Entre Tinieblas
Yo me refugio en Ti, Señor,
¡que nunca tenga que avergonzarme!
Por tu justicia, líbrame y rescátame,
inclina tu oído hacia mí, y sálvame.
Está todo muy oscuro. ¡Cuánta soledad! Ni tus amigos te acompañan. Te has quedado solo. Ni los más cercanos te entienden. Nadie entiende nada. ¡Cuánta angustia! Hay tanto pecado alrededor… Las sombras de muerte te rodean.
Padre, ojalá no tuviera que pasar este mal trago. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Si mi Padre quiere que pase por la cruz, pasaré. Pero dame fuerzas, Papaíto mío. Me duele el corazón con tanta angustia…
Soledad, tristeza, agonía… Una ansiedad mortal. Una agonía atroz. La espera se hace interminable. Vendrán y me prenderán. Sé que me golpearán, que me escupirán, que me desfigurarán, que me molerán a golpes, que me flagelarán. Sé que se burlarán de mí, que me humillarán. Se reirán de mí. Me despreciarán. Y nadie me entiende. Nadie se da cuenta de que, para acabar con el pecado, tengo que morir en la cruz. Como cordero llevado al matadero… Como el cordero pascual que se sacrifica para recordar la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, así debo morir yo para liberar a la humanidad de la esclavitud del pecado. El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo…
Por un hombre entró el pecado y la condenación. Por otro hombre entrará la salvación. Cuando me levanten en la cruz sabrán que Yo Soy.
¡Mirad el árbol de la cruz en el que estuvo colgada la salvación del mundo!
Oscuridad, soledad, sufrimiento infinito… El Amor no tiene quien le ame, quien le consuele, quien le quiera…
El mundo vive sin querer saber nada de Dios. Los hombres y las mujeres viven al margen de Dios. Dios no les interesa. Dios es una reliquia del pasado. Cosa de viejos. Los hijos de las tinieblas no conocen el amor. Lo confunden con su vientre, con sus bajos instintos. Creen que el amor es follar. Pero sin compromisos. Unos con otras, unos con unos, unas con unas… Se burlan de Dios. Lo desprecian. Se disfrazan de curas y de monjas, de Cristo y de la Santísima Virgen María y desfilan los fantoches por las calles alardeando orgullosos de sus blasfemias. Se sienten orgullosos de matar a Dios, de crucificarlo. Blasfeman. Blasfeman sin parar.
Y la angustia me provoca náuseas. ¿Qué les he hecho yo para que me traten así? ¿No les he dado yo la vida? ¿No les he regalado todo cuanto tienen?
Pero el mundo odia a Dios y quiere matar a Cristo. Sí, te siguen queriendo matar hoy. Y han pasado más de dos mil años. Y siguen matándote. Te siguen escupiendo. Te desprecian, te abandonan, te humillan… Se burlan de ti, mi Señor. Y me dan ganas de llorar. Y quisiera gritarles: ¡Basta ya! ¡Dejad de matar a mi Señor! Ya está bien. Dejadlo en paz…
Corrupción, robos, asesinatos, violaciones, abusos… Abortáis a los niños, asesináis a los viejos y a los enfermos, animáis al suicidio. Habéis convertido la procreación en una industria lucrativa. Y seguís humillando a las mujeres: alquiláis sus vientres para gestar niños ajenos; prostituís sus cuerpos para dar rienda suelta a vuestra lascivia. Pornografía, pecados nefandos, depravados, impuros… La libertad para el pecado no es libertad, es libertinaje, indecencia, maldad, impureza. El pecado es sórdido, oscuro, mugriento, apestoso, nauseabundo, asqueroso. El pecado mata, degrada, degenera, destruye. El pecado todo lo afea. Te vuelve un orco baboso y mugriento. El pecado todo lo ensucia, todo lo mata.
El pecado no sabe de amor ni de compasión ni de misericordia. Por eso no tenéis misericordia ni compasión de mi Señor. Le golpeáis, le ponéis una corona de espinas y le dais en la cabeza con una caña para que las púas se claven en su cabeza. Y mi Señor sangra y sufre. Y yo no puedo más que llorar al contemplarlo… Porque soy cobarde y no me atrevo a gritar: ¡Dejadlo en paz! ¡Matadme a mí en su lugar!
Y tus amigos no te entienden. Y te dejan solo. Y niegan haberte conocido. Y te traicionan. Y huyen a esconderse porque los enemigos son muchos y nos matarían a todos si supieran quiénes somos y dónde estamos. A ver si van a pensar que somos unos fachas, que no somos suficientemente demócratas ni defendemos la constitución… Nosotros defendemos los derechos y libertades… ¡Faltaría más! No hay más rey que el César.
La luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que obra mal aborrece la luz y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas.
El mundo sin Dios es oscuridad. El mundo sigue amando las tinieblas porque la luz dejaría al descubierto sus atrocidades y sus vergüenzas. Por eso el mundo sigue rechazando a Cristo. Y sigue prefiriendo la oscuridad.
El hombre, separado de Dios, es un demonio, una bestia atroz capaz de todo. El hombre sin Dios es oscuridad: egoísmo, envidia, vanidad, soberbia, lujuria, fornicación, adulterio; el hombre sin Dios es ladrón, envidioso, asesino, violador. El hombre sin Dios es hijo de Satanás. El mundo sin Dios es el reino de Satanás, de una maldad infinita. Los pueblos sin Dios legislan leyes inicuas, oscuras, tenebrosas, mortales… El liberal se quiere liberar de la soberanía de Dios y adora al hombre caído y a la Serpiente que le abrió los ojos.
Mientras el mundo no acepte que Cristo es Soberano y Rey del Universo, el pecado seguirá extendiéndose. Un mundo sin Dios vive en las tinieblas. Y las tinieblas y el mal me persiguen allí donde vaya. Y la soledad y la incomprensión y el dolor… Y se me romperá el corazón con tanta maldad como me rodea. Y que pase de mí este cáliz, Señor. Pero hágase tu voluntad y no la mía. Que me desprecien, que me dejen solo, que me escupan y me maldigan; que se burlen de mí y se rían a mi costa… Y yo me quedaré solo contigo. Pero no permitas que me aparte de ti.
Me quedo a los pies de tu cruz, besando tus pies, manchándome las manos y la cara con tu sangre redentora. Déjame llorar a los pies de tu cruz. Déjame seguir sufriendo contigo hasta que Tú quieras. Con tu Madre y con Juan. Me duele el corazón de tanto amarte, Señor. Me duele el corazón de tanto dolor, de tanto sufrimiento, de tantas humillaciones, de tantas burlas, de tantos escupitajos, de tantas púas clavándose en tu cabeza inmisericordes… Malditas espinas, malditos pecados…
Pero una sola gota de tu preciosísima sangre basta para limpiar los pecados del mundo. Permíteme lavar, Señor, mis vestiduras manchadas con mis pecados en la sangre del Cordero para poder entrar algún día en la gloria de tu Reino.
Libro de Isaías 49,1-6.
¡Escúchenme, costas lejanas, presten atención, pueblos remotos! El Señor me llamó desde el seno materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre.
Él hizo de mi boca una espada afilada, me ocultó a la sombra de su mano; hizo de mí una flecha punzante, me escondió en su aljaba.
Él me dijo: “Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré".
Pero yo dije: “En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza". Sin embargo, mi derecho está junto al Señor y mi retribución, junto a mi Dios.
Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el seno materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza.
Él dice: “Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra".
7 comentarios
Que en el SILENCIO y SOLEDAD del SAGRARIO nos encontremos🙏🙏🙏
Que Dios nos permita perseverar en este ambiente tan adverso.
María supo la primera que Cristo había Resucitado. Ahora sabe la primera, y nos lo anuncia, que Cristo Viene, que Ella prepara el Camino a la Venida de Su Hijo.
Entramos en los “nuevos tiempos de María”; ha iniciado con su Misión una nueva Civilización en la que el tiempo es colmado por la presencia de la Aurora de María que refulge en la Luz de la Gloria de Cristo que se Manifiesta de modo creciente sobre el horizonte de la Iglesia, de la humanidad y de toda la Creación.
Una nueva Civilización que establece una nueva relación, por Mediación de María, con nosotros mismos y con el universo: la Relación que Ella establece como Madre Común entre Su Hijo y nosotros sus hijos. Relación escatológica de Cristo con su Iglesia, y por medio de ella con la humanidad toda y con el cosmos. Escatológica por cuanto la nueva Civilización ha trascendido el tiempo del “hombre viejo del pecado” y entra en los “nuevos tiempos” que preparan la Venida del Señor.
Civilización de la Pascua del Señor, del “hombre nuevo” nacido en Cristo por el Bautismo desde el Corazón Inmaculado de María, dado a Luz por Obra del Espíritu Santo. “Vuestra vida, que es Cristo, permanece oculta con Cristo en Dios, cuando Cristo, que es vuestra vida, se manifieste, vosotros, entonces, también os manifestaréis en gloria con Él”(Col 3, 3- 4 ).
Lo cual ha de permitir que “la Creación entera participe en la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (Rom 8). Esta es la sustancia de la Civilización de la Pascua del Señor.
“Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en Él, se purifica, así como Él es puro. (I Jn 3, 1-2-3).
Vivamos en la Esperanza de Cristo que Viene. Esta Esperanza transforma el mundo.
María Medianera, Co-Creadora y Co-Redentora, Madre y Reina de los ángeles, de la Iglesia y de todo lo creado, ha recibido de Su Hijo la Misión de llevar a la Iglesia, a la humanidad y a la Creación la Vida de Resurrección de Cristo.
Ella inaugura “los nuevos tiempos” del Reino de la Pascua del Señor. Conduce a su creciente manifestación la Civilización del Logos Resucitado; irradia desde su Aurora la Luz de la Gloria de Cristo que transfigura a la Iglesia, la humanidad y el cosmos.
Civilización de lo inteligible, sacro e inefable participado por el Verbo Creador; de la “armonía original restablecida, para edificar así, un mudo desde sus fundamentos” (Pío XII); del Amor (S. Pablo VI); que ha de “Cruzar el umbral de la Esperanza” (S.J.P. II), que separa el tiempo del “hombre viejo del pecado”, del tiempo del “hombre nuevo” nacido en Cristo por el Bautismo, hechos hijos de Dios, dados a Luz desde el Corazón Inmaculado de María, por Obra del Espíritu Santo.
Las nueva Civilización del Reino se constituye por los trabajos de una pujante humanidad alentada por la poderosa efusión del Espíritu Santo por Mediación de Su Esposa, la Virgen. Si bien, la guía la sabiduría sobre-racional, está en continuidad con el patrimonio de la Tradición. El pensamiento aristotélico-tomista debe ser continuado en toda su virtualidad hacia la totalidad del ser existente. Debe explorar hasta las últimas realidades los entes materiales-singulares que constituyen el dominio del Reino puesto por Cristo bajo la Conducción de Su Madre y la participación de los hombres.
Estas realidades son la participación del Discurso divino de la Creación pronunciado por el Logos Creador. Las cosas visibles son imágenes sensibles de realidades inteligibles y sacras. Es misión de los cristianos llevarlas de perfección en perfección a desarrollar la Obra del Creador conforme a su Plan de Encarnación-Redención y Glorificación. El cosmos espera con ansias manifestarse conforme nuestro “hombre nuevo” se manifieste e irrumpa en la Tierra y en los espacios siderales.
La nueva Civilización de la Pascua del Señor excede absolutamente las obras del “hombre viejo del pecado”, aparecen como migajas caídas de la mesa de los hijos de Dios (Mat 15, 27). El Espíritu Santo, por Mediación de María, la establecerá después del derrumbe de la moderna Babilonia y de la conversión de la humanidad en la gran familia de los hijos de Dios.
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