¿Navidad sin Cristo?
Hace unos días una profesora me comentaba, entre escandalizada y asombrada, que, en los colegios públicos y en muchos colegios católicos, se estaban buscando cuentos y motivos navideños que no tuvieran connotaciones religiosas. Digamos que buscan unas navidades laicas: sin Dios, sin fe, sin Iglesia…
Muchos Ayuntamientos llevan años ya celebrando esa navidad sin Dios y decoran las calles con luces sin sentido, sin mensaje, sin ton ni son. Algunos incluso han llegado a prohibir los belenes, porque según ellos, ofenden a los no creyentes. Las ciudades presumen de sus luces y compiten unas con otras en la espectacularidad y el colorido de su alumbrado público. Aunque este año, con el precio de la luz, seguramente habrá restricciones en más de una localidad. ¿Pero qué quieren iluminar?
No se esperen una felicitación institucional que haga la más mínima referencia a lo que realmente se celebra en navidad… En las postales verán paisajes invernales, bolitas, árboles y un «¡Felices Fiestas!» muy grande. A lo mejor, en la felicitación ponen la fotografía de algún edificio emblemático o la de la familia o los hijos posando con sonrisas llenas de alegría, real o fingida.
Pero una navidad sin Dios es un mal sucedáneo: es chocolate sin chocolate, café sin cafeína, cerveza sin alcohol o carne que no es carne porque está fabricada con vegetales. Una navidad sin Dios es una mierda de navidad.
Cada día hay más personas que se deprimen en navidad y que aborrecen estas fechas. Parece que durante estos días tan entrañables todo el mundo tiene que ser feliz y disfrutar de la familia y de los regalos. Todo el mundo tiene que tener esperanza y brindar por un año nuevo lleno de éxitos y cosas buenas.
Las luces de navidad quieren romper la oscuridad de la noche. Pero en una sociedad apóstata, sin Dios, sin esperanza, sin más felicidad que un orgasmo pasajero con un desconocido; sin más felicidad que la borrachera y el empacho; en una sociedad de personas solas, deprimidas y enfermas de hedonismo y ahítas de sinsentido… Las luces dan una sensación de alegría tan falsa como la propia navidad sin Dios que pretenden festejar.
La verdadera luz del mundo es Cristo. Es Él quien rompe la oscuridad del pecado. Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Cristo es la esperanza de un mundo mejor, de una vida plena y feliz. Pero el mundo moderno ha cambiado a Cristo por sus ideologías y sus utopías. Queremos ser felices y en vez de adorar a Cristo, adoramos ídolos: el placer, el bienestar, el sexo, el orgasmo; la libertad como licencia absoluta para el pecado… Pensamos que trasgrediendo la Ley de Dios vamos a ser realmente felices, sin darnos cuenta de que el pecado no es guay, que el pecado mata, que el pecado destruye; que el pecado te destruye y te deja echo una mierda. «Peca y serás feliz», te dicen en los medios y en las redes sociales. Y pecas y sigues sin ser feliz: al contrario, eres cada vez más desgraciado. Quien vive en pecado mortal está muerto para Dios: es un réprobo, un desobediente, un hijo de la ira. Y ahí no hay felicidad, sino desgracia, desesperación, desengaño, oscuridad, tristeza, soledad, muerte. Por eso hay tantos suicidios: poque falta esperanza, falta amor: pero amor de verdad. Falta el amor de quien esté dispuesto a morir por ti. Y Cristo murió por ti. Y tú le has dejado solo. Le has dejado sin posada en tu alma. Dios no puede venir a habitar en tu corazón mientras tu alma sea un estercolero. Limpia tu establo, que seguirá siendo un establo, pero límpialo y adecéntalo para que Cristo venga a ti y te llene con su amor y su gracia. Renuncia al pecado, renuncia a Satanás y sus asechanzas. Vive en gracia de Dios. Y entonces, brillará la luz de Cristo en tu alma, en tus ojos, en tu corazón… Y tú serás luz para los que te rodean en casa, en el trabajo, en la Iglesia, en las calles de tu pueblo. Seguramente muchos no sabrán por qué eres luz, pero serás luz y repartirás amor a tu alrededor. Solo quien vive en gracia de Dios vive la verdadera caridad. Si llevas a Dios dentro, será difícil que quienes viven contigo no lo perciban, aunque no sepan que es por Dios por lo que los amas y los bendices.
Seamos santos y seremos capaces de vivir con humildad, con caridad, con esperanza. Las luces de la navidad son las de los que se arrodillan ante el Niño para adorarlo. Son las de los que te dicen que te quieren, aunque no tengan por qué hacerlo. Son luz los que bendicen, los que perdonan, los que no te juzgan ni te condenan, porque saben que Dios te quiere, a pesar de tus miserias, tus debilidades, tus fragilidades, tus caídas…
Sed luz de la Navidad. Llevad a Cristo a los que tenéis a vuestro alrededor. Bendecid, no maldigáis, no critiquéis, no seáis oscuridad ni tengáis mala sombra. Amad como solo sabe hacerlo quien tiene a Cristo habitando el establo humilde de su alma. Solo tenéis que mirarlo para adorarlo. Él está siempre ahí: en la Hostia Santa consagrada en la Santa Misa; en cada Sagrario hay un pesebre donde habita el Altísimo envuelto en pañales. Está esperándote para que vayas y te postres a sus pies para que Él pueda llenarte de luz, de paz, de esperanza y de Caridad.
Entonces, aunque a tu alrededor todo sea oscuridad, tú serás luz y brillarás; y cantarás con los ángeles porque hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor; el Rey de Reyes y Señor de señores, ante quien todos los reyes de la tierra deberían adorar, postrándose ante Él; el que es Principio y Fin del camino de cada Hijo de Dios; el único que tiene palabras de vida eterna. Cristo es nuestra felicidad, nuestra esperanza, la luz de nuestra vida, el alimento que nos da fuerzas para caminar cada día nuestra jornada hacia el cielo. Me dice el móvil que hoy he subido ocho pisos y que he caminado 10317 pasos: que sean pisos que suban hacia el cielo y pasos que me conduzcan cada día hacia el Salvador.
Eso es la Navidad. Sed vosotros luz de la Navidad.
Pongámonos de rodillas ante el Niño Dios, ahí, muy cerca de María y de José. Y adoremos al Rey de la Gloria.
Yo me voy corriendo a Misa para alabar y dar gloria a Dios.
Que Dios os bendiga
Después de misa me siento a escribir el final de la primera lectura de hoy:
«Dejaré en ti un resto,
un pueblo humilde y pobre
que buscará refugio en el nombre del Señor.
El resto de Israel no hará más el mal,
ni mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y descansarán,
y no habrá quien los inquiete».
Nuestro refugio es el Señor y no habrá quien nos inquiete. Somos pobres y no valemos nada pero nosotros somos de Dios. No hagamos el mal ni vivamos en la mentira y el engaño.
Sed la Luz del mundo esta Navidad: ¡brillad!
¡Gloria a Dios!
23 comentarios
Gran verdad. Disculpe el blogger si parece que no viene a cuento mencionar a una de las mejores películas que se han hecho, “La espuela desnuda”, cuyo guion fue candidato a Oscar y mereció ganarlo en 1953. Los diversos personajes están asediados, en distinta medida, por alguno o varios de los pecados capitales: la avaricia, la envidia, la ira, la soberbia, la lujuria. Que terminan destruyendo a casi todos ellos. Esta obra maestra de la cultura contemporánea, que parece mero entretenimiento, evidencia que el pecado no es inocuo, sino que aniquila a quien sucumbe y se mantiene en él; también, que es posible la redención.
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Pedro L. Llera
Sí, sí. Pero los colegios católicos no pierden su carácter propio, su ideario, su ser confesional.
Por ello resulta curioso porque cada año me gusta menos la Nochevieja y Año Nuevo. Por mí no lo celebraría. Y sin embargo la Navidad y el día de Reyes son días especiales que me llenan.
Como dice Juan Mariner que ellos celebren lo que quieran, nosotros nos quedamos con la Navidad.
Un colegio católico tiene la obligación de dar una educación integral católica, conforme con la voluntad de Dios, inspirada por la verdad y la belleza divinas, preocupada por el alma de sus alumnos, salvaguardándolos de las mentiras y la perversión del mundo. animada por la fe y por el amor.
Si no lo hace, además, quizá sean los propios alumnos quienes se lo reprochen en el presente o en un futuro mas o menos cercano: "Fue en ese colegio en el que me metieron toda esa basura en la cabeza ..."
Ahora lo que vemos es la consecuencia de eso: una vez que perdemos el contenido, es cuestión de tiempo que la fachada religiosa caiga como una fruta madura. Mucha gente ya no usa la palabra Navidad, simplemente porque ni siquiera cuando la usaban la estaban celebrando realmente.
Con esto no digo que no haya una ofensiva laicista contra la Navidad, pero creo que ese ataque difícilmente estaría triunfando si en muchas familias no se hubiera perdido la fe previamente.
A mi todas esas películas americanas de pueblos a ver quién decora mejor, organiza más eventos o atraen más turistas me parecen otra cosa.
De niña participé en dos belenes vivientes, en una hice de San José porque en aquel colegio de niñas era la única morena con el pelo corto y en otro, más elaborado y mixto, hice de aguadora con un cántaro en la cabeza encima de un puente sobre un riachuelo que no recuerdo muy bien si era de papel de plata o es que habían canalizado el agua.
Pero la Navidad es el Nacimiento del Niño Jesús durante toda mi vida y lo sigue siendo ahora, todo lo demás me sobra.
Vulnera el principio de contradicción decir felices fiestas si falta la felicidad que es Cristo, felices son los bienaventurados, los demás lucen una situación temporal que muchas veces de "felices" nada tienen.
En occidente -ámbito anterior de la Cristiandad- la persecución y la proscripción se llevan a cabo implacablemente pero de una forma más escondida, más artera.
A quién en su sano juicio se le puede ocurrir que un Belén ofenda, si en todo el mundo fuéramos como niños otra sería la situación.
Volvamos al Año Litúrgico en cuya aplicación las Solemnidades y Fiestas dan sentido al tiempo, Inmaculada Concepción, Nacimiento, Santa María Madre de Dios (thetokos), Santísimo Nombre de Jesús, Epifanía, Bautismo del Señor.
Esas son las Fiestas Felices que se nos ofrecen a mayor gloria de Dios.
Roca firme vs. bases de barro.
Después de perder el sentido religioso se perdió el sentido familiar, de ahí que las reuniones no sean #en general# tan numerosas ni tan caseras. Los fines de año celebrados en otros países eran impensables hace unas pocas décadas. Sin lo uno, lo religioso, no se sostuvo lo otro, lo familiar.
La mayoría no celebra la Navidad, la mayoría celebra unas fiestas de invierno en las que se despide un año para dar la bienvenida a otro, aprovechando el intervalo entre un trimestre escolar y el siguiente. Se reúnen con familiares y amigos, se hacen regalos, se engalanan las calles y las casas, etc. Cuando doy felices fiestas, a ateos pej, no es por #no ofender#. Es porque yo no llamo Navidad a lo que celebran esas personas. Esas mismas personas saben que yo sí celebro la Navidad. No sé qué se debe hacer, pero en principio no quiero que nos roben el verdadero sentido de nuestra Navidad.
Feliz Navidad a los que por aquí asoman. Que Cristo halle sitio en nuestra posada para nacer. Sin Él nada podemos.
2. El anuncio de la Coca-cola, quienes inventaran en base a San Nicolás a "papá noel" dice que "la Navidad es magia real". ¿Irracionalidad?
3. Y así un largo etc. en colegios católicos & LGTBI, funcionarios británicos, colegios finlandeses, ...
4. Estese tranquilo Domine Pedro Luis, todo es pura palabrería de irracionalidad: la SANTA NAVIDAD es la manifestación invariable de Dios hecho Hombre para regenerar y elevar al Cielo nuestra naturaleza caída y quien rechace la SANTA NAVIDAD tenga por seguro que frío no va a pasar en la eternidad y que su libertad anticristiana es esclavitud del señor al que sirve. Misterio de iniquidad ante el que tenemos que perseverar en Nuestro Señor Jesucristo: Creador, Redentor y Salvador nuestro.
¡FELIZ Y SANTA NAVIDAD!
Nos presentan un huérfano, un niño no se sabe de dónde aparecido, prodigioso, adorado por pastores y reyes, pero sin Madre que lo dé a luz, ni alimente, ni envuelva en pañales, ni lo acueste en un pesebre. Y por supuesto, sin José que prepare la gruta, ni que sea solícito con la Virgen y el Niño.
En otras palabras; una navidad sin María es una navidad de un Cristo que no es verdadero Cristo.
Por eso la Iglesia y el mundo andan como andan. Vaciados por el orgullo que el demonio suscita contra María que nos da a Cristo. Quiere arrasar la Madre, para arrasar de raíz a Cristo.
Honra a tu padre y a tu madre, es el mandamiento que Cristo cumple desde el primer instante de su Nacimiento. Con María, con Su Padre Eterno y con José su padre putativo.
El mundo quiere destruir la Sagrada Familia.
Quiere negar, olvidar, menoscabar, silenciar a María que hizo posible la Encarnación del Verbo con su Sí. Hizo posible la realidad de Cristo por obra del Espíritu Santo Su Esposo. Edificó a Cristo en su seno virginal. Nos dio a Cristo. Lo crió, educó como hombre, y participó como nadie hasta hoy en el Misterio insondable de Su Hijo.
Hoy, María irradia la Sabiduría y Poder de Cristo desde su Aurora. Cristo comunica a Su Madre la Luz de su Gloria como anticipo de su próxima Venida a fin de que María, no sólo pise la cabeza del demonio, sino que lleve a la Iglesia, a la humanidad y al universo a ser transfigurados en un incendio de Gloria.
No hay Navidad sin Cristo. No hay Navidad sin María.
Desde hace muchos años se viene gestanto socialmente dicho pecado, pero ahora ya se encuentra dentro de la propia Iglesia.
Segun Antonio Socci en su libro "el cuarto secreto de Fátima", la frase que no se publicó sobre el tercer secreto es: "la apostasía alcanzará la Cúspide de la Iglesia".
Siendo aún Cardenal el Papa Juan Pablo II dijo en el congreso eucarístico en Filadelfia: “Estamos ante la confrontación histórica más grande que los siglos jamás han conocido. Ante la lucha final entre la iglesia y la anti-iglesia; entre evangelio y anti-evangelio… pero ahora hemos llegado al final de esta batalla que muy pocos realmente perciben en el mundo actual y que los hace incapaces de discernir los signos de los tiempos y entender lo que está pasando en el mundo de hoy en sus más profundas causas ontológicas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni tampoco entienden.” En efecto, en ellos se cumple la profecía de Isaías, que dice: Ustedes oirán una y otra vez y no entenderán; mirando, no verán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible, han cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos y no oír con los oídos, ni comprender con el corazón.
LA ULTIMA PRUEBA DE LA IGLESIA-
Catecismo 675: Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “Misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Te 2, 4-12; 1Te 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).
Non Nobis.
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