La Iglesia del Hombre y la Tierra

La nueva iglesia, la del nuevo paradigma, bien se podría llamar como aquel programa de Félix Rodríguez de la Fuente que los que ya peinamos canas recordamos con la nostalgia del paraíso perdido de la infancia. Se trata de una nueva religión que tiene como centro el hombre. Es, por tanto, antropocéntrica y podríamos decir que se trata de una antropolatría, o culto al hombre, fin en sí mismo y medida de todas las cosas. El hombre es la causa primera de sí misma y de la realidad.

Esta nueva religión es feminista, sostenible y con perspectiva de género. Quiere la ordenación de sacerdotisas, adora a la Madre Tierra – a la que llaman con nombre pagano como la Pacha Mama – y es inclusiva.

Desde una perspectiva liberal, la nueva iglesia no puede admitir que las mujeres no puedan ser sacerdotisas y obispesas; e incluso cardenalas o papisas. Todos somos iguales ante Dios. Y por supuesto, también habría que aceptar sacerdotes no binarios, gais y lesbianas, bisexuales, o de cualquier otra identidad de género. Ello pasa, por supuesto, por cambios doctrinales que han de tener su reflejo en el catecismo. Veamos algunos ejemplos:

Dios ya no es Padre. Ese concepto es un reflejo del heteropatriarcado falócrata que oprimió históricamente a la mujer respecto al hombre. Ahora Dios es Padre y Madre. Y si es solo Madre, mejor. Y las mujeres, relegadas del sacerdocio y de la dirección de la Iglesia durante milenios, han de empoderarse y exigir la ordenación sacerdotal y episcopal para tener el mismo poder que el hombre. La Iglesia Católica es la única institución que sigue discriminando a la mujer, relegándola a un papel subsidiario y servil respecto al hombre. Y ese machismo eclesiástico debe ser combatido y derrotado. El camino sinodal, sobre todo en Alemania, camina sin prisa pero sin pausa para acabar con esa injusticia histórica que discrimina a la mujer.

Dios es amor. Y el amor no distingue de géneros. Hay que cambiar el modelo de familia tradicional por los nuevos modelos de familias. El celibato debe ser opcional y los curas o las curas o les cures deben tener libertad para casarse y tener familia. Y también deben tener derecho a divorciarse y a rehacer la vida cuando el amor de un matrimonio se acaba o fracasa. Dios es amor y el amor es igual entre hombre y mujer que entre mujer y mujer o entre hombre y hombre. El amor es lo único que importa. Dios quiere a todos como son: si heterosexual, heterosexual; si homosexual, homosexual; si bisexual, bisexual; La nueva Iglesia del Hombre y la Tierra es inclusiva y respeta toda orientación sexual y todas las realidades familiares, sin discriminar a nadie. De hecho la trinidad es familia y está compuesta por dos hombres y una paloma (con perdón: el sarcasmo contra los herejes y blasfemos es lo que tiene), así que por qué no vamos a bendecir un matrimonio homosexual… Lo que importa es que se quieren. Por esa vía, podemos bendecir la zoofilia y el matrimonio con tu perro o con tu oveja o con tu gallina. Y por supuesto, tampoco hay que discriminar a los poliamorosos y habría que acoger igualmente a los tríos o cuartetos, dando paso a la poligamia. Al fin y al cabo, ya es práctica aceptada por los mahometanos.

Ya nada es pecado. No hay cielo ni infierno. El paraíso tiene que estar en este mundo. Es aquí donde debemos vivir en paz, sin religiones ni guerras. Dios es la paz, es la justicia y las distintas culturas le han dado un nombre distinto al único Dios: unos lo llaman Jesús, otros Alá, otros Buda, otros Shiva o Pacha Mama. Da igual. Todos son nombres del único Dios. Por eso no hay que hacer proselitismo. Cada uno que llame a Dios como le dé la gana y que practique su religión o que no practique ninguna. Lo importante es el amor. Todos somos humanos y por ello, hermanos de especie biológica. En un zoológico universal, todos los hombres estaríamos en la misma jaula. Eso nos hace hermanos, hijos de la Madre Naturaleza, que nos cobija y nos alimenta generosamente. Pero nosotros, en lugar de cuidar y proteger a nuestra Madre, la maltratamos y la esquilmamos. Destruimos sus bosques; agotamos los recursos naturales, sobreexplotando los recursos que nos proporciona; contaminamos la atmósfera; ensuciamos los mares y los llenamos de plásticos y de redes que se enredan en los miembros de los cetáceos y de las tortugas, mientras los microplásticos pasan a la cadena alimenticia porque los peces se los comen y así llegan de nuevo a nuestras sartenes… Y las fábricas y las centrales térmicas y los medios de transporte contribuyen con su contaminación al cambio climático, al calentamiento global, a la destrucción de la capa de ozono que tiene ya un agujero de cágate lorito. Así pues, hemos de resetear nuestro modelo de progreso. Tenemos que acabar con los coches, con las centrales eléctricas que quemen combustibles fósiles; con las centrales nucleares, que son peligrosas porque contaminan con radioactividad y suponen una amenaza permanente a la vida sobre el planeta; con las fábricas que contaminan y llenan la atmósfera de CO2 y de mucha mierda más; y hay que acabar con el consumo de carne, porque para producir un kilo de carne, las vacas y las ovejas – las muy hijas de puta – consumen mucha agua y mucho pasto y, además, sus flatulencias llenan la atmósfera de metano y otros gases que contribuyen también al cambio climático antropogénico. Así que comer chuletón contribuye al cambio climático. Supongo que comer legumbres, como la fabada, tampoco será sostenible, porque las ventosidades que provoca no es ni medio normal. Y además, los gases que emitimos postfabada huelen francamente mal. Yo cerraría inmediatamente Casa Gerardo.

Así que, en resumen: la luz se pone por las nubes porque cerramos las centrales térmicas, que contaminan mogollón (volveremos a alumbrarnos con velas y quinqués); los coches hay que dejarlos en el garaje porque, para que no contaminemos, el precio de los combustibles se están poniendo al precio del caviar y la langosta (así que habrá que viajar a pie, en carro, en tren; o mejor, no viajar, porque la aviación hay que prohibirla o restringirla al falcon de Pedro Sánchez porque los aviones contamina muchísimo). El turismo no es sostenible. La carne no es sostenible y es contaminante: así que hay que subir el precio para que solo Garzón pueda comerla con su sueldo de ministro, que para eso ha estudiado y se lo merece. Así que tampoco podremos comer carne. Dicen que hay que cambiar el chuletón de Ávila por los insectos, que tienen muchas proteínas. Prepárense para comer cucarachas y grillos. Por otra parte, la caza es una agresión intolerable a la biodiversidad y la recolección de frutas es un robo a las pobres matas de fresones o a los árboles.

En definitiva, hay que volver a la arcadia feliz en la que el hombre vivía salvaje en la selva en pequeñas tribus sostenibles, que solo consumen lo necesario y no contaminan más que con sus fogatas para calentarse con la madera que proporciona el padre bosque y cazando solo lo imprescindible para sobrevivir. Hay que volver al paleolítico, como los salvajes de la Amazonia. Sólo así la Madre Tierra nos perdonará la vida. Porque ahora somos como un virus que amenaza la supervivencia de nuestra Casa Común, de nuestra Pacha Mama, y esta Madre Tierra se está defendiendo de nosotros generando anticuerpos para acabar con nosotros. Y así nos envía tormentas, inundaciones, pandemias, sequías, terremotos, maremotos y volcanes. Sobramos, por lo menos, la mitad de la población mundial. Tenemos que rebajar nuestra huella de carbono y dejar de tener hijos para cuidar y proteger a la Naturaleza.

Así, postrándonos de rodillas ante la Pacha Mama, ordenando sacerdotisas y bendiciendo parejas homosexuales, la Iglesia del Hombre y la Tierra abrirá una nueva era. Estamos ante un verdadero cambio de época con desafíos globales tales como el cambio climático, la desigualdad, las crecientes asimetrías entre países desarrollados y en vías de desarrollo y hoy la pandemia. Todo ello nos obliga a una transformación profunda que reconozca los vínculos entre la economía, la sociedad y el medio ambiente y a una mayor cooperación multilateral global y regional. La Iglesia del Hombre y la Tierra contribuirá decisivamente a que las religiones, en lugar de ser causas de guerras y divisiones, devengan en herramientas para la paz y la fraternidad de todos los hombres de la tierra. Así todos podremos rezar al único dios, cada cual con el nombre que le quiera dar; y si no crees en ningún dios, puedes hacer un minuto de silencio, buscarte a ti mismo y creer en ti mismo y en la humanidad. O puedes cogerte un colocón o tomarte ayahuasca o pastillas que te permitan tener una visión distinta de la realidad y una experiencia mística a base de LSD o heroína. Total, a fin de cuentas, lo importante es ser felices. Ser feliz, amar, disfrutar de la vida: en eso se resume todo. En la nueva Iglesia del Hombre y la Tierra nos darán de comulgar soma, un narcótico divino y alucinógeno que nos permitirá salir felices de los templos de la nueva humanidad y vivir en paz, unidos a toda la humanidad y a toda la naturaleza, porque todo está conectado y nos sentiremos unidos a todo cuanto existe. Es lo que tienen los alucinógenos.

No tendremos nada porque nos están arruinando los impuestos y la transición ecológica. No podremos comer carne y, a cambio, comeremos insectos. Pero seremos felices porque podremos follar con cualquiera sin compromisos (eso es el amor) y el soma dará sentido a nuestra vida y nos evitará las depresiones. Y cuando ya no podamos disfrutar y estemos de bajón, una sobredosis de soma nos llevará a nuestro último viaje cósmico y nos quitará de en medio; y aquí paz y después gloria.

Hay una ideología que quiere destruir la civilización; un ideología enemiga del hombre; una ideología satánica: la ideología del Anticristo, que debemos denunciar y combatir. Y la Iglesia del Anticristo ha sustituido a Dios por el hombre y la naturaleza. Ya no hace falta Cristo para salvarnos: nos salvaremos nosotros solos y crearemos un paraíso aquí en la tierra. Porque no hay nada más allá. Construiremos el cielo aquí. Ya no hace falta bautizar a nadie. La Iglesia ya no es necesaria para la salvación porque no hay salvación sobrenatural: solo el placer y el bienestar aquí en este mundo. Y no hay más fraternidad que la de sentirnos todos iguales como miembros de la misma especie y habitantes del mismo planeta.

Cantad todos el Imagine de Lennon e izad la bandera del arco iris en vuestros pueblos, en vuestras casas, en vuestras escuelas. And give peace a chance.