acompañar al niño para que llegue a ser un adulto virtuoso: no para que sea un adulto indecente, inmoral y degenerado. La educación debe conducir al hombre al cielo, que es el fin para el que ha sido creado. Si la escuela conduce al niño a convertirse en un desgraciado, esa escuela no educa, sino que pervierte; no conduce al niño al fin para el que ha sido creado, sino que lo lleva a su perdición.
Inmortale Dei contra el liberalismo
La Constitución no es la solución: es el problema. Y eso es así se pongan como se pongan los neocones, los demócratas cristianos o los católicos liberales.
El Papa León XIII, en su Encíclica Inmortale Dei, señala que
«el Estado tiene el deber de cumplir por medio del culto público las numerosas e importantes obligaciones que lo unen con Dios. La razón natural, que manda a cada hombre dar culto a Dios piadosa y santamente, porque de Él dependemos, y porque, habiendo salido de Él, a Él hemos de volver, impone la misma obligación a la sociedad civil. Los hombres no están menos sujetos al poder de Dios cuando viven unidos en sociedad que cuando viven aislados. La sociedad, por su parte, no está menos obligada que los particulares a dar gracias a Dios, a quien debe su existencia, su conservación y la innumerable abundancia de sus bienes. Por esta razón, así como no es lícito a nadie descuidar los propios deberes para con Dios, el mayor de los cuales es abrazar con el corazón y con las obras la religión, no la que cada uno prefiera, sino la que Dios manda y consta por argumentos ciertos e irrevocables como única y verdadera, de la misma manera los Estados no pueden obrar, sin incurrir en pecado, como si Dios no existiese, ni rechazar la religión como cosa extraña o inútil, ni pueden, por último, elegir indiferentemente una religión entre tantas. Todo lo contrario. El Estado tiene la estricta obligación de admitir el culto divino en la forma con que el mismo Dios ha querido que se le venere. Es, por tanto, obligación grave de las autoridades honrar el santo nombre de Dios. Entre sus principales obligaciones deben colocar la obligación de favorecer la religión, defenderla con eficacia, ponerla bajo el amparo de las leyes, no legislar nada que sea contrario a la incolumidad de aquélla. Obligación debida por los gobernantes también a sus ciudadanos. Porque todos los hombres hemos nacido y hemos sido criados para alcanzar un fin último y supremo, al que debemos referir todos nuestros propósitos, y que colocado en el cielo, más allá de la frágil brevedad de esta vida. Si, pues, de este sumo bien depende la felicidad perfecta y total de los hombres, la consecuencia es clara: la consecución de este bien importa tanto a cada uno de los ciudadanos que no hay ni puede haber otro asunto más importante. Por tanto, es necesario que el Estado, establecido para el bien de todos, al asegurar la prosperidad pública, proceda de tal forma que, lejos de crear obstáculos, dé todas las facilidades posibles a los ciudadanos para el logro de aquel bien sumo e inconmutable que naturalmente desean. La primera y principal de todas ellas consiste en procurar una inviolable y santa observancia de la religión, cuyos deberes unen al hombre con Dios».
Y continúa el Santo Padre:
Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad. La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los magistrados.
Sin embargo, el pernicioso y deplorable afán de novedades promovido en el siglo XVI, después de turbar primeramente a la religión cristiana, vino a trastornar como consecuencia obligada la filosofía, y de ésta pasó a alterar todos los órdenes de la sociedad civil. A esta fuente hay que remontar el origen de los principios modernos de una libertad desenfrenada, inventados en la gran revolución del siglo pasado y propuestos como base y fundamento de un derecho nuevo, desconocido hasta entonces y contrario en muchas de sus tesis no solamente al derecho cristiano, sino incluso también al derecho natural.
El principio supremo de este derecho nuevo es el siguiente: todos los hombres, de la misma manera que son semejantes en su naturaleza específica, son iguales también en la vida práctica. Cada hombre es de tal manera dueño de sí mismo, que por ningún concepto está sometido a la autoridad de otro. Puede pensar libremente lo que quiera y obrar lo que se le antoje en cualquier materia. Nadie tiene derecho a mandar sobre los demás. En una sociedad fundada sobre estos principios, la autoridad no es otra cosa que la voluntad del pueblo, el cual, como único dueño de sí mismo, es también el único que puede mandarse a sí mismo. Es el pueblo el que elige las personas a las que se ha de someter. Pero lo hace de tal manera que traspasa a éstas no tanto el derecho de mandar cuanto una delegación para mandar, y aun ésta sólo para ser ejercida en su nombre.
Queda en silencio el dominio divino, como si Dios no existiese o no se preocupase del género humano, o como si los hombres, ya aislados, ya asociados, no debiesen nada a Dios, o como si fuera posible imaginar un poder político cuyo principio, fuerza y autoridad toda para gobernar no se apoyaran en Dios mismo. De este modo, como es evidente, el Estado no es otra cosa que la multitud dueña y gobernadora de sí misma. Y como se afirma que el pueblo es en sí mismo fuente de todo derecho y de toda seguridad, se sigue lógicamente que el Estado no se juzgará obligado ante Dios por ningún deber; no profesará públicamente religión alguna, ni deberá buscar entre tantas religiones la única verdadera, ni elegirá una de ellas ni la favorecerá principalmente, sino que concederá igualdad de derechos a todas las religiones, con tal que la disciplina del Estado no quede por ellas perjudicada. Se sigue también de estos principios que en materia religiosa todo queda al arbitrio de los particulares y que es lícito a cada individuo seguir la religión que prefiera o rechazarlas todas si ninguna le agrada. De aquí nacen una libertad ilimitada de conciencia, una libertad absoluta de cultos, una libertad total de pensamiento y una libertad desmedida de expresión.
La Iglesia no puede aprobar una libertad que lleva al desprecio de las leyes santísimas de Dios y a la negación de la obediencia debida a la autoridad legítima. Esta libertad, más que libertad, es licencia. Y con razón la denomina San Agustín libertad de perdición y el apóstol San Pedro velo de malicia. Más aún: esa libertad, siendo como es contraria a la razón, constituye una verdadera esclavitud, pues el que obra el pecado esclavo es del pecado. Por el contrario, es libertad auténtica y deseable aquella que en la esfera de la vida privada no permite el sometimiento del hombre a la tiranía abominable de los errores y de las malas pasiones y que en el campo de la vida pública gobierna con sabiduría a los ciudadanos, fomenta el progreso y las comodidades de la vida y defiende la administración del Estado de toda ajena arbitrariedad. La Iglesia es la primera en aprobar esta libertad justa y digna del hombre. Nunca ha cesado de combatir para conservarla incólume y entera en los pueblos. Los monumentos históricos de las edades precedentes demuestran que la Iglesia católica ha sido siempre la iniciadora, o la impulsora, o la protectora de todas las instituciones que pueden contribuir al bienestar común en el Estado. Tales son las eficaces instituciones creadas para coartar la tiranía de los príncipes que gobiernan mal a los pueblos; las que impiden que el poder supremo del Estado invada indebidamente la esfera municipal o familiar, y las dirigidas a garantizar la dignidad y la vida de las personas y la igualdad jurídica de los ciudadanos.
¿Queda suficientemente clara la condena de la Iglesia a los regímenes constitucionales liberales? La Iglesia no puede aprobar una libertad que lleva al desprecio de las leyes santísimas de Dios. Punto.
La piedad y la Escuela Católica
Desde una perspectiva liberal, el cardenal Omella tiene razón: el cheque escolar puede garantizar que cada padre elija y financie con libertad el colegio que más se adapte a sus principios religiosos, filosóficos o ideológicos. Y los colegios tendrían todos las mismas oportunidades y recibirían la financiación mayor o menor en función de la cantidad de familias que eligieran ese colegio: es la ley de la oferta y la demanda. Un colegio muy demandado tendrá más financiación que uno con pocas solicitudes. A este modo de financiación se le podrían poner todos los factores correctores necesarios para garantizar que los niños que viven en pueblos escasamente poblados tuvieran los mismos derechos y las mismas oportunidades que los que viven en las ciudades.
Pero, de cualquier manera, el cardenal adolece de un falso optimismo al creer que los colegios católicos van a tener siempre más demanda que las escuelas públicas, cuando el proceso de apostasía y degeneración de la sociedad española cada día aleja más a los españoles de cualquier realidad que tenga que ver con la Iglesia o con Dios. Por eso los colegios nominalmente católicos hace tiempo que han dejado de ser sustancialmente católicos: para no ahuyentar a la clientela. Y así, se han convertido la mayoría de ellos en antros infectos de ideología de género, de agendas masónicas 2030, de pacifismos de chichinabo y de ecologismos maltusianos. La mayor parte de los colegios católicos ya no son templos que buscan la salvación de las almas, sino antros de perdición, de adoctrinamientos y de perversión de las almas de los niños. Un asco. La escuela que no es templo es antro.
El problema no está en el modo de financiación de los centros educativos: el problema es el sistema liberal que aparta al hombre de Dios, rebelándose contra su Creador. Y quien no lo vea o no lo quiera ver es porque está enfermo de liberalismo. Y el pecado ciega el entendimiento.
No basta con el cheque escolar. Haría falta libertad para que cada centro pudiera organizar su propio plan de estudios (su currículo), determinar la metodología que le parezca mejor y establecer los contenidos y los objetivos que quiera, en función de su ideario. Sería necesario que la piedad y la caridad movieran los corazones de los maestros y de los alumnos y que toda la vida de la escuela estuviera empapada de la fragancia de Cristo.
Así lo explica Pío XI, en la Encíclica Divini Illius Magistri:
65. Porque no basta el mero hecho de que en la escuela se dé la instrucción religiosa (frecuentemente con excesiva parquedad) para que una escuela resulte conforme a los derechos de la Iglesia y da la familia cristiana y digna de ser frecuentada por los alumnos católicos. Ya que para este fin es necesario que toda la enseñanza, toda la organización de la escuela —profesorado, plan de estudios y libros— y todas las disciplinas estén imbuidas en un espíritu cristiano bajo la dirección y vigilancia materna de la Iglesia, de tal manera que la religión sea verdaderamente el fundamento y la corona de la enseñanza en todos sus grados, no sólo en el elemental, sino también en el medio y superior. «Es necesario —para emplear las palabras de León XIII— no sólo que durante ciertas horas se enseñe a los jóvenes la religión, sino que es indispensable, además, que toda la formación restante exhale la fragancia de la piedad cristiana. Si esto falta, si este aliento sagrado no penetra y enfervoriza las almas de los maestros y de los discípulos, resultarán bien escasos los frutos de esta enseñanza, y frecuentemente se seguirán no leves daños» (León XIII, Enc. Militantis Ecclesiae, 1 de agosto de 1897: ASS 30. 1897).ç
El problema de la financiación de la escuela católica es importante pero secundario. Poco más da el cheque escolar que los conciertos, siempre y cuando esa financiación sea justa y suficiente para el normal funcionamiento de las escuelas: esa financiación hoy no es justa ni suficiente. El cheque escolar podría ser una solución a ese problema, si a todas las escuelas se les paga lo mismo por cada puesto escolar. Pero si las escuelas católicas no están imbuidas del espíritu cristiano, de la piedad y de la caridad, mejor las cerramos. Porque una escuela que se dice católica y que está corrompida de impiedad y de ideologías enemigas de Cristo no puede dar frutos buenos, sino venenosos. Y no educará hombres y mujeres virtuosos, sino impíos y apóstatas.
15 comentarios
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Pedro L. Llera
Los católicos estamos en guerra permanente contra los enemigos del alma: el mundo, el demonio y la carne. El combate contra el pecado ha de ser permanente hasta que vuelva nuestro Señor Jesucristo.
Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos.
1 Timoteo 6, 12
10 Y ahora, hermanos, busquen su fuerza en el Señor, en su poder irresistible. 11 Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes contra los engaños del diablo. 12 Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea. 13 Por eso, tomen toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan resistir en el día malo y, después de haberse preparado bien, mantenerse firmes.
14 Así que manténganse firmes, revestidos de la verdad y protegidos por la rectitud. 15 Estén siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz. 16 Sobre todo, que su fe sea el escudo que los libre de las flechas encendidas del maligno. 17 Que la salvación sea el casco que proteja su cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo. 18 No dejen ustedes de orar: rueguen y pidan a Dios siempre, guiados por el Espíritu. Manténganse alerta, sin desanimarse, y oren por todo el pueblo santo.
Efesios 6, 10-18
Ayer justamente leí en ReL sobre el homeschooling. En mi momento lo descarté con mi hijo mayor porque no me veía capaz de hacerle frente aún estando en casa. Además no comparto todos sus presupuestos. Pero quizá sea el futuro de los católicos que queden (si continúa la persecución), que podrán poco a poco, si realmente no les interesa seguir a merced del gobierno de turno, ir estableciendo verdaderas comunidades católicas/cristianas, que quizá sean el nuevo germen del futuro de escuelas realmente católicas. En España, por supuesto, no reconocido legalmente. Pero posible. Por mi parte voy reeducando en casa cuando les sueltan algo #los de os jodeis#.
El liberalismo que definen como pecado, podría ser ahora el camino por el que poder defender "lo nuestro", el querer vivir alejados del pecado, al estilo primeros cristianos, o no? Aunque realmente parece estar derivando en un totalitarismo por el que el cristianismo está de facto perseguido.
Yo personalmente nunca he estado a favor de que el Estado regule la educación, porque al final el resultado es que los colegios acaban enseñando la ideología oficial del momento. Los obispos pueden pedir cheques, pin parental o todo lo que quieran, pero mientras el Estado regule los contenidos de lo que se enseña, de poco va a servir. Por eso, creo que no tiene sentido que pidan financiación pública para la educación pero al mismo tiempo libertad. Donde un político pone dinero, él impone las condiciones.
Hubo una época en la que la educación española brillaba sin necesidad de ministerios ni leyes educativas, y la Iglesia se encargaba de enseñar a los pobres. Sé que estamos lejos de poder volver a ese modelo, pero desde luego nuca lo vamos a conseguir si no empezamos. Y un buen punto de partida podrían ser los colegios de órdenes que una vez se dedicaron a la educación, mientras ahora no hacen otra cosa que cobrar el concierto y contar billetes.
En el mundo hay bien y hay mal, hay buenos y hay malos. Hace ya mucho que el Estado moderno está controlado por gente muy materialista, no cristiana, de tendencia psicópata e inspiración satánica (aborto, corrupción de menores, cristianofobia... ). Lo de libertad, democracia, derechos... no es más que propaganda barata, cada vez se amoldan y se reforman el aparato estatal más a su gusto en contra del pueblo al que debieran servir, y del que se sirven cada vez con más desvergüenza.
Esta corrupción del Estado, unido al influjo satánico que se ha hecho con los mandos en la estructura del Vaticano ("el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia") por cuya malévola acción vemos a nuestros obispos y sacerdotes encamados con los corruptores del Estado (vemos por ejemplo, la JMJ de este año promocionar la Agenda 2030 tal como lo hace el Foro de Davos o Pedrito Sánchez), es la razón por la que estamos siendo aplastados por el rodillo tiránico de la ideología satánica actual, nadie la frena ¿Habrá sido removido el katejon?
El señorito de Escuelas católicas, el de la foto, ha osado firmar un acuerdo educativo con colectivos que promueven la desobediencia de Dios, que promueven el desacato de los diez mandamientos, y aquí, señores, no pasa nada, nadie abre la boca, los padres ni se inmutan, y los niños tienen que pasar por el rodillo del adoctrinamiento sexual: todo está bien, todo vale, todos somos hijos queridos por Dios, etc, etc... valiéndose del relativismo moral reinante y del buenismo de Estado para meter mentira y vicio en los niños, y destruirles la vida, cerrando su camino al cielo, y nadie abre la boca.
Estos temas me calientan mucho, y me hacen caer en el pecado de la ira, pero Jesús dijo que hasta las piedras gritarían.
Señor Llera, no deje de expresar su visión crítica, pues si no fuera por quienes denuncian en público todo lo que está pasando entonces sí que podríamos abandonar toda esperanza. En medio del letargo y la alienación generalizada, decir la verdad es más necesario que nunca.
Gracias.
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Pedro L. Llera
Gracias a usted.
Una observación: lea con tranquilidad el primer capítulo de la Carta a los Romanos y encontrará usted la mejor descripción de la apostasía que estamos sufriendo hoy en nuestro mundo. La ira no siempre es pecado. Dios mismo se encoleriza ante el pecado y la apostasía. A veces, lo que puede ser pecado es no encolerizarse ante el mal.
La cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles.
Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén.
Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío.
Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados, los cuales, conociendo la sentencia de Dios que quienes tales cosas hacen son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que aplauden a quienes las hacen.
La mayoría de centros “católicos” de infantil y primaria que están a nuestro alrededor se dedican a preparar carnavales y «halloween», a dar charlas sobre sostenibilidad, instruir sobre el uso del contenedor marrón y organizar happenings para cosas como “la jornada mundial de la paz” o pintar murales gigantes para el 8M. Un desastre. Ya en el aula, los ponen a rellenar fichas, siempre conectados a la maldita tablet. Jugar en el patio, rasparse las rodillas y pintar con témpera es antiguo. Dejar que los niños sean niños no es progreso. Llevarlos a misa, lo justo.
Ni siquiera las enseñanzas libres se libran. Han extirpado el catolicismo de María Montessori, sustituyéndolo por el marxismo de Paulo Freire. Quizá la pedagogía Waldorf, que al menos inculca valores trascendentes más o menos basados en el cristianismo… Pero no deja de ser algo peligroso si los padres no están muy pendientes.
Salviano de Marsella relata cómo los ciudadanos romanos huían al campo y a territorios en manos de los godos para no estar sometidos al pago de impuestos y a la injusticia devoradora de los últimos coletazos del Imperio en descomposición.
¿Hay en España familias dispuestas a establecer pequeñas comunidades de católicos donde podamos compartir la educación y revitalizar zonas olvidadas? Si alguien está dispuesto o conoce alguna iniciativa, que cuente con nosotros.
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Pedro L. Llera
La guerra es contra los enemigos del alma: el mundo, el demonio y la carne. No contra ningún gobierno. Como usted mismo dice, su nivel de comprensión lectora «es para mear y no echar gota».
Con respecto a su pregunta sobre el liberalismo, yo diría que la respuesta es no. Es cierto que ahí puede haber opiniones, por ejemplo en Rod Dreher en La Opción Benedictina plantea algo similar: ya que hemos perdido la batalla de la vida pública, centrémonos en luchar por un modelo donde cada uno tenga un espacio de libertad, así la Iglesia podrá sobrevivir al menos.
Yo disiento. Es cierto que el liberalismo, en teoría, respeta la libertad religiosa. Y en la práctica, los liberales de hoy son menos anticatólicos que los socialistas. Pero no olvidemos dos cosas: primero, el socialismo es hijo del liberalismo, así que no tendría sentido tomar como solución lo que en realidad es una de las causas del problema. Segundo, los regímenes liberales son los creadores del Estado y la educación pública, los que nos han hecho creer que por algún motivo es bueno que un político pueda controlar la formación de conciencias de los futuros votantes. Ese consenso es lo que hoy permite corromper a los niños con la ideología de género, por ejemplo. También en este sentido, ellos son la causa del problema, no la solución.
Sé que sobre el papel los liberales defienden la libertad, pero tanto como los socialistas dicen defender la sociedad. La cuestión es que a los políticos hay que juzgarlos por lo que hacen, no por lo que prometen. Y lo que han hecho hasta ahora, tanto liberales como socialistas, es un horror
¿Ya te queda claro o te pongo ejemplos?
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Pedro L. Llera
Un abrazo y muchas gracias.
Los suicidios crecen porque la felicidad es cada vez menor.
El disfraz es la libertad para ser feliz.
Pues bien, desde la libertad, mi reivindicación es que un niño puro, guiado por la Sabiduría y Amor de unos padres con Valores Cristianos, es mucho más feliz que un niño guiado por el NOM y la Agenda 2030.
Como todos los padres y el gobierno queremos la felicidad de nuestros niños y tenemos derecho a una educación en favor de la felicidad desde el respeto mutuo, que haya libertad de elección en las escuelas.
Así tenemos dos maneras de enfocar la educación :
1) Desde las tesis del NOM y Agenda 2030.
2) Desde la experiencia de los Valores Cristianos.
Creo que es necesario buscar la forma de articular el cheque escolar. Pero lo más importante es hacer un llamamiento a la sinceridad.
Las preguntas en los debates deberían ser (entre otras):
¿Tenemos derecho a creer que la felicidad de nuestros hijos es muy importante?
¿Tenemos derecho a enfocar su educación desde los Valores Cristianos ?
Desde la TV los debates serían defender que los niños deben mantener su pureza, o bien todo lo contrario, que deben perderla desde muy pequeños y todo tipo... de "aberraciones". A partir de ahí desde la libertad y buscando la felicidad y el derecho a ser felices que cada familia: decida.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía.
No obstante, Pío XII afirmaba: “En la noche que ha caído sobre el mundo y que oprime los corazones, hay señales claras de un Alba que vendrá a la que besará un Sol nuevo y más esplendoroso”.
La causa del derrumbe del mundo actual , de la moderna Babilonia, es la oscuridad de las inteligencias y voluntades ante el irracionalismo-nihilista-ateo con sus implicancias de corrupción, herejías y apostasía.
El demonio arrasa cuanto puede en su retirada de derrota. El mundo va a la deriva hacia su auto-destrucción.
Por esto, Cristo envía a Su Madre para ayudarnos en medio del naufragio. Hay quienes responden y quienes no, a los llamados de la Virgen.
Jesús nos dice en uno de sus numerosos Mensajes mensuales dados en San Nicolás durante ya casi cuarenta años: “Ha venido el Día. ¿Y no lo ven? Ha venido la Misericordia ¿Y no la aceptan?”.
Despertemos ante los llamados de Cristo y de Su Madre. “A la maldad, pisadla, y la destruiréis, Eso debéis hacer, pisarla” (Mens. de Jesús en S. Nicolás).
Examinemos algunas cuestiones que echan buena luz para apuntar hacia nuevos horizontes más allá de los escombros arrojados por el demonio para entorpecer el camino de los cristianos.
1 – La Sagrada Liturgia podría celebrar una Solemnidad y su Tiempo correspondiente en honor, gratitud y glorificación al Padre Eterno por su Obra de la Creación-Redención. Sorprende este vacío en el Ciclo Anual. Hay disponibles 33 a 34 semanas, según el año, que corresponden al Tiempo Ordinario, entre el Tiempo de Pascua y el Adviento. Bien pueden destinarse a celebrar la Persona del Padre.
2 – Incorporar a las celebraciones anuales de la Liturgia los Santos del Antiguo Testamento.
3 – Proclamar que el Reino de Cristo Rey del Universo que sembró en la Tierra como grano de mostaza comprende el cosmos total, conocido y no conocido.
4 – Por lo cual la Tierra ha sido consagrada por Cristo como Centro ontológico-teológico del cosmos, desde el cual la Iglesia debe llevar adelante su Misión Evangelizadora y librar los mundos y espacios siderales de la usurpación del demonio, a fin de edificar de modo creciente el Reino.
5 – La Iglesia Madre y Maestra es fuente de sabiduría, santidad, armonía y poder que proceden del Abismo del Logos Creador-Redentor.
Frente al mundo ateo, debe enseñar que las cosas materiales singulares, concretas, están constituidas en su última realidad ontológica por la participación en la Inteligibilidad Suma del Verbo Creador-Redentor Jesucristo, de lo que se sigue que el universo no es profano sino sacro e inefable; no inerte, sino viviente; sobre-racional y trascendente.
Son algunas de las cuestiones que ayudan a comprender los nuevos horizontes de los “tiempos de María” ya iniciados.
La humanidad está llamada, tras su conversión, a constituir la gran familia de los hijos de Dios. Sólo así podrá la cristiandad encarar tareas propias del todo, que ninguna de las partes puede realizar por sí misma.
Y esa humanidad convertida bajo la Luz de la Gloria de Cristo irradiada por la Aurora de María manifestará de modo creciente nuestro “hombre nuevo”, mientras se extingue inexorablemente el “hombre viejo del pecado”. Porque, como nos enseña San Pablo: “vuestra Vida que es Cristo permanece oculta con Cristo en Dios, cuando Él se manifieste, entonces también vosotros os manifestaréis en gloria con Él” (Col 3, 4).
La naturaleza y magnitud de las tareas a realizar en los tiempos nuevos que se han iniciado junto con el triunfo del Corazón Inmaculado de María en el mundo, superan las expectativas racionales-empíricas que la ciencia y la técnica actuales pueden prever.
Se no fuera la caridad de Cristo que nos vivifica, el páramo del mundo resultaría un ámbito desolado para quienes contemplan la realidad desde las cumbres de los tiempos nuevos.
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