Anhedonia
«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna»
Sandra Palacios publica un artículo en ABC que titula «No le encuentro sentido a la vida»: por qué cada vez le pasa esto a más gente. En él, la periodista afronta, nada más y nada menos, que el problema de la falta de sentido de la vida. Casi nada:
«El sentido que le damos a la vida, así como los proyectos o propósitos que tenemos, comparten un sentido fundamental: luchar contra la única certeza que tenemos los seres humanos, que es el hecho de saber que nos vamos a morir. En este sentido, encontrar una meta o un objetivo es probablemente lo que nos mantiene atados a la vida, siendo esto una necesidad básica de los seres humanos y lo que nos diferencia de otras especies».
«El problema es que cada vez son más las personas que no le encuentran el sentido a su vida. Les falta un propósito, un objetivo, y se sienten perdidas e, incluso, deprimidas».
Les resumo la tesis del artículo: todos vamos a morir pero, mientras tanto, deberíamos tener una meta, un objetivo en la vida que nos permita seguir viviendo. Hay que disfrutar de la vida (hedonismo). La felicidad se identifica con el placer, con el disfrutar. Y el problema se señala ya en la entradilla de la noticia:
«Anhedonia o por qué algunas personas no consiguen disfrutar nunca de nada».
Sin Dios, si no hay nada más allá de la muerte, lo único que merece la pena es disfrutar de los placeres terrenales: «comamos y bebamos que mañana moriremos». Dios ha muerto, no hay Mandamientos que respetar, todo vale, el pecado no existe, vive y sé feliz. Disfruta de las drogas; del sexo sin ataduras (cuanto más depravado mejor); disfruta de experiencias excitantes (lánzate en paracaídas, escala los montes más altos, descubre paraísos naturales o búscate tu propio paraíso artificial). Este es el vitalismo dionisíaco que predicaba Nietzsche y que es la mentalidad que hoy predomina.
El sexo lo invade todo, el paraíso es el orgasmo, la masturbación y el satisfyer son dios y Montero y Pam sus profetisas. La pornografía educa sexualmente a los niños desde su más tierna infancia y el «consumo» de prostitución en España alcanza marcas difícilmente igualables. Pero el mundo sigue muerto de sed… porque no encuentra el agua que le sacie.
Efectivamente hoy vivimos en medio de una sociedad impía, atea, que ni cree en Dios ni en nada y ha hecho ley de la voluntad sin límites y de las emociones subjetivas de cada individuo, al margen de la razón. Por eso vivimos en un frenopático; en una cloaca hundidos en la mierda hasta la cabeza; un mundo donde nos estamos acostumbrando a leer noticias sobre violaciones en grupo: la última un grupo de menores de 14 años a una niña de 11 en los baños de unos grandes almacenes en Badalona. Eso es España.
No hay Dios. Solo nos queda disfrutar de la vida mientras dure. Esa es la única meta que nos queda. Ese hedonismo puede ser exacerbado o moderado. El artículo opta por un hedonismo moderado, muy epicúreo. Así se ve en las recomendaciones que los psicólogos citados en el artículo ofrecen a quienes no encuentran sentido a la vida.
Cómo encontrarle sentido a la vida
Estos dos expertos comparten los siguientes consejos:
- Experimentar diferentes actividades nuevas para descubrir qué cosas nos gustan.
- Darle otra oportunidad a aquellos ‘hobbies’ que practicábamos y dejamos de hacer.
- Involucrarse en actividades de nuestra comunidad: voluntariado, asociaciones culturales, eventos, etc.
- Respetar tus tiempos: cada persona es diferente y se puede alcanzar un mismo objetivo de otra forma y en un momento distinto al del resto.
- El ejercicio físico moderado también funciona como un estimulador natural del estado del ánimo y es muy beneficiosos.
- Preguntarnos cuál es nuestro “para qué” en la vida, tratando de que esté más allá de los mandatos sociales.
Si alguien se cree que va a encontrar sentido a su vida haciendo ejercicio moderado, participando en actividades de voluntariado, practicando aficiones diversas o buscando experiencias nuevas y excitantes, lo lleva claro. Seguirá muerto de sed, allampau de sentido y de eternidad.
En la modernidad reinante, cada uno tiene su «para qué», su causa final particular. No hay un fin último igual para todos, porque no hay Dios ni vida eterna. Cada cual busca su propio camino hacia la felicidad porque cada persona es un fin en sí mismo. Y nadie puede imponerle a nadie a la fuerza un modo concreto de ser feliz.
He ahí el antropocentrismo, el hombre endiosado que se adora a sí mismo, centro del universo, fin en sí mismo, causa primera de sí mismo, dueño de su vida, Narciso que muere ahogado de tanto admirarse. «No serviré a Dios porque Dios ni siquiera existe: es un puro cuento, un invento del hombre para hacer frente al terror que nos provoca la muerte». El hombre mayor de edad, el hombre moderno, no necesita a Dios. Se basta a sí mismo, se adora a sí mismo.
El hombre moderno es la encarnación de la soberbia, origen de todos los males. No acepta ser creatura. No puede aceptar que depende en todo de Dios, que su vida está en manos de Dios, que nadie puede añadir un solo segundo a su vida (porque querer hombre vivir, cuando Dios quiere que muera, es locura).
Faltan ánimo y esperanza porque habéis traicionado a Cristo, lo habéis negado; lo despreciáis y le escupís a la cara con vuestra apostasía, vuestras blasfemias, vuestras herejías y vuestros sacrilegios. Y cuando Dios desaparece, solo queda oscuridad, pecado, noche oscura y muerte. Por eso la eutanasia, por eso el aborto, por eso la plaga de suicidios. El hombre sin Dios no soporta el sufrimiento. Y cuando ya no disfruta de la vida ni tiene de qué disfrutar, considera que lo mejor es quitarse de en medio. El alejamiento de Dios es la muerte en vida. Y hoy el mundo está lleno de zombis, de semivivos pajilleros adictos a la droga, a la pornografía, al sexo… Y cuando ya nada le da placer, cuando le alcanza la enfermedad o la vejez, sólo les queda la eutanasia o el suicidio. Como al protagonista de El Árbol de la Ciencia de Baroja, que busca una muerte dulce, sin dolor, epicúrea…
Sobre la mesilla de noche se veía una copa y un frasco de aconitina cristalizada de Duquesnel.
Andrés se había envenenado.
Sin duda, la rapidez de la intoxicación no le produjo convulsiones ni vómitos.
La muerte había sobrevenido por parálisis inmediata del corazón.
—Ha muerto sin dolor —murmuró Iturrioz—. Este muchacho no tenía fuerza para vivir. Era un epicúreo, un aristócrata, aunque él no lo creía.
—Pero había en él algo de precursor —murmuró el otro médico.
Andrés Huratado es, efectivamente, precursor del hombre de hoy sin Dios, sin un propósito en la vida:
«Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz adonde dirigirse».
La única Luz es Cristo (sin otra luz y guía/sino la que en el corazón ardía). Él es el camino, la verdad y la vida. Dios nos dio la vida y nos quiso santos, nos soñó hijos, nos soñó felices. Dios nos quiere felices. Pero la felicidad de Dios no es el hedonismo: no es el placer. La felicidad de Dios se llama Caridad: solo el Amor de Dios nos salva. La felicidad no es el orgasmo pasajero. La felicidad no es el colocón, ni el puenting. El hombre tiene sed de sentido, tiene sed de vida eterna y el único que puede saciar nuestra sed es Cristo, el surtidor de agua viva que nos lleva al cielo.
La felicidad es envejecer con tu mujer. La felicidad es tener hijos y criarlos y educarlos y verlos crecer… La felicidad es cumplir la voluntad de Dios en tu vida: ser fiel a Dios y cumplir tu vocación, porque Dios llama y a cada uno lo sueña santo de una manera distinta: a uno los sueña sacerdote o religioso; a otros nos quiere médicos o maestros o simples padres de familia que se ganan la vida con sencillez y humildad. Y todos caminamos hacia el Cielo.
Mi felicidad es que mis antiguos alumnos se preocupen por mí y me manden mensajes y me digan que me quieren y que nunca han tenido un profesor mejor que yo (aunque yo conozco bien mis miserias…). ¿Será vanidad? Tal vez. Pero el amor de mis niños (porque mis alumnos siempre serán mis niños) es el orgullo que me permito tener, porque a través de ese amor, es Dios mismo quien me ama. Porque todo lo bueno es obra de Dios; y lo malo, de mis pecados y miserias. Yo soy feliz con el amor de mis alumnos, con el amor de mi mujer y de mis hijos, con el amor de mis amigos, de mis compañeros de trabajo, de mis padres… Ese amor es el que da sentido a mi vida. Es la Caridad, es el Amor de Dios. Esa es mi felicidad y mi esperanza.
La felicidad es vivir sabiendo que tu vida está en manos de Dios. La felicidad es vivir en gracia de Dios. Ninguna felicidad mayor que cuando te acabas de confesar y recibes la absolución (¡qué momento tan bueno sería para morir!). Ninguna felicidad mayor que comulgar en gracia de Dios. Ninguna felicidad mayor que adorar a Dios en el Santísimo Sacramento, porque aunque no lo veamos, sabemos que Cristo está ahí.
Dice la Primera Carta de San Pedro:
A fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probado por el fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de Jesucristo. A quien amáis sin haberle visto; en quien creéis, aunque de momento no le veáis, rebosando de alegría inefable y gloriosa; y alcanzáis la meta de vuestra fe, la salvación de las almas.
«Benditos los que crean sin haber visto», dice el Señor.
O como dice Santo Tomás de Aquino:
Adorad postrados este Sacramento. Dudan los sentidos y el entendimiento: que la fe lo supla con asentimiento.
Ordenad, ¡oh Dios mío!, el estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí queréis y que lo cumpla como es menester y conviene a mi alma. Dadme, oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce ni en éstas me abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de Vos. A nadie desee agradar o tema desagradar sino a Vos. Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin Vos, y no ambicione cosa ninguna fuera de Vos. Séame deleitoso, Señor, cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos.
La felicidad, la única verdadera, consiste en hacer en nuestra vida la voluntad de Dios para ser santos y alcanzar la única meta que merece la pena: la salvación del alma, la felicidad eterna del Cielo.
Por Cristo hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Romanos 5
21 comentarios
Si miro hacia atrás no veo a ninguno de los míos tratando de buscar el sentido a su vida, ni habrían entendido a nadie que les hubiera hablado de eso. Habrían dicho algo así como: ¿Mandee?
Todo aquello que vaya encaminado a este fin es bueno y debemos practicarlo con amor.
Todo aquello que nos pueda impedir llegar al Cielo es malo y debemos rechazarlo con firmeza.
Hacer ejercicio, tener un hobby, ser conscientes del tiempo que a veces necesitamos, etc. son cosas buenas, pero en la medida en que están orientadas a Dios y lo que Él quiere de nosotros (aquí la virtud de la prudencia es fundamental para ordenar estas cosas). Pero si quitamos ese fundamento último, al final no son más que actividades vacías para pasar el tiempo hasta que nos llegue la hora.
Si se quiere a alguien muchísimo le entra a una la duda de si esa persona rivaliza con Dios en tu amor. Cuando murió mi madre vino la respuesta: No, no rivalizaba con Él porque le amo más que a ella.
Otra pregunta que me hice fue: "¿Señor, con quién haré ahora iglesia, teniendo en cuenta que la iglesia doméstica se ha ido con ella?". A eso también me contestó mostrándome a un puñado de católicos con los que puedo interactuar.
La Providencia me mostró el camino con bastante claridad y espero que, cuando sea dependiente, hará lo mismo.
Yo no busco nada, Dios lo hace por mi y en esa confianza vivo.
Luego extraña que vayan a buscar por allá
El soserío no atrae, espanta.
Asi es, una sociedad sin trascendencia y sin sentido comun.
De ahi las aberraciones aprobadas en el Parlamento estos ultimos dias.
Sólo la Virgen, por el Triunfo de Su Corazón Inmaculado en el mundo, realizará lo que los humanos no podemos.
Por eso, para no caer en la apostasía del anti-cristo es necesario no caer en la apostasía anti-mariana. Sólo María nos permite ir a Cristo; sin Ella nos perdemos en el camino de un cristo-centrismo apóstata. Es la cuestión que hoy domina en la Iglesia.
”Quien rechaza a Mi Madre, a Mí Me rechaza”.
2. El artículo de ABC está relacionado con el bienestar, aquello de comamos y bebamos lo mejor posible sin preocuparnos que un día tenemos que morir, individual y social con la resolución o resiliencia a los problemas de la vida para alcanzar la felicidad mediante la Psicología del poseer, placer y seguridad del mundo, un crecer y envejecer o por las propias fuerzas sin Dios mediante un sustitutivo de Dios: el ser como Dios.
3. La Psicología tiene aspectos positivos y ayuda, pero ni es una ciencia exacta ni tiene una píldora para darte la felicidad, pues niega a Dios y Su Cristo. Es más, en muchos aspectos es anticristiana.
4. Mientras mayor sea el número de psiquiatras y psicólogos, que hoy están metidos por todas partes, mayor será la desidia de la raíz del problema en la sociedad: el Pecado y el pecado original. Pues, en ese programarte un objetivo o proyecto nuevo recursivo que no termina de encontrar la Felicidad, se termina por sentir como un robot o máquina: «No le encuentro sentido a la vida.»
5. Como estamos en tiempo de Cuaresma regresemos a la realidad, a la Primera Realidad que niega la Psiquiatría y la Psicología, y sin la Primera Realidad no podemos entender la realidad de la vida y su sentido. Dejo este link, al principio es un poco aterrador o fuerte, les pido paciencia, acerca de las Postrimerías, muerte, juicio, infierno y gloria, relacionado con el Purgatorio:
https://gloria.tv/post/y2n3hWGSfgyW1rzAvE7dgyZFd#9060
6. ¿Tiene sentido la vida? Si Dios no existe, no tiene ningún sentido, pues hagamos lo que hagamos todo debería darnos la felicidad. Pero, sabemos que esto no ocurre así. Bueno, admitamos que existe un dios agnóstico, deista, budista, panteísta, energía del todo, maniqueo, etc. Sabemos que hagamos lo que hagamos por nuestras propias fuerzas tampoco encontramos la felicidad.
7. Entonces, ¿existe un Dios real que a pesar del sufrimiento, la soledad y la muerte podamos ser felices gracias a Él? Si. San Agustín en sus Confesiones nos cuenta cómo vivió en la pobreza y en la riqueza y disfrutaba y sentía una felicidad fugaz e insatisfactoria en el Pecado. Pero, contaba cómo veía a un hombre con unas copas de más alegre y cantando, y no hallaba felicidad siendo orador del emperador y teniéndolo todo a su alcance. Era infeliz en el poseer, placer y seguridad mundana. Pero, la Verdad lo encontró y en el mismo momento que tuvo la fe en adhesión intelectual 100% a la Verdad, a revelación de Dios hecho Hombre, encontró el sentido a la vida y la Felicidad, porque por la Razón sobrenatural y natural de la Gracia tenemos el testimonio histórico de un Dios vivo, real y personal que se preocupa por nosotros como Padre ante las injusticias del Pecado y nos hace salir adelante ante el sufrimiento, el dolor, la soledad y la muerte. Así nos describe San Agustín su conversión:
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti.
Bloqueado su capullo de crisálida, se resigna a convivir con sus semejantes sin un proyecto común que le permita escapar de su encierro.
La inteligencia y la voluntad están hechas para el Infinito.
El desprecio de Francisco por la Sabiduría impresa en la Creación, no es una mutilación exclusiva de él. La humanidad ha sido cercenada en una gran parte por los cirujanos del NOM.
Si esta generación no recupera su visión de la realidad, permanecerá en la anhedomia de quienes se han auto-destituido de su condición de sacerdotes, reyes y profetas.
El ostracismo voluntario ofrece la salida del vertedero hacia el páramo de los fantasmas del orgullo y de las necedades.
E. Hello recuerda de Juvenal: "hay insectos que huyen de la luz" (El Hombre).
La aversión a la grandeza de lo real sólo puede ser vencida por la gracia, mientras no se la rechace.
El cosmos se conmueve, los mundos asoman a los “nuevos tiempos de María”, su Aurora crece día a día para dar a luz al “hombre nuevo” que lleve adelante los trabajos por el Reino que el “hombre viejo del pecado” renuncia a acometer.
Otra santa del mismo nombre y misma congregación, Santa Teresita de Lisieux, decía: "la vida es un instante entre dos eternidades". No se canse de ofrecer esa aridez al Señor y tenga la seguridad de que Él la transformará en oro. Al fin y al cabo, lo único que nos ha de importar es poder llegar a alcanzar la alegría y gozo eternos al contemplar, por fin, el rostro de nuestro Dios.
Algo parecido ocurre cuando nos dejamos estar en el tiempo sin alimentar nuestra sed de infinito. La ciencia moderna ha ayudado, pero ha terminado encerrada en un espacio donde los datos se amontonan sin ton ni son. Falta la clave que permita interpretar el pentagrama.
Desde los tiempos de Copérnico-Galileo la teoría helio-céntrica conmovió a teólogos, canonistas y clérigos. Al fin reconocieron que la Tierra no era el centro del universo sino un corpúsculo que navegaba perdido por el espacio. Allá, entonces, con las certezas del Reino reducido a un minúsculo objeto.
El hombre de la modernidad aceptó complacido las deslumbrantes nuevas filosofías y afirmaciones científicas que le abrían un camino hacia horizontes desconocidos.
Las verdades del Reino sedujeron a un número cada vez menor, que se guarecía en reductos, en silencio de catacumbas. A punto tal, que las voces de apóstoles sabios y combatientes no lograron vencer la algarabía de las “novedades”.
Tan grande ha sido el descrédito del Reino ante los “prodigios”, que los cristianos han aceptado de buena fe el dogma del “progreso” que lo reduce a una Tierra desvinculada del resto de los mundos espaciales, carentes de razón de ser para la Misión de la Iglesia.
El universo inconmensurable pertenece a la ciencia, no a la jurisdicción de la Iglesia. Que ésta se conforme con la Tierra, a la que no alcanza a evangelizar mediante diócesis, parroquias y demás.
La vemos cabizbaja, deambulando entre miserias, solicitando venias, y adulando al mundo.
El Fuego que necesita de Luz, Sabiduría y Fortaleza lo recibirá del Espíritu Santo por Mediación de la Aurora de María. Aventará, entonces, toda anhedonia. No le temblará la voz para anunciar las grandezas inconmensurables del Reino de Cristo, ni para avanzar hacia los espacios que nos rodean y permanecen aún bajo el poder de usurpación del enemigo.
La Unidad total de la Creación es algo que aún no pertenece a la conciencia de los cristianos. Sin esta conciencia no es posible convencer a tan múltiples y diversos hermanos que viven en comarcas a las que llegan las últimas “noticias” de un mundo que “progresa” sin término.
Quizás, debamos esperar que se manifieste de más en más nuestro “hombre nuevo” para “edificar todo un mundo desde sus fundamentos” (Pío XII).
Si la realidad duele, mira para otro lado, no pienses en eso, distráete con juegos, deporte, relaciones...
Concentrarse exclusivamente en el momento presente, sentir (la brisa, el sol, el canto de los pájaros...), no pensar.
Y por supuesto, todo viene por haber renegado de la Verdad, del Evangelio. Porque la ciencia es un instrumento, un método que llega hasta donde llega, que es bien poco, al haber negado todo lo que la ciencia no puede alcanzar, hemos caído al vacío. Y nadie quiere caer al vacío, por eso hay que engañar a la mente, para que no sea consciente de que caemos al vacío.
Y tanto dolor y sufrimiento y angustia por haber negado al Salvador.
__________________________________________
Pedro L. Llera
Es exactamente así.
Los psicólogos son los sacerdotes laicos de los sindiós. Sustituyen los sacramentos por terapias, psicoanálisis, autoestima, autoimagen, resilencia, asertividad... En un mundo puramente materialista y cientificista, el psicólogo es el nuevo chamán de la tribu.
Y no digamos nada de los coach y su coaching... Eso es el sucedáneo malparido de la dirección espiritual. Y un negocio para los que dan cursos de coaching y para los que trabajan de coaches.
Dejar un comentario